miércoles, 27 de mayo de 2020

El Reencuentro con mi Calle Curita

Poema de José Manuel Morgado

(En el II Reencuentro de Villacuranos)

Calle Curita,
yo creía
que con cemento y asfalto
habían sepultado
tu corazón…

Y la tristeza
de tus domingos por la tarde
era el “requiém cantis paz”
por tu ayer

Y he aquí
que de pronto,
sin la lluvia de mayo
retoña, como un milagro,
 tu viejo corazón…

En el joven que estudia,
o que trabaja,
o que delinque…
En la joven
que sin saber cómo eras,
te puso el mismo amor
que ha de ponerle en su preñez
al hijo
que a semejanza de no saber de ti
ignorará
cómo será en su entraña.

Y tus hijos de ayer,
blanco el pelo
pero con colorido de jardín
el alma
refrescaron y reverdecieron
sus recuerdos
en el agua
aunque sepulta
de tu riachuelo.
Y en los sencillos jardines
de las casas antiguas.
O en la profundidad
obscura y silente
de su jagüeyes…

Yo comencé a amar
el día de tu renacer,
de tu reencuentro,
al levantarme de madrugada
como si mi abuela Josefina Barrios
me hubiera llamado
para llevar el maíz a la molienda…

Y me comí una arepa, apurado,
como si mi tía Ana Josefa,
“Mitafefa”
me estuviera urgiendo
porque iba a llegar tarde
a la Escuelita
donde la “Niña Sofía Rodríguez”
me iba a enseñar en mi “Libro Primario”
que “de la uva se hace el vino
pero de la caña no”…
Y a ponerme en mi pizarrita
con su lápiz de piedra,
que dos y dos son cuatro…
O que si uno tiene tres manzanas
y regala una, le quedan dos…

Y el mandado a la bodega
de Juan Tomás,
Tomás María Hernández,
“Tigre Manso”
como jocosos le decían sus amigos.

 O a la bodega
de Manuelito Coronado
que compartió el trabajo
del mostrador
con su mejer, la señora Matilde.

Y en tu día del reencuentro,
aunque ya extintos,
retornaron a mi alma…
Y me senté en tus aceras ese día,
Calle Curita,
como si fuera a jugar “Guataco”
o a echar cuentos.

Y me falto poco
para buscar entre la multitud
a cuatro personas
que quisieran conmigo
jugar “La Candelita”…

Calle Curita
Predominando
Como por obra de Dios
en la vestimenta
de la alegre multitud
el amarillo, el azul, el rojo
de la Bandera Patria.

Y la casa adornadas con flores
sus ventanas,
donde un enamorado, alguna vez,
le colocó la suya, en serenata…

Y las casas nuevas
contagiadas de su fervor.

Dios te dio el privilegio
de que la Aurora
nazca en tu comienzo,
o sea que todos los días
te coloca en el pecho
el áureo sol
el grana de su flor…

Y en las postrimerías
de tu reencuentro alegre,
ya casi desierta,
me dieron ganas de pararme
en una de tus esquinas
a esperar que llegara
“El Encamisonao”
o a tiritar de miedo
como un mi niñez,
ante el temor
de que se presentara “La Sayona”

Y en la “Esquina del Muelle”
donde estaba la Casita
de mis ocho años
mientras lloraba de alegría
al saber
que no ha muerto
el alma de mi pueblo,
le dije un responso,
mientras “Curita”, tu riachuelo
con su suave rumor
de aquellos días,
desviaba su sometido cauce
y bifurcado
corría como en creciente
por los rojos cauces de mis venas:
rumbo a mi corazón…

JM/91
Villa de Cura, mayo 27.

Bautizo del folleto-poemario de J. M. Morgado. 1991.

Folleto-poemario de J. M. Morgado. 1991.


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