domingo, 30 de junio de 2019

Nesfran González en el firmamento poético venezolano

Nesfran A. González Suárez (San Antonio del Táchira, 13 de junio de 1980). Poeta, narrador y ensayista venezolano. Desde 2001 reside en Turmero, Aragua. Técnico superior universitario en tecnología de alimentos (2000). Ha participado en diferentes eventos y tertulias literarias, como el primer Encuentro Nacional de Escritores del Proyecto Expresiones realizado en la Casa de la Cultura de Cagua, municipio Sucre del estado Aragua (2010); VI Encuentro Nacional de Ensayistas y Narradores, septiembre 2012 y el XI Festival Mundial de Poesía de Venezuela 2014, capítulo Aragua, realizado en el Auditorio de la Alcaldía Bolivariana de Girardot. En mayo de 2016 obtuvo mención de honor en el Concurso Nacional de Poesía Joven "Rafael Cadenas", organizado por los grupos Autores Venezolanos y Team Poetero de Venezuela.

Desde su llagada al estado Aragua en el año 2001 ha cosechado muchos éxitos en el campo literario. Ese mismo año resultó ganador en la Bienal de Literatura Ciudad de la Juventud (Mención Poesía Joven) del municipio José Félix Ribas, en La Victoria, con el poemario Entre huellas y grietas. Sus textos también aparecen en Selección Poética Senderos Literarios (2004). Ha publicado en la revista digital Letralia, Tierra de Letras y en el portal literario Escribe Ya (www.escribeya.com). Es miembro de la Red Mundial de Escritores Remes y de la Red de Escritores de Venezuela. 

En mayo de 2008 la Imprenta regional de Aragua, adscrita al Sistema Nacional de Imprentas Regionales, a través de la editorial El Perro y la Rana le publicó el poemario Profecías para Urbano. En este, el autor nos deja una poesía marcada por una cosmovisión que se alimenta de los vestigios de la religión cristiana, la cábala, la ciencia y la mitología, a decir de Jorge Gómez Jiménez. 

En esos textos aparecen referencias a las Escrituras Hebreas (Antiguo Testamento), tales como YHWH, Levítico, así como el texto Tetragrámaton que hace clara alusión, precisamente, a las cuatro letras que representan el nombre divino (YHWH). Como en toda poesía de vanguardia, se nota un distanciamiento entre el título del poema y el contenido sesgado del texto. También percibimos como arte poética el manejo de la intertextualidad como forma de ensamblar el poema. 

Todo recurso es válido para el creador-autor que busca nuevas formas de expresar el mundo de imágenes que lleva en su interior. Nos encontramos ante una poesía que va en franca ascensión en el firmamento poético venezolano y universal.

Nesfran González también ha publicado: Blanca Amada y otros relatos (Proyecto Expresiones, 2010); Los Inquilinos, poesía reunida 1997-2010 (Proyecto Expresiones, 2011); El lado oscuro de tu almohada (2º lugar en el concurso internacional de Nanonarrativa, mención nanonovela, Proyecto Expresiones, 2011). Su libro Aquí todo es silencio obtuvo el 2º lugar en el II Concurso “Por una Venezuela Literaria”, mención poesía (2012), publicado por la editorial Negro sobre Blanco. Ama de Casa (Ganador del Concurso Internacional de Poesía Breve en Homenaje a la poeta María Calcaño, 2012). El hallazgo de Teseo (2015). Aparece en la Antología de ciencia ficción venezolana Kafka en la luna (2014). Sus poemas también han sido publicados en la prensa regional de Venezuela, suplemento literario Contenido del diario El Periodiquito

Texto: Argenis Díaz/ 2019.



Referencias


Victoria Cultural. Órgano informativo de la Fundación de Cultura del Municipio José Félix Ribas. Julio, 2008. Venezuela.

Dosis. Revista de variedades. La Victoria. Noviembre, 2010. Venezuela.

https://letralia.com/251/letras02.htm

https://queleerlibros.com/pec-events/nesfran-gonzalez/

https://elizabeth-vocesdelsilencio.blogspot.com/2012/10/nesfran-gonzalez-suarez.html

https://poetasdelmundoactual.blogspot.com/2015/02/nesfran-gonzalez-suarez-tres-poemas.html

http://www.negrosobreblanco.com.ve/2013/06/aqui-todo-es-silencio-primera-edicion.html

http://ve.globedia.com/nesfran-gonzalez-suarez-poesia-puerta-universo-palabras-descansan-silencio-alma

https://literaturadearagua.blogspot.com/



Textos de Nesfran González




Tras el reflejo

Mis versos,
destellos vacíos,
llegarán a tu mundo
bajo un resplandor

imperceptible.




El ceño de Medusa

Quedo petrificado
ante las mujeres de fuego
y los hombres de ceniza.

Inmóvil
en el centro del Cosmos.

Donde se forman los remolinos.




La luz blanca se descompone en tonos incandescentes

Esos astros,
desteñidos por auroras densas,
te manifiestan un horóscopo
inverso.
Acostumbras a imaginar
que uno de esos luceros titilantes
es nuestro mundo,
tu más allá.



Nesfran González (Venezuela 1980)

Nesfran González con su libro Profecías para urbano. 2008.

Blanca Amada, Nesfran González. 2010.

sábado, 29 de junio de 2019

Mi experiencia como periodista empírico y cultural

Mi contacto con el periodismo, o más bien con los periódicos, comenzó a finales de 1978 con el quincenario que fundó José Seijas ese mismo año, El Vigía, por supuesto en Villa de Cura. Yo vivía en ese entonces en la calle El Socorro, entre La Romana y Los Colorados, y trabajaba de cajero en Automotriz Alameda, Av. Lisandro Hernández. Fueron mis primeros pasos como articulista. El Vigía se repartía de manera gratuita entre los villacuranos y zamoranos, en las calles, plazas y avenidas. Allí escribí por varios años, sobre cultura general, religión y literatura. Además trabajé poco después con Seijas, cobrando la publicidad a los negocios que anunciaban en el quincenario. Este era muy leído por sus interesantes informaciones, artículos y chismes que despertaban muchísimos comentarios entre sus lectores.

Luego comencé a trabajar en San Juan de los Morros, en una mueblería (La Liberal) y posteriormente en un banco (Ítalo Venezolano). Empecé entonces a llevar mis artículos a la prensa guariqueña, en especial a un diario recién fundado, La Antena, aunque también me publicaron La Prensa del Llano y El Nacionalista, todos de San Juan de los Morros, cada medio con sus respectivos lectores.

Un día, el director de La Antena, Francisco García Sívoli, me llamó para que trabajara en la redacción del diario como adjunto a la dirección. Así comencé a redactar noticias locales, colaborando con el famoso periodista Miguel Quintana que venía del diario El Nacional. Bajo su guía comencé a incursionar en el periodismo, pero sin firmar las notas, porque yo no era periodista y el Colegio de Periodista, por supuesto, no lo aprobaría. Ahora recuerdo lo que dijo Gabriel García Márquez una vez: el periodismo se aprende en las salas de redacción, palabras más o palabras menos.

Así empecé a escribir para comer, porque por primera vez me pagaban por hacerlo. Me pasó algo parecido, salvando la distancia de los años y el siglo, a lo que vivió Rafael Bolívar Coronado en España, solo que yo no inventé un seudónimo extraño; firmaba mis artículos con mi segundo nombre y mi apellido: Argenis Díaz, pero mis notas de prensa eran anónimas.

Al poco tiempo, empecé a incursionar en el periodismo cultural, a través de una página literaria llamada Raíces en el mismo diario La Antena, junto con Yuri Buaiz, Wilmer Quintana y Fernando Olivo (ilustrador). Con el tiempo quedé solo en la coordinación de la página hasta que llegó a La Antena Ingrid Chicote, que se convirtió en mi colaboradora estrella y me ayudó mucho hasta que Raíces dejó de salir por circunstancias cambiantes de la vida. En este medio también me tocó compartir con el prolífico escritor y tocayo Argenis Rodríguez y con el periodista y filósofo Luis Salas. Trabajé en este medio desde 1993 a 1996.

Después de abandonar La Antena, ingresé al semanario de Frank Lozano (Hoy, Diario del Sur, que luego cambió el nombre a Hoy en Aragua) donde realicé los mismos oficios como redactor y reportero, además de inventarme otra página literaria, llamada Laberinto (1997-1998 y 2009). En parte de ese tiempo hasta me denunció el CNP como “enemigo público” número uno, aunque ese número también lo repartieron entre el director Frank Lozano y otra redactora de un periódico de La Victoria. En mi defensa escribí y me publicaron una serie de tres artículos, incluido uno con el título “Periodismo somos todos”. Yo escribía para comer y no para competir o quitarles el trabajo a los periodistas colegiados; para ejercer ese oficio los dueños de esos medios me contrataron y me gustaba lo que hacía, me sentía como “pez en el agua”.

Como todo, y en busca de mejoras salariales, y gracias al amigo y poeta Williams Hernández, comencé a trabajar como contratado con la Secretaría Sectorial de Cultura de Aragua. Allí trabajé en la Coordinación de Literatura junto a mi amiga poeta Yadira Pérez. Y saben qué me toco seguir redactando notas de prensa para distintos medios y luego guiones para el programa de televisión Arawak Cultura en marcha, que se producía en la Secretaría de Cultura, bajo la acertada dirección de la periodista Adriana Gutiérrez, en la gestión de Williams Hernández como secretario de Cultura.

Claro, a lo largo de todo este tiempo también llegué a publicar en otros medios impresos como El Periodiquito, El Aragüeño y hasta en El Siglo, en alguna oportunidad; en el periódico Zamoranos, en Portavoz de Aragua, revista-periódico de Javier Herrera y otros medios impresos. Además, en revistas como Expresión de Villa de Cura, Huellas de Senderos Literarios y Laberinto de la Fundación Villa Literaria, de la cual fui director-editor. 

En resumidas palabras, esta ha sido mi experiencia como periodista empírico y cultural. Ahora escribo más que todo en las redes sociales como Facebook, Twitter, Steemit (https://steemit.com/@rayuela2) y en mi blog Letra y artes de Zamora y Aragua (villaliteraria2010.blogspot.com), donde hay más información sobre estas lides y otras inquietudes que me han llevado hasta donde estoy y lo que soy. 

Esto es solo una faceta de mi historia… me faltaría escribir sobre mi experiencia como vendedor, empleado bancario y predicador, entre otras. 

José Argenis Díaz/ 27 de junio de 2019.

Argenis Díaz (Villa de Cura, 1954)

viernes, 28 de junio de 2019

Mensaje del Día Nacional del Teatro

Asumo la responsabilidad de decirlo este Día Nacional del Teatro, y puedo decir que creo en toda esa gente que me acompaña en la lectura de la vida y el arte y quiero hablar a aquellos que se inician, quienes deben comprometerse a profundizar los espacios de la creación para consolidar así los horizontes profesionales del futuro. Por eso, antes de simplemente estrenar por hacer, hay que buscar el profundo motivo que nos pueda expresar.

Yo sigo luchando para que este país tenga memoria y un gran respeto hacia el trabajo artístico. La verdad creativa está en trabajar como los buenos sastres, a la medida. No hay un esquema sino la medida de cada secuencia, cada escena, cada situación, aunque se trabaje un mismo concepto o acción.

Llevo unos cuantos años en esta Villa de Cura, un espacio habitado por un milagro donde una nueva generación abre de par en par y reclama la parte de futuro que le corresponde en la escena, en el arte en sí, mas hay que estar atento, porque el teatro hoy más que nunca requiere fe, pasión, entrega, generosidad, tiempo, condiciones, formación… Nunca predice cuando madura una cosecha, ni si los frutos estarán en sazón, ni siquiera si encontrarán el paladar de su gusto. Es por eso que el teatro es de frágil contingencia y no aspira a la consagración de los museos o de las academias, no tiene tiempo para convencer a los doctores, busca el encuentro inmediato porque conoce sus límites y de ellos hace su grandeza.

Hoy asumo la responsabilidad de vivir de la movilidad, del intercambio de experiencias, de la formación y la práctica entendidas como una continuidad, porque es así como entiendo lo que hago en medio de esta crisis económica de proporciones incalculables, en medio de la corrupción, de la violencia latente o explícita; yo quiero y genero la dinámica para que el teatro tenga, recupere su estatura civil, su virtuosidad magnética, su libertad incondicional, su poder de seducción y sé que es posible financiar este milagro en los parámetros, en la vida del desarrollo. 

Con confianza en el futuro y mis respetos a todos mis compañeros.


Orlando Ascanio
Fundador del Teatro Estable de Villa de Cura.


[Publicado en 28 de junio de 1996 en la página Raíces del diario La Antena de San Juan de los Morros. Año 3 N°139]


Orlando Ascanio.
Fundador del Teatro Estable de Villa de Cura

El teatro sobrepasa 25 siglos de historia

La antigua Grecia fue la cuna del teatro como categoría de arte que se libera de los gestos rituales en honor a Dionisio, personaje mitológico que encarnaba una de las muchas formas del dios-año o dios de la vegetación. A Dionisio se le denominó en lengua latina Baco. El mito interpreta en nacimiento, desarrollo, muerte y resurrección del año cronológico. Dos aspectos contrarios al culto dionisíaco darán origen a igual número de manifestaciones teatrales: la tragedia y la comedia.

Cerca del año 490 antes de nuestra era se tiene noticia de uno de los nombres inmortales del teatro trágico.: Esquilo, primer hito de esta historia que va por 25 siglos, le seguirán Sófocles, Eurípides y Aristófanes. Este último nos introduce en la comedia, género teatral que renovará en Grecia, Menandro. Con la conquista romana surge un teatro mimético con sus representantes en el trágico Séneca y el comediante Plauto. Llegando a la Edad Media el teatro se tornará litúrgico y la iglesia católica reflejará en la escena las vidas de santos, la pasión de Cristo o los milagros.

En el siglo XVI, la actividad escénica ha vuelto a propagarse y aparecen los genios de la dramaturgia universal, Shakespeare, Lope de Vega, es la hora del Neoclasicismo. La comedia tiene un destacado autor, Jean-Baptiste Poquelin, llamado Moliére. No todo está dicho y surge, como reacción a las formas imitativas, el Romanticismo, con su entrega absoluta a la vida, a la libertad y a la naturaleza.  En 1830 se estrena Hernani, de Víctor Hugo, después vendrán Schiller y Alejandro Dumas. El teatro se une al realismo tratando de reproducir íntegramente la realidad. 

El teatro contemporáneo incorpora lo real y lo surreal, lo hermético y lo subjetivo, con una rica variedad de temas, personajes y técnicas que caracterizan el desarrollo del arte dramático desde los tiempos de Grecia. Erudito o popular, el teatro ha contribuido a la formación cultural de los pueblos, nutriéndose de todas las raíces hasta constituir una síntesis de artes.

Todo ello motivo de rememoración en este 28 de junio, DÍA NACIONAL DEL TEATRO en VENEZUELA.


Texto: Argenis Díaz.
Foto: Teatro Estable de Villa de Cura.

Escena del Teatro Estable de Villa de Cura.

domingo, 16 de junio de 2019

De Popayán a Villa de Cura

“Abajo al centro de todos los caminos, enclavada en aquel valle hermoso…” Así nos habla Ana Belén Aular de esta Villa de Cura, “prodigiosa tierra de labor. Su río. Pequeños cursos de agua. Sus campos monótonos (…) Su entristecida sabana, tendida frente al ocaso”. Sueños del pasado y esperanza de ver un porvenir mejor…

“Este pueblo me recuerda a Popayán, sobre todo la primera vez que lo vi”. Hará unos cinco años que Reynaldo tiene su familia en este pueblo, y dos que ha llegado él a formar parte de la vida social y económica de la ciudad que es hoy Villa de Cura.

La vasta comarca abrió sus caminos para que propios y extraños poblaran de interrogantes el paisaje. “Estación posible para todos los viajeros”. Cuatro caminos no ya polvorientos sino asfaltados conducen a las entrañas de un místico valle, otrora pacífico, donde el martillear del artesano, los misterios que moran en las viejas casonas, la hospitalidad del hombre de pueblo, la pasión artística, conviven frente al bullicio de un pujante comercio. Las calles invadidas de buhoneros itinerantes… todo parece ir irrefrenablemente a hacer de Villa de Cura una “metrópoli moderna” que pronto alcanzará los cien mil habitantes. Ya ha recuperado para sí un ámbito propio que ha pasado de ser solamente geográfico a convertirse en un espacio social, político, económico y cultural.

A Reynaldo ya lo comienzan a conocer los villacuranos, y lo buscan para hacer “viajes”. Posee una vieja Chevrolet, a la cual llama cariñosamente “la pichirila” (pájaro raro). Con este humilde trabajo levanta y mantiene a su familia, un oficio que trae de Caracas, donde vivió y desvivió algunos años. A Caracas llegó cargado de sueños y proyectos de una vida mejor… “Para mí Venezuela era Estados Unidos. Desde Cúcuta en la frontera, decidí un día venir a estas tierras, impulsado por un espíritu aventurero y audaz, con la ambición de lograr un gran porvenir… Ve para Venezuela – me decían – allá hay trabajo bastante. Yo, alucinado, como los españoles de la conquista, me imaginaba el dorado y una vida más holgada”.

Reynaldo Ricardo nació en Bogotá, República de Colombia, [el 14 de marzo de 1952] donde vivió hasta los nueve años. Es llevado a Cali, suroeste de Bogotá, ciudad situada en un valle, rodeado de montañas, algunas de las cuales se yerguen hasta alcanzar unos 4.000 metros. Allí vive Reynaldo poco tiempo y finalmente llega al sur del país, a lo que va a ser el pueblo de mayor influencia en su etapa de transición de la niñez a la juventud: Popayán, baluarte religioso del catolicismo romano.

Popayán es llamada la ciudad blanca de Colombia, nos dice Reynaldo y no puede ocultar su emotividad. Prosigue: “Es Popayán una ciudad cuyas casas son todas pintadas de blanco… y para aquel entonces recuerdo que las autoridades locales no permitían construcciones de más de cuatro pisos y en el casco central no se podían pintar las casas de otro color que el blanco. Aquellas casas eran de estructura colonial española. Las calles de la ciudad son anchas y los techos de teja roja…”

Observo que Reynaldo es un hombre de cierta cultura, no académica, de educación media. Semblante serio y sin embargo dispuesto a reír ampliamente, sobre todo al contar sus anécdotas que han sido muchas a lo largo de su viaje de Popayán a Villa de Cura. 

“El pueblo donde viví mi adolescencia y parte de mi juventud es como usted sabe muy católico. Abundan las iglesias de arquitectura y cúpulas coloniales, de gran valor arquitectónico…” 

Reynaldo no ignora el acervo histórico que posee Villa de Cura, el valor turístico y la arraigada tradición religiosa que él mismo ha podido observar en las procesiones de semana santa. Ha visto la gruta de Lourdes y el empinado y deteriorado Calvario. Conoce la histórica Casa de Boves o del Santo Sepulcro. Hoy, como en algunos pueblos de Colombia, incluso Popayán, Villa de Cura es un crisol que da cabida al pluralismo religioso. Existen algunos grupos como los mormones, evangélicos libres y pentecostales, adventistas y también están muy activos los testigos de Jehová. El clero católico ha tenido que ir aceptando compartir el espacio espiritual sobre el cual ejercía otrora el absoluto control. 

La casa de Reynaldo y su familia está situada en el área conocida como Guayabal, frente al llamado cerro de La Virgen, donde dicen que hay una cruz maltrecha confeccionada de hojalatas. “Sabe – me dice Reynaldo – en Popayán hay tres miradores. El principal es el Morro, un cerro donde existe una estatua dedicada a Sebastián de Belalcázar, fundador de la ciudad. El segundo mirador, llamado Colina de Belén, donde van los feligreses a cumplir sus promesas. En el valle de Pubenza está el cerro “de las tres cruces” que son iluminadas a principios de mayo, día de fiesta religiosa en Popayán, otro parecido con La Villa”.

“Cuando llegué a Villa de Cura no vi mayor movimiento artístico-cultural, pero gracias a usted me he ido enterando de que lo hay… y de calidad: artesanos, pintores, escultores, poetas, escritores, grupos de danza, de títeres y de teatro. Similarmente, Popayán es un centro cultural importante del Departamento del Cauca en Colombia. Tiene museos como El Valencia que es un museo de antropología, donde hay una muestra de la cultura precolombina y están las famosas cabezas reducidas por los indígenas, los cuales las cortaban a sus enemigos para luego reducirlas con un secreto método químico natural.” 

Para 1981 se estimaba que Popayán tenía 115.173 habitantes. Sabemos también que en el año 1983, a finales de marzo, un terremoto casi destruyó la ciudad. Actualmente funciona la Universidad del Cauca con sus facultades de Derecho, Medicina, Contaduría e Ingeniería civil. Posee bibliotecas públicas, un teatro Municipal, agrupaciones de artesanos, músicos, pintores, ceramistas y poetas. “En un tiempo aprendí la artesanía, esa era mi vena artística, pero la práctica de esta fue en mí algo efímero. Todavía me gusta, quien sabe si… Bueno, también tocaba la guitarra, hermano, y acompañaba las serenatas bajo la luna o la lluvia”.

Como todo joven latinoamericano, Reynaldo pasó una etapa de rebeldía, fruto de las crisis que abaten a las familias y que a veces las desintegran generando una realidad social que todavía nos agobia. “Me puse en contacto con el movimiento hippie. En estas comunas de unas quince personas o más, era cosa normal el uso de drogas que expendían en cualquier farmacia, barbitúricos y además otras drogas como la marihuana… Lo que me atrae entonces a estos grupos marginales y desarraigados es su filosofía de “paz y amor”. Era un movimiento de vagos pacíficos. Entre ellos varios artistas, músicos y poetas de tendencia nadaísta, quizás la menos ejemplar de las tendencias literarias en Colombia”. 

Hoy, en Colombia, la poesía está institucionalizada, hay una Casa de la Poesía Silva en Bogotá, fundada en mayo de 1986. En eventos como “La poesía tiene la palabra” se ha logrado concentrar hasta 8.000 personas que se reunieron en Medellín en 1989. 

“En aquellos tiempos – dice Reynaldo – yo compartía con ellos, con esos vagos pacíficos, conversaciones largas hasta que caíamos en sopor reflexivo de abismal autismo. Eran tiempos de errancia; los hippies eran miles de jóvenes alrededor del mundo, convencidos de poder cambiarlo según sus deseos, su símbolo fueron las flores… época del rock de los Beatles. Cuatro jóvenes que impactaron al mundo, época en la que surgen Carlos Santana y Joe Cocker, era compartir un sentimiento, un deseo…

“La ciudad de Popayán, como Villa de Cura, tiene gran importancia histórica y turística. Allá está el puente del humilladero, llamado así porque fue construido por esclavos negros, los cuales usaron como material de construcción ladrillo puro y cal y canto, esto era sangre de buey con cal. Este puente une la parte alta y la parte baja de Popayán. Ahí como en otros sitios de la ciudad se encuentran placas escritas que dicen: “por aquí pasó Simón Bolívar”, referencias a las incursiones hechas por el Libertador en su gesta emancipadora. Popayán es una ciudad mística de gran verdor y hermoso sol rojo crepuscular. Con acceso a una selva tropical montañosa tras la cual se desciende abruptamente a las costas del Pacífico. 

“El volcán Puracé, cerca de un pueblito del mismo nombre, regularmente emite gases y esparce cenizas que llegan hasta Popayán, allí el azufre es explotado comercialmente y luego llevado a otras regiones del país. El terreno es una rica fuente de producción agrícola, plenamente aprovechada por sus pobladores…”

Reynaldo llega a Caracas durante la época “saudita”, aquella de la “gran Venezuela” y de la “cultura del petróleo”. Hoy presa de extrañas fórmulas neoliberales impuestas por organismos foráneos internacionales y ahogada por una impagable deuda externa. Vino a Caracas acompañado de un joven colombo-venezolano nacido en la frontera. Al llegar a la capital queda traumatizado por todo lo que es aquel submundo de marginalidad y desviación social, inimaginable para él.

Sin embargo, se queda. A los tres días comienza a trabajar en un supermercado de chinos llevando bolsas y surtiendo mercancías, arreglando estanterías. En dos oportunidades viaja de nuevo a Colombia, pero regresa al país donde prevé la oportunidad de establecer una familia, se casa con una venezolana larense, y tiene dos hijos. Viven una vida modesta y feliz.

La vida de este hombre de pueblo está plena de anécdotas. Queda por escribir la novela de su vida, aunque él no se considera escritor. Yo pienso que Reynaldo es un cuentacuentos nato, de esos cuentos que tienen sabor a vida. Ha sido caletero, vendedor y chofer en Caracas y La Guaira. La vida agitada de Caracas contrastaba fuertemente con la tranquilidad de Villa de Cura para el tiempo en que Reynaldo traslada su familia. Decide una vez venirse a trabajar acá. Percibe el cambio de una vida más sosegada. Pero, nos confiesa: “pasé por una extraña crisis y me afectó económicamente. No obstante logré sobrevivir y me he acostumbrado a este ritmo de provincia en vías de desaparecer y le tengo cariño a este terruño que comparto con tanta gente, la mayoría buena y honrada que al igual que yo lucha por una situación mejor en medio del tráfago del mundo. El villacurano es hospitalario, se da, es como el llanero, parlanchín, locuaz y muy religioso”.

Desde mi casa veo el espejo azul del cielo. Algunas nubes forman figuras de imagineros. La brisa pasa por entre los árboles y arbustos llevando su verdor hasta el cerro más cercano. A veces transporta el canto metálico de un aparato de sonido. Ya algunos ranchos de cinc y madera empiezan a invadir el espacio natural…

Villa de Cura ha crecido, han crecido sus problemas como los de cualquier ciudad, problemas que reclaman soluciones prácticas de sus gobernantes de turno. La ciudad espera de sus mejores hombres y mujeres, nativos y extranjeros, como Reynaldo, su labor silenciosa, pero honrada, cada vez más extraña en este país. Los mismos vientos que hoy asolan a Colombia; el narcotráfico, el terrorismo, la violencia civil y militar, pueden de un momento a otro azotar a nuestro país. Colombia, y quizás en el fondo Venezuela, se agita en un mar de oscuros presagios. El viaje puede ser en medio de la tormenta, ya no de Popayán a Villa de Cura como el de Reynaldo.

El tiempo no se detiene, y con el poeta J. M. Arango, tenemos que seguir “cantando una canción (yo diría una ‘canción nueva’) entre los dientes”. 

Argenis Díaz, a comienzos de 1992.

Reynaldo Ricardo falleció en la ciudad de Popayán el 19 de diciembre de 1996, a causa de una "Apoplejía pituitaria", según datos aportados por quien fue su abnegada esposa, Pastora de Ricardo. No quería morir de "viejo achacoso". 

Foto de Reynaldo Ricardo, cortesía de Pastora de Ricardo

Reynaldo Ricardo (1952-1996)

Popayán, la ciudad blanca de Colombia.

Popayán, Colombia.

Fotos de Popayán:



jueves, 6 de junio de 2019

Claudio Castillo: Vida y trayectoria de un artista


Claudio Alejandro Castillo, nació en Santa Cruz de Aragua, Venezuela, el 6 de junio de 1941 y murió el 3 de noviembre de 1994. Narrador, dramaturgo, poeta, titiritero, artista plástico autodidacta, animador cultural. Fue colaborador de la revista Estrías y la página Umbra del Aragüeño. Fue fundador y director del grupo de teatro “El Poeta Sánchez” y de los grupos infantiles de títeres “La Tambora” y “Los Gallineros”. Autor de una obra plástica que sorprendió favorablemente a creadores y críticos de arte. Un artista polifacético que también dirigió teatro y montó coreografías.

Castillo nació en el seno de una familia de humildes campesinos donde vivió los rigores de una infancia repleta tanto de carencias económicas, como afectivas. Hijo de Emiliano González y Melida "mertita" Castillo. Poco o nada se conoce de sus padres y será la abuela paterna, María Rodríguez de González, la encargada de criar y educar al niño. Se sabe que tuvo otros hermanos, con los que mantuvo una relación muy distante.

El escritor por su parte se apropiaría del ambiente mágico, sereno y bucólico del pueblo que le vio nacer. Estudió hasta el sexto grado de educación primaria en la Escuela Federal Graduada N° 5 “Rafael Briceño Ortega”. En su adolescencia fue agricultor, vendedor ambulante de maní y cotufas entre otros oficios, para ayudar con el sustento económico del hogar. Todo esto antes de contraer matrimonio y poder llegar a graduarse como topógrafo en Maracay, oficio que ejerció en la población de Calabozo, estado Guárico, hasta el momento en que descubrió, asistiendo a un taller libre, que tenía talento artístico.

En 1963, tenía veintidós años de edad, se casa con Carmen Felicia Esqueda Pacheco con quien procreará cinco hijos; Cshehirha, Mirian, Dahiana, Claudio y Grabriel. Luego de casarse, comienza a pensar en otras posibilidades de vida y tiene su primer contacto con la pintura, e incursiona progresivamente en diferentes ramas artísticas.

Hombre de pocas, pero profundas amistades entre los que se cuentan “El Chicho” Paredes, René Croes Michelena, Aquiles Nazoa, Alberto Hernández e Igor Barreto. Padre preocupado y riguroso con la educación de sus hijos a quienes además de inculcar el interés por la formación académica, procuró mantener siempre ocupados en diversas actividades artísticas, involucrándolos sobre todo en la realización de los títeres.

En 1966, Castillo se atreve a participar por primera vez en una muestra colectiva de pintura en Maracay. Es el momento en el que el artista plástico y crítico de arte René Croes Michelena le descubre, le ayuda e impulsa a seguir pintando.

En 1967 René Croes organiza para Castillo una exposición individual en la Galería “El Puente” en Caracas, resultando ésta un rotundo éxito. Vale acotar que para esta actividad, Castillo cuenta también con el apoyo del maestro Juan Calzadilla, quien será el encargado de escribir el prólogo del catálogo de la exposición.

En 1968 obtiene el Premio Popular VI Salón Aragua. Aquiles Nazoa alaba su obra.

En 1969 obtiene el Primer Premio “Centro Simón Bolívar” en Caracas. Tras esta exitosa exposición en Caracas, Castillo decidió dedicarse de lleno a la pintura y comenzó a enviar sus cuadros a salones regionales y nacionales, en Maracay y Caracas principalmente.

Es en 1972, luego de escribir un texto para una de sus exposiciones en Maracaibo, Castillo, atendiendo a una extraordinaria versatilidad artística, comienza a interesarse en la literatura. Habilidad que adquiere de manera autodidacta, entre la visión mágica de la realidad santacrucense y el ávido ejercicio de la lectura. Escribirá sobre todo, dramaturgia y textos infantiles, publicando estos últimos en la revista “Uyapar”.

En 1974 obtuvo el Primer Premio del Concurso de Cuento de la Casa de la Cultura de Maracay, Estado Aragua con el cuento; “Vino, se lo llevó y lo trajo ido”. Este mismo año, en compañía de cultores como Isidro Moreno y Alberto Hernández entre otros, crea el Complejo Cultural de Santa Cruz de Aragua. Este proyecto no disfrutaría de permanencia en el tiempo, pero sí tendría su impacto por la cantidad de personas que se formaron en él.

En 1977 el jurado conformado por Isaac Chocrón, José Ignacio Cabrujas y Román Chalbaud le otorga una Mención en el II Concurso de Dramaturgia del Nuevo Grupo de Caracas, para piezas teatrales con su obra “La Petrica”.

En 1978 fue coordinador de cultura del Ministerio de la Juventud. Este mismo año fue incluido en el libro colectivo Antología de jóvenes narradores de Aragua, Carabobo y Miranda; Fundarte, Caracas. Obtiene Mención Honorifica Caveguías de Artes Plásticas.

En 1981 el escritor e historiador Oldman Botello lo incluye en la Antología de las letras de Aragua. Este mismo año obtuvo un Tercer Premio del Concurso de Literatura Infantil de la Universidad de Carabobo con el cuento “Don Mere-Mere con pan caliente".

En 1982, con el apoyo económico de la Secretaría de Cultura del Estado Aragua; animó, produjo e ilustró la primera muestra de dramaturgia de Aragua Presencia de seis dramaturgos (compilación, presentación e ilustraciones de Claudio Castillo).

En 1984 obtuvo el Tercer Premio Ciudad de Maracay en el III Salón Municipal de Pintura de Maracay, estado Aragua y el Premio “Bárbaro Rivas” del Salón Arturo Michelena, Valencia estado Carabobo, Venezuela. A finales de este año la salud de Castillo, por exceso de trabajo, comienza a deteriorarse alejándolo de la actividad creadora.

Sobre este hecho en particular, el escritor y artista plástico Juan Calzadilla escribe: “Desplazando su interés por la pintura hacia la escritura, la carrera literaria de Castillo hubiera continuado ganando adeptos y cosechando éxitos, de no haber ocurrido un accidente: una extraña enfermedad mental que le sobrevino a los cuarenta años paralizando sus facultades intelectuales para el resto de su vida.”

En 1991 la Secretaría de Cultura del Estado Aragua, bajo la coordinación del poeta Igor Barreto publica su obra La Petrica. En la nota final de esta publicación el poeta Barreto escribe: “Han pasado veinte años y su galardonada pieza “La Petrica” llega a mis manos. Más allá de las referencias a un teatro que utiliza una imagen delirante de inclinación Expresionista o Absurda, la Pieza recrea el feroz testimonio de unos personajes cuya única motivación es el hambre. El mundo de esta pieza es reverso de la imagen férica de su pintura. El lado esperpéntico de un pueblo aún no redimido”.

Este mismo año, por iniciativa de la Gobernación del estado Aragua, la Casa de la Cultura de su pueblo natal lo acoge como epónimo.

El 3 de noviembre de 1994, tras diez años de convalecencia Claudio Castillo muere víctima de un infarto. Murió en el mismo pueblo que le vio nacer rodeado de su esposa e hijos, tenía 53 años.



En 1995 la Secretaría de Cultura del Estado Aragua le publica el libro Guajara y otros cuentos. En la nota de presentación para esta edición el escritor Santiago Rojas Perdomo escribe: “Con Claudio Castillo, el cuento nos dio la clave del sortilegio de que es capaz; lo inverosímil, lo exagerado como fórmulas literaria y lo sobreabundante, tomaron decidido cuerpo y él demostró sus innegables cualidades de desfogar una nada común vena creadora, esto es: Fue una imitación de sí mismo; y como aquel poema de Borges “es el mismo y es otro, como el río interminable”.

[En 1996 Letralia, Tierra de Letras le publica el cuento Guajara- Edición Nº 2, del 3 de junio de 1996].

En 1997 la Secretaría Sectorial de Cultura, bajo la coordinación del narrador Alejandro Ramírez lo incluye en Narrativa de Aragua (1970-1996), uno de los libros más importantes editados en el estado y que recoge una muestra significativa del trabajo creador de los narradores de la región. Este mismo año es seleccionado para ser parte del libro colectivo: Narrativa Aragüeña en tierra de letras; una muestra sobre el trabajo narrativo que para ese momento surgía en la región y cuya compilación, presentación y notas estuvo a cargo de los escritores y editores Jorge Gómez Giménez y Héctor Torres. Fondo Editorial Senderos Literarios, La Victoria, Estado Aragua.

En 2002 es incluido en la revista Tarasca (Nº 2. Pág. 6), de San Sebastián de los Reyes, Estado Aragua.

En 2004 la Secretaría de Cultura del Estado Aragua a través del escritor Eleazar Marín lo incluye en el Tomo ll del libro El valle en dramas. Una de las antologías más importantes en cuanto a la dramaturgia realizada en la región aragüeña, con una además interesantísima reseña histórica del teatro en Aragua. Este año es incluido también en El Diccionario de Escritores Quiénes escriben en Venezuela (siglos XVIII al XXI) publicado por el CONAC y en libro colectivo El hacha y la diosa: tomo II (selección y prólogo de Héctor Bello); Ediciones Holguin (Cuba) – Actor Producciones (Venezuela).

En 2007 la Secretaría de Cultura del Estado Aragua a través de la antropóloga Judith Heredia lo incluye en el Tomo l del registro digita “Semblanza Cultural de Aragua”. Este mismo año, el Instituto del Patrimonio Cultural lo incluye en el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano. Región Centro Oriente. Caracas: Instituto del Patrimonio Cultural.

En 2009, El Sistema Nacional de Imprentas Regionales/Aragua, publica una nueva compilación de cuentos, con el título del cuento que cierra el libro La hormiga Domitila. La portada de este libro, fue ilustrada por su hija Mirian Marina.

En 2012 La Fundación Editorial El perro y la rana publica una edición ampliada de Guajara y otros cuentos, edición que estuvo al cuidado de Jesús Rodríguez y del hijo menor de Castillo; Gabriel. En la contraportada de esta publicación se puede leer: “Estos relatos nacen de una geografía que es a la vez física y emocional. Sus personajes logran en todo momento cruzar las fronteras que dividen ambas instancias, presentándosenos como vivos espectros que deambulan por las calles del pequeño pueblo de Santa Cruz de Aragua; al mismo tiempo, que intensos y vertiginosos, realizan un introspectivo recorrido hacia derroteros espirituales, metafísicos. Claudio Castillo logra historias cargadas de surrealismo en las que lo cotidiano es ampliado y repotenciado, significando la realidad como apenas un reflejo de un mundo subterráneo mayor. Un mundo en que sus personajes llevan la tragedia y la esperanza a cuestas.” Este mismo año 2012, El escritor Adalberto Pérez Ramírez lo incluye en el libro Efemérides del estado Aragua, editado por Prensa Libre, Maracay.

En 2015 por iniciativa del Dramaturgo Hernán González a través del Colectivo de Narradores Orales, se realiza el 1er Festival de Narradores Orales y Cuenteros Populares FABULADORES, como homenaje al Gran Maestro Claudio Castillo, y propone además, realizar el festival todos los años, coincidiendo con la fecha de nacimiento de este insigne artista.

Castillo está incluido además en la revista “VI festival escolar de títeres homenaje a Ali Contreras; editada por la Gobernación del Estado Aragua, s/f.

Sobre Claudio Castillo el escritor y periodista Alberto Hernández ha escrito: “Claudio cuenta como si conversara con uno. Sabía contarle a los muchachos. A los viejos también. Por eso le decían loco, porque tenía una locura bella en medio de los ojos. Y lo que echaba por la boca se convertía en brillo. Por eso escribo esta nota como si Claudio la hablara. Es Claudio quien la escribe, quien me dicta. Me cuenta desde su más allá infinito. Pero, ¿qué son esos cuentos de Claudio Castillo, natural de Santa Cruz de Aragua? Son los cuentos de sus calles, de su barrio, de su plaza, de su iglesia, de la gente que le pasaba por la mente. Son los personajes que lo imaginaron a él. Porque Claudio Castillo era un cuento que nos contaron y se hizo realidad en otro cuento que aún no nos han contado. (…) la literatura de este escritor revela el imaginario de quien vivió rodeado de voces, de imágenes, de colores, de trazos, de paisajes humanos anclados en el silencio de su observación”. (Fragmento del texto escrito para la segunda edición del libro Guajara otros cuentos).

Juan Calzadilla también querrá escribir sobre el autor y su obra de esta manera: “La excepcionalidad de Claudio Castillo, lo que lo hace singular en nuestro panorama artístico, no es que haya sido un excelente primitivista, formado de manera autodidacta, y cuya obra es comparable en logros a la de maestros como Carvallo y Víctor Millán, sino la versatilidad de su talento para desenvolverse en varias disciplinas y al mismo tiempo seguir siendo él mismo. En la plástica venezolana no habíamos visto un caso semejante, si hacemos abstracción de Salvador Valero, el pintor trujillano. Solo que Valero se desempeñó, a tiempo que pintaba, como un historiador e indigenista, en tanto que Castillo, ganado por el duende narrativo, rinde tributo a la fabulación fantástica, a aquella que se sitúa al borde de la locura y entre la ficción onírica y la magia. Con un toque de oralidad y humor que no hubiera vacilado nuestro Armas Alfonzo en considerar a la par suya.”

La amistad y admiración que unía al humorista Aquiles Nazoa con Castillo, lleva a éste, inspirado en una de sus pinturas a escribir una de sus obras más hermosas “La historia de un caballo que era bien bonito”, cuento que escribe de un solo tirón a mediado de los años 70, durante la apertura de una exposición individual de Castillo realizada en Caracas y que además lee en esa misma actividad. Más adelante, como retribución a Nazoa, Castillo creará un seriado de pinturas de “caballos que comían flores”.

Las obras pictóricas de Castillo se siguen exhibiendo gracias a la colaboración y disposición de sus hijos.

Sus textos literarios han sido trabajados por docentes y promotores de lectura en los diversos encuentros de niños lectores realizados en el estado Aragua, desde el año 2000.

De Castillo nos quedan muestras de una gran profundidad y claridad de pensamientos, además de madurez artística, en las diversas entrevistas que le hicieron a lo largo de su vida como creador. En una en específico, que le hicieran para el diario El Siglo, expresó: “La inspiración no existe. Es solo una palabra que utilizan para engatusar y hacer trampas en el arte. Yo mientras más cosas hago voy sintiendo la inmensidad del arte donde no hay término ni camino que muera. ¡Pobre de aquellos que se sienten consumados o que solo pueden ver el arte por una ventana o repiten una y otra vez las mismas necedades! La única idea posible es aquella del trabajo; lo demás es entretenimiento de borrachos y retórica de fanáticos. Pienso que ser artistas estriba en trabajar y nunca esperar que le rindan pleitesías o estar por encima de los demás.” (Entrevista a Claudio Castillo. En El Siglo, 26-04-1981, “Cuartillas”, p.2. Guajara y otros cuentos. p.7)

Obra dramática

Qué fácil es cazar pájaros por la noche.
La Petrica.
Diálogo de un resucitado.
Desde que Dios amanece.
Adaptaciones de cuentos a obras dramáticas:
Lulochopo tiene rey (Infantil).
La hormiga ladrona y el bachaco también (infantil).


Texto: Yadira Pérez.

Fotografía: archivo de la familia Castillo.
Agradecimiento especial a Gabriel Castillo.

Referencias:



Claudio Castillo.
Foto de Guajara y otros cuentos. 1995. P. 3

Obra Claudio Castillo. Guajara y otros cuentos. P. 32

Obra Claudio Castillo. Guajara y otros cuentos. P. 56

Obra Claudio Castillo. Guajara y otros cuentos. P. 8

Claudio Castillo. Obra.