sábado, 24 de octubre de 2020

Día del Trabajador Gráfico. Datos históricos

Es en honor al primer periódico que se imprimió en Venezuela, la Gazeta de Caracas, que se celebra cada 24 de octubre el Día del Trabajador Gráfico en este país; desde 1955, cuando en Valencia se realizó la segunda asamblea de la Federación de Trabajadores de la Industria Gráfica del país. El nacimiento de la Gazeta de Caracas está vinculado directamente a la llegada de la primera imprenta a tierras venezolanas.

El 24 de octubre de 1808 se publica la Gazeta de Caracas, luego su nombre varió a Gaceta de Caracas (1815). Empezó con solo cuatro páginas a dos columnas. Revolucionó el concepto de reporterismo venezolano y contribuyó con la emancipación y libertad de nuestro país. Fue creado por los ingleses Mateo Gallagher y Jaime Lamb, gracias a la iniciativa del General Francisco de Miranda, al traer a suelo venezolano en 1806 una imprenta a bordo del “Leander”. La máquina se encontraba escondida en Trinidad, ante la negativa de los mandatarios venezolanos de aquella época de recibir algo que contribuiría con la emancipación del pueblo. Aunque la Gazeta mantuvo su formato original invariable a lo largo de cuatro años, el periódico experimentó notables cambios tanto en lo físico como en la disposición de los contenidos. Su primer redactor fue el joven Andrés Bello, quien se encargó, con sus lisonjeros editoriales, de dotar de personalidad a la publicación.

En lo fundamental, la Gazeta contaba con cuatro secciones fijas: noticias de Europa; artículos y cartas; noticias de la Provincia; y anuncios. En sus páginas el lector podía encontrar información internacional; así como artículos de interés científico, artístico, político; informaciones del acontecer público en la Provincia de Caracas; y por último los avisos comerciales donde era común hallar ofertas de libros, venta de propiedades o anuncios de fugas de esclavos. Asimismo fue frecuente el tiraje y publicación de números extraordinarios.

En cuanto a su orientación política, bien acotó el estudioso Pedro Grases que la Gazeta “es ciertamente, el reflejo de la historia de la epopeya emancipadora”, porque así como el control del poder político se mantuvo en disputa a lo largo de todo el proceso de la guerra, este periódico, como importante instrumento de opinión pública, también lo estuvo; es por ello que al aproximarnos a una imagen cenital de su existencia, podemos distinguir claramente las etapas del control editorial del bando patriota o del realista.

Según el historiador Pedro Grases:

1. En 1808-1810 funciona como órgano de la Capitanía General de Venezuela y en él se destacan informaciones sobre el desarrollo de la guerra de independencia en España y las disposiciones oficiales.

2. Entre el 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811, vocera de la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII: se aprecia en su contenido la irrupción de las ideas ilustradas, la discusión sobre la libertad de cultos y el impulso del ideal independentista.

3. Instalada la Primera República, servirá entre el 5 de julio de 1811 y el 25 de julio de 1812, para publicar las disposiciones emanadas del Gobierno y para propagar con mucha más fuerza las consignas republicanas.

4. Mientras Monteverde y sus canarios detentaron el poder (25 de julio de 1812 hasta julio de 1813), la Gazeta se tornó realista: en ella se descalificó a los patriotas y se exaltó la vuelta al régimen colonial.

5. Durante la Segunda República, es decir, del 26 de agosto de 1813 hasta junio de 1814, será patriota.

6. Con la caída de la Segunda República pasará a manos de los realistas hasta que se da la Batalla de Carabobo en 1821; en este periodo jugará un papel fundamental la presencia de José Domingo Díaz, brillante propagandista caraqueño que se encargará de enfilar sus baterías de tinta contra Bolívar y sus patriotas.

7. Lo que resta de 1821 es patriota hasta su desaparición al año siguiente. Su último número salió el 3 de enero de 1822.

https://memoriasdevenezuela.wordpress.com/2017/01/25/la-gazeta-de-caracas-es-reflejo-de-la-historia-de-la-independencia/

Primeras imprentas en Venezuela

Los primeros impresores Venezolanos según relata el escritor Pedro Grases trabajaron en la “Gaceta de Caracas”, que circuló el 24 de Octubre de 1808, compuesta en los talleres de Gallagher y Lamb. También señala a la empresa Juan Baillío & Cia., establecida en 1810 y constituida por Juan Baillío y Luis Delpech, la cual inició sus actividades también en el mes de Octubre de aquel año.

En el mismo año de 1810 encontramos la imprenta en Cumaná con el primer manifiesto de la Junta Gubernativa Provincial de Cumaná, que fue impreso en dicha ciudad. Y otras citas no menos importantes son las que siguen:

1811: Simón Bolívar y José Tovar ofrecen en el mes de julio al congreso Constituyente una imprenta. Se sospecha que fue usada por Juan Baillío al disolverse la sociedad con Delpech, pues la imprenta que usaba la compañía – comenta el citado autor – queda en disputa hasta que la adquiere el Gobierno y la traslada a Valencia, estado Carabobo en los primeros meses de 1812.

1812: Se instala la referida imprenta en Valencia a cargo de Víctor Chasserlau. Después de la ocupación de Monteverde, imprime en este taller Juan Gutiérrez Díaz, a quien más tarde hallaremos en Caracas.

1813: Con el triunfo de la campaña Admirable, es Juan Baillío quien imprime en Caracas y Valencia.

1814: Aparece un nuevo impresor, Domingo Torres, quien debe utilizar el taller de Gallagher y Lamb. Sigue Imprimiendo el taller de Juan Baillío en Caracas y el de Víctor Chasseriau en Valencia, hasta la aparición de Boves. El impresor realista en Caracas será Juan Gutiérrez Díaz.

1816: En la expedición de Los Cayos, Juan Baillío, quien acompaña a Bolívar, regresa con una imprenta. Imprime en Villa del Norte, Juan Griego, Asunción y después en Carúpano y Ocumare donde el taller volante es aprendido por los realistas.

Origen del término Gaceta

Según un diccionario de comunicación social el nombre Gaceta designaba los primeros periódicos, tanto impresos como manuscritos. Hoy su uso se ha restringido a las publicaciones oficiales de carácter administrativo o a algunas publicaciones literarias como “La Gaceta” de Cuba". La denominación surge en Italia donde la palabra “gazzetta” designaba a una pequeña moneda veneciana que era el precio de las primeras hojas informativas manuscritas y luego se siguió usando para las impresas. La primera publicación tipo “gaceta” fundada en el continente americano apareció en Boston en 1718, en México en 1722, la Habana y Buenos Aires en 1782. En caracas, 1808 con ‘La Gazeta’. (Diccionario de Comunicación Social. Olga Dragnic, Caracas. 1994)

http://www.directoriografico.com/primeras-imprentas-en-venezuela/

La imprenta en Villa de Cura, Aragua.

Parece que la primera imprenta- según Yusti Prieto- llegó a Villa de Cura en 1891 (27 de junio) traída por L. López Celis, quien funda la Tipografía La Perla y edita el primer periódico: “Puntos y Comas” el 22 de marzo de 1905 (Serie 1 N° 1) del cual fue redactor y administrador. En este mismo periódico, escribió López Celis: “como villacurano he de hacer constar que siento la satisfacción de haber sido el fundador de la Imprenta de esta ciudad y haber contribuido, aunque pobremente, al progreso de mi pueblo”. Puntos y Comas, 27-08-1916.

Periódicos como El Quijote y El Cotejo Mocho fueron impresos en las viejas imprentas de la época. El “Cotejo”, por ejemplo era publicado en la Tipografía JM de su editor, el poeta José Manuel Morgado. La Editorial Miranda con el tiempo modernizó la impresión de libros y revistas en Villa de Cura, incluyendo la publicación de la revista Expresión.

Desarrollo y avances tecnológicos

Desde la Imprenta sin eñe hasta la computadora

Ya casi no se publican en Venezuela periódicos con imprenta de “tipo suelto”, parientes de aquella en que se editó La Gaceta de Caracas. Los tipos, es decir las letras sueltas, se van colocando una tras otra sobre el “componedor’’, un pequeño aparato en el que alinean las palabras, y hasta cierta medida, según la necesidad del operario. Una vez impreso el texto, se hace el trabajo al revés: cada tipo es devuelto a una caja o chibalete, con divisiones para cada letra. Hay “cajistas” tan duchos en el arte de la composición que pueden competir con el mejor mecanógrafo.

Es el remanente de una tecnología que ha dado grandes saltos en los últimos 77 años. Las fuentes tipográficas con las que se confeccionaban los periódicos con formato estándar, como El Nacional, por ejemplo, eran de procedencia inglesa y por lo tanto no tenían eñes, lo cual creó muchos contratiempos cuando se trataba de cumplir “años”. Otro tanto pasaba con los repuestos que eran muy escasos por culpa de la guerra, y en muchas oportunidades los artesanos criollos debieron fabricar en improvisados hornos las piezas que necesitaban.

Para publicar fotografías en un periódico o libro el asunto era bastante complicado, había que usar películas fotográficas a planchas de zinc, sobre la que se repetía la foto para luego someterla a la acción de algunos ácidos y finalmente colocarla sobre una madera para ser reproducida en la imprenta, un proceso que parece sencillo, pero no lo es.

Como consecuencia de la misma guerra que afectaba la importación de productos de ese tipo, escaseaban también las láminas para hacer los clichés. De modo que algunos periódicos salían sin fotografía alguna.

Una vez listos los textos y los clichés, se colocaban en “ramas”, unos cuadrados de hierro que tenía por las orillas unas llaves metálicas para darle la solidez necesaria al material compuesto, que finalmente era impreso en una prensa plana o se hacía con él una “teja” para la rotativa. Como dijimos la industria gráfica ha dado pasos agigantados en los últimos años. Ya no es rentable la imprenta de tipos móviles ni aquella que la desplazó, la linotipo. Han aparecido otros sistemas que garantizan no solo una mejor impresión, sino también evitan la contaminación ambiental que producía el plomo de las imprentas. Finalmente, el proceso ahora es computarizado y la diagramación se efectúa de acuerdo con las necesidades de diseño e impresión. Los pasos se han simplificado en gran medida y la calidad es superior.

Entre las novedades de que se dispone están la impresión indirecta, la perfección del color y del arte gráfico. Por supuesto, todo ese “salto cuántico” en las artes gráficas ha costado grandes inversiones de dinero y el trabajo de expertos en la materia.

 Texto Argenis Díaz

Composición de imagen: Argenis Díaz

 Referencias

(Boletín Gráfico. N° 11. Órgano Informativo de la FETIG. Caracas, septiembre a noviembre de 1988).

Calendario Histórico de la Secretaría de Patrimonio del estado Aragua.

 

Desde la Gazeta de Caracas hasta nuestros días.


Calendario Histórico. Aragua. Venezuela.


 

domingo, 11 de octubre de 2020

El surgimiento de América en el escenario mundial

De acuerdo con la concepción del filósofo del existencialismo, Martin Heidegger (1889-1976), en un ensayo publicado en 1954, el surgimiento de América es producto de un largo proceso que se inicia en 1492 – hace 529 años – y se prolonga hasta 1507, cuando son publicados dos importantes documentos donde aparece de manera definitiva el nombre AMÉRICA, dándole ser e identidad a un continente desconocido para Europa, Asía y África. He aquí resumido ese proceso para recordación de esta empresa del navegante Cristóbal Colón, respaldada por el reino de España, que cambió para siempre el rumbo y la historia de la humanidad, para bien o para mal…

Cristóbal Colón vivía y actuaba en el ámbito de un mundo en que América era solo mera posibilidad futura, pero de la cual ni él ni nadie tenía idea ni podía tenerla. Su proyecto, presentado a los reyes de España no se refería a América, era muy simple: atravesar el océano en dirección de Occidente para alcanzar, desde España, lo litorales extremos orientales de la Isla de la Tierra y unir de esta manera a Europa con Asia.

Durante ocho agotadores años, Colón fue de una corte real a otra, hasta que con el tiempo obtuvo el respaldo de los reyes de España. Su inquebrantable convicción acabó venciendo a los escépticos soberanos y a los reacios marinos. Los que dudaban tenían razones para ello. El proyecto de Colón no carecía de fallos y él había insistido con cierta osadía en que se le nombrara “Almirante del Océano” y gobernador perpetuo de todas las tierras que descubriese.

Lo que se sabía en forma rudimentaria, para decirlo de alguna manera, era que el mundo con sus masas de agua y de tierra conocida tenían forma esférica, como un globo. En este sentido, Irving Robbin escribió: “Para que uno creyera que pudiera navegar al Oriente navegando hacia el oeste, también tendría que creer que la Tierra es una esfera. Un capitán marítimo de Génova que se llamaba Cristóbal Colón creyó esto, pero no era lo único. Otros ya lo creían desde hacía siglos, pues, allá en 500 a. de la E.C., un erudito griego, Pitágoras, aseveró que la Tierra era redonda. Un libro de texto noruego escrito en 1250 no solo declaró la misma cosa, sino que también dio las razones por los diferentes climas de la Tierra, el ángulo del Sol en diferentes épocas del año y los vientos reinantes…”

Mucho antes de Pitágoras, en el siglo octavo a. de la E.C., el profeta hebreo Isaías había indicado que la Tierra era esférica. Escribió: “Hay alguien [Jehová] que vive por encima del círculo [esfera] de la tierra, cuyos habitantes parecen saltamontes.” (Isa. 40:22).

Según esto, en principio, era posible que el viajero pudiera llegar al oriente del orbis terrarum navegando hacia el occidente. La duda estaba, según Heidegger (1954), en si el viaje era realizable, dados los medios con que se contaba. Colón apostaba a que sí, aprovechando el dilema que había respecto el tamaño del globo terráqueo y acerca de la longitud de la Isla de la Tierra.

La mayoría de los doctos ya no discutían entonces que la Tierra fuese redonda, pero seguía en pie una pregunta: ¿qué extensión de océano separaba Europa de Asia? Colón calculaba que Cipango (antiguo nombre de Japón), sobre el que había leído en el relato del viaje de Marco Polo a China, quedaba a unos 8.000 kilómetros al oeste de Lisboa (Portugal). De modo que situaba Japón en lo que ahora se conoce como el Caribe.

En un principio, las comisiones reales de España y Portugal descartaron la empresa de Colón por considerarla imprudente, debido en buena parte al excesivo optimismo con que Colón calculó la distancia que separaba Europa del Lejano Oriente e inconscientemente redujo en un 25% la circunferencia de la Tierra. Al parecer, a nadie se le ocurrió la posibilidad de que hubiese un gran continente entre Europa y Asia.

Aunque el proyecto parecía en sí mismo descabellado, la Corona española decidió arriesgarse en la empresa por dos razones fundamentales: Su rivalidad con Portugal y la posibilidad de obtener para España algunas de las islas que la cartografía medieval ubicada en el Atlántico, o sea, para extender su dominio en los mares. Además, a la reina Isabel de Castilla, una católica ferviente, le atraía la posibilidad de convertir el Oriente a la fe católica. En la primavera de 1492, cuando Granada cayó ante los soberanos católicos, el catolicismo se convirtió en la religión de toda España. Parecía el momento oportuno para arriesgar algún dinero en una empresa que podría reportar grandes dividendos, tanto en el campo religioso como en el económico. Por lo tanto, Colón obtuvo el consentimiento real y el dinero que necesitaba.

En seguida se equipó una pequeña flota de tres barcos, y el 3 de agosto de 1492, Colón partió de España con una dotación total de unos noventa hombres. Se ha calculado que la Santa María tenía una tripulación de 40 hombres, la Pinta de 26 y la Niña de 24. Tras reabastecerse de provisiones en las islas Canarias, posiblemente desde La Gomera, el día 6 de septiembre las embarcaciones tomaron rumbo oeste para dirigirse a “la India”.

Cuando Colón avistó tierra en la noche entre los días 11 y 12 de octubre de 1492, se persuadió de que había llegado a Asia o a los litorales del extremo oriente de la Isla de la Tierra. Lo que halló fue calificado por el almirante como “cosa maravillosa”, a pesar de no haber encontrado ciudades y palacios como se pensaba que podía haber en estos lugares. Los habitantes que halló en esta isla tenían condiciones de vida y características muy distintas a las de sus coterráneos. Aun así piensa que ha llegado al extremo oriental del orbis terrarum y lo cree contra toda duda razonable. 

No tenía la más remota idea, en ese momento, de que había llegado a un continente distinto a Europa, Asia y África. Por su parte, la Corona española se apresuró a reclamar para sí el señorío sobre las porciones de tierras encontradas en su viaje por el almirante Colón.

Aunque se descubrieron más islas —como Puerto Rico y Jamaica—, la frustración aumentó. La Navidad, la primera colonia fundada en La Española, había sido diezmada debido a las encarnizadas peleas entre los propios españoles, y después los isleños prácticamente la arrasaron, encolerizados por la avaricia y la inmoralidad de los colonizadores. Los otros dos viajes que Colón hizo a las Indias Occidentales no lograron mejorar su suerte. El oro, las especias y el paso marítimo hacia la India le fueron esquivos. No obstante, la Iglesia católica sí consiguió sus conversos, de una forma u otra.

En su tercer viaje, Colón y su flota llegaron a un golfo, hoy conocido como Golfo de Paria en Venezuela, lo que obligó al almirante a admitir que había llegado, no a un archipiélago vecino al paso al Océano Índico, sino a una tierra firme, a un continente. Sin embargo, todavía Colón no se atreve a pensar siquiera a un continente totalmente desconocido e interpreta el fenómeno arguyendo que el agua dulce del golfo provenía de una región donde estaba el “Paraíso Terrenal”, que según opinión general “está en el fin de oriente”.

En una carta de Colón de finales de 1500 dirigida a doña Juana de la Torre, de nuevo se refiere a la Tierra de Paria, hallada en su tercer viaje, como algo nuevo, distinto y separado del orbis terrarum. Este concepto todavía colocaba a la “nueva tierra” en el ámbito del primer y más antiguo mundo creado por Dios, lejos de ser concebido como una nueva entidad geográfica con ser propio fuera de la cosmografía elaborada por Colón y otros navegantes hasta ese momento. Sin embargo, la hipótesis del almirante acerca de un “nuevo mundo” separado del mundo conocido no podía descartarse. Todavía en 1502 insistió en localizar en estas tierras el Paraíso Terrenal.

Considerando la idea de Colón, el humanista Pedro Mártir (Citado por Heidegger) calificó como “nuevo mundo” las tierras halladas por el almirante, pero sin prejuzgar –todavía- si pertenecían a un orbe distinto al orbis terrarum conocido. Desde el punto de vista científico, la creencia de Colón suscitó una duda, no un rechazo, y en esto coincide con la reacción política y jurídica de los círculos oficiales.

Por otro lado, las noticias del hallazgo de la Tierra de Paria llegadas a España en 1499, despertaron un gran interés. La Corona autorizó y se realizaron sucesivos viajes como los de Ojeda (mayo 1499- abril 1500), Guerra y Niño (junio 1499-abril 1500), Yañez Pinzón (diciembre 1499-septiembre 1500), Lepe (diciembre 1499-octubre 1500), Vélez de Mendoza (diciembre 1499-julio1500) y Rodrigo Bastidas (octubre 1500-septiembre 1502). Esas nuevas expediciones revelaron la existencia del enorme litoral que es hoy la costa atlántica septentrional de América del Sur, desde el Golfo de Darién (formado por costas de Panamá y Colombia) hasta el cabo extremo oriental de Brasil.

Américo Vespucio también entra en el cuadro en su tercera navegación (viaje portugués, mayo 1501- septiembre 1502). Esta zarpa de Lisboa a mediados de mayo con destino a las regiones subecuatoriales reconocidas durante la exploración que hizo al mando de Ojeda y seguir el viaje costero en busca del lugar donde pasar al Océano Índico y una vez localizado continuar la navegación en demanda de la India y llegar hasta Lisboa por la vía del cabo de Buena Esperanza, logrando por primera vez la circunnavegación del globo terráqueo. Por supuesto, no hallaron el tan deseado paso, pero averiguó que aquella costa se prolongaba sin término hasta las regiones tempestuosas vecinas al círculo antártico. Era preciso, entonces intentar algún ajuste para explicar el nuevo dato.

Por su parte, Colón se embarca en su cuarto y último viaje el 26 de mayo de 1502, partiendo de la Isla de Ferro en las Canarias. Su proyecto era costear lo que consideraba como el litoral de Cuba, una vez que hubiera topado con tierra firme, en requerimiento del paso de mar que, según él, la separaba de aquel “nuevo  mundo” que había encontrado en su viaje anterior. En ejecución de ese plan llegó a una costa que corría de oriente a occidente, el litoral atlántico de lo que es hoy Honduras y desde allí inició la búsqueda hasta que por fin, el  14 de septiembre encontró el cabo que llamó Colón Cabo Gracias a Dios, la costa corría hacia el sur en una región inexplorada y en el trecho donde tendría que hallarse el lugar por donde, se acuerdo con sus nociones, había pasado Marco Polo al Océano Índico. Con esa seguridad, la flota vino a dar a una bahía el 6 de octubre, sin encontrar el paso marítimo buscado. Los resultados de la exploración lo obligaron a modificar el esquema geográfico que le había servido como base.

Lo que pensó Colón lo expresa en la carta llamada Lettera Rarissima, dirigida desde Jamaica a Fernando e Isabel el 7 de julio de 1503. Parece que el fracaso respecto al hallazgo del paso marítimo persuadió al almirante a aceptar como verdadera la tesis de la península adicional de Asia y terminó creyendo que los litorales de las dos masas de tierra ubicadas en ambos hemisferios eran continuos. En todo caso, Cristóbal Colón o Cristoforo Colombo, en italiano, murió poco tiempo después en Valladolid, el 20 de mayo de 1506; había nacido -según algunos biógrafos- en Génova (Italia),​ el 31 de octubre de 1451. Murió rico pero amargado, insistiendo aún en haber descubierto la ruta marítima para llegar a Asia. De todas formas, las rutas que trazó en sus mapas prepararon el terreno para el abordaje y colonización del entero continente norteamericano.

Vespucio, al contrario que Colón, concluyó que se trataba de una tierra firme separada por el mar del orbis terrarum. En su carta dirigida a Lorenzo de Médici a su regreso del viaje asegura que la tierra explorada es de magnitud continental y que la armada penetró hasta la “región de los antípodas”, puesto que el recorrido abarcó “una cuarta parte del mundo”. No obstante, en su epístola llamada Mundus Novus dice que es lícito designar como “nuevo mundo” a los países que visitó durante el viaje por tratarse de tierras habitadas, pero los concibió como uno de esos orbis alterius admitidos por los paganos, aunque rechazados por los autores cristianos por su implicación herética al tratar de reconocer una “pluralidad de mundos”. No se ve en esto la “genial y sorprendente intuición de América”, según ha querido entenderse.

Lo cierto es que la exploración realizada por Vespucio logró convertirse en la instancia empírica que abrió la posibilidad de explicar las tierras que se habían hallado en el Océano de un modo distinto del obligado por el planteamiento inicial (cursivas de Heidegger). En otras palabras, como podemos ver, el sendero con promesa histórica era el que abrió Américo Vespucio. La vieja teoría de la Isla de la Tierra como único lugar asignado al hombre para su domicilio cósmico entró en definitiva crisis.

Otro famoso texto de Vespucio, su carta fechada en Lisboa el 4 de septiembre de 1504 es la Lettera, en versión latina conocida como las Quatour Americi Vesputti navigationes. En ella dice que se hallaron “mucha tierra firme e infinitas islas, muchas de ellas habitadas, de las cuales los antiguos escritores no hacen mención”. También da a entender que se había decidido en favor de la continuidad de las dos masas de tierra firme, de donde se infiere que concebía el conjunto de las nuevas tierras como una unidad geográfica, una barrera que corría de norte a sur a lo largo de los dos hemisferios y atravesada en el Océano en el camino de Europa a Asia por la ruta de occidente. El autor traza un cuadro de unas regiones inéditas, asombrosas y extrañas.

Finalmente, dos documentos dan forma a los hallazgos hechos por Colón (desde 1492), Vespucio y otros navegantes de finales del siglo XV y principios del XVI. En la Cosmographiae Introductio (1507) se reconoce que en las recientes exploraciones hechas en el Océano ha aparecido una “cuarta parte” del mundo y que nada impide que se le denomine Tierra de América o, mejor aún, América. En el mapamundi de Waldseemuller de 1507 ilustra gráficamente los anteriores conceptos y es el primer documento cartográfico que ostenta el nombre de América, además prueba que las nuevas tierras se conciben como una sola entidad geográfica, independientemente de que exista o no un estrecho de mar entre las masas septentrional y meridional de la gigantesca isla. Y se le atribuye a dicha entidad un ser específico y un nombre propio que la individualiza: AMÉRICA. Que no es el resultado de la súbita revelación de un descubrimiento, sino el resultado de un complejo proceso ideológico que acabó por concederle el sentido de ser la “cuarta parte” del mundo. 

Así surgió América en el escenario de la historia universal.

¿Por qué América?

"Los creadores del mapa inventaron la palabra 'América' porque en ese entonces creyeron que Américo Vespucio fue el primer europeo en llegar a las costas de lo que hoy conocemos como América del Sur", señala Toby Lester, autor del libro The four parts of the World (Las cuatro partes del mundo) sobre el mapa Waldseemüller 1507. "Colón llegó primero al Caribe pero cuando los creadores del mapa leyeron los primeros reportes de los descubrimientos creyeron que Vespucio fue el primero en llegar al continente. Así que le dieron el nombre como una forma de homenaje".

Desde el punto de vista indigenista, este proceso no fue un “descubrimiento”, sino una invasión de su territorio ancestral. Para otros “un encuentro forzado entre dos (o tres) culturas”. Desde la posición institucional, el 12 de octubre constituye el Día de la Resistencia Indígena y es conmemorado para reivindicar la pluralidad étnica y cultural que existe en Venezuela y el resto del continente americano.

Texto: Argenis Díaz (Actualizado,2021)

Fotos recopiladas de Internet y de las fuentes citadas en este ensayo.

Fuentes

El proceso de la invención de América. Martín Heidegger: Aus der Erfabrung des Denkens (Desde la experiencia del pensamiento). 1954.

El Nuevo Mundo cumple 500 años. ¡Despertad! (pp.3-10). Publicaciones Watchtower. Mayo, 1992.

https://www.mexicosocial.org/la-invencion-de-america-una-breve-revision-de-algunas-tesis-de-ogorman/

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-44219307

 

Cristóbal Colón (1451-1506)


Obra de Evelio Giusseppi: Incertidumbre. 1992.

Llegada de Colón a las Bahamas. 1492.

Viajes de Colón.

Primer mapa donde aparece el nombre América.


Cuadro de Américo Vespucio (1454-1512).