domingo, 17 de noviembre de 2019

Por los senderos literarios

I
Hubo un tiempo gris, casi todo los años ochenta y noventa fueron claroscuros, incluso la juventud, las ganas de hacer que la tierra rotara sobre su eje pero de forma inversa. Quizás con la esperanza de conseguir una mecánica diferente acerca del funcionamiento del mundo humano; sí, ese mismo mundo que engloba los sistemas políticos, sociales y económicos de la atestada humanidad.

Apenas se abría una ventana en la casa de las ideologías, de allí la brisa soplaba a nuestro favor, de su interior salían aires de cambios profundos; la guerra fría terminaba de sacudir su horror entre espasmos e infernales laberintos de la Glasnost y la Perestroika, y aquí muy cerquita de nuestros patios los gallitos cantaban la canción de los elegidos.

Venezuela era un país asediado por la indiferencia, por el plasma de los sesudos, que acordonados en el anillo de su status quo mantuvieron al margen (marginado) al universo de las letras. Aquellos gobernantes ochenteros, fueron incapaces de elevar la nariz de su porta aviones y darle la cola al que se ahogaba en los más bajos estratos de la pobreza extrema.

Fue así como se aproximaba los ideales de unos jóvenes hambrientos de justicia y paz literaria. Nace entonces un grito dantesco que le dio cuerpo a un hilo literario que fue tejiéndose en la madurez de sus integrantes: “Desde la desesperación hasta el aniquilamiento nuclear”. Nace entonces el nombre de Senderos Literarios, conformado por insipientes poetas que vieron el amanecer muy temprano, primero que muchos: William Hernández, Miguel A. García, Eleazar Guerra, Ramón A. Sirit, Margarita Berroterán, Rafael Serrano Toro, Macanoli Natera, entre ellos, Romy Bompart, quien les escribe.

Aprendiendo literatura, narrativa, poesía, mientras se inventaba en el abismo de nuestra conciencia un perenne constructivismo, parecía la norma pedagógica para emerger de nuestra ignorancia.

Los talleres necesarios, las visitas a las capitales y los pueblos de nuestro pueblo, aunque la palabra ya pisoteada resalta el quehacer cotidiano del poeta, nace así también una especie de pregonero que logramos publicar llamado la “Magia Cotidiana”. Y en los lugares más recónditos de nuestra geografía fuimos sacando lo más preciado del corazón de los in visibilizados y construimos un suplemento literario muy autóctono llamado “Conuco”.

II
Desde el primer manifiesto promulgado hasta las publicaciones consagradas de Senderos Literarios, La Magia Cotidiana y Conuco; la población de El Consejo, del estado Aragua, jamás permaneció oculta ni intransitable, fue el empalme de aquella huella dejada por el poeta Rafael Revenga, un ilusionista de la palabra y calcinador de la condición pura y humana de nuestra geografía.

Empezamos a corretear por los pasillos aledaños de El Aragüeño, El Carabobeño, el diario Avance, El Clarín, periódicos y revistas nacionales. Ávidos por llevar los versos al nivel audible y digerible a los estudiantes, campesinos e intelectuales, sin distinción de géneros. Ya los teatros, las universidades, las cárceles, las calles y los autobuses, se convirtieron en nuestro santuario, la declamación, la lectura, la pegada directa a la conciencia del espectador era nuestro fin; alcanzábamos llegar hasta las fronteras de nuestros límites, sin recursos económicos y con el hambre de concientizar a cuestas.

Fuimos verdaderos poetas de “la desesperación y del aniquilamiento nuclear”, quizás únicos en su género, deambulamos sin pretexto para salvar al hombre de su extinción, de su exilio de la conciencia, cobijados con la visionaria idea de contar con un futuro vivible.

Tenemos historia escrita, vivida, consagrada. Aunque el mundo externo no mejora en su afán de auto liquidarse nosotros alcanzamos el regocijo espiritual de haberlo intentado por treinta años en franca lucha, así lo siento y lo pregono. Esa emoción me hace intentar describir en pocas palabras lo que significaron aquellos poetas para mí.

Williams Hernández, motivador, líder que descalzo llega hasta al infierno si es preciso para salvarte. Miguel A. García, fortaleza, árbol que camina y crece hacia el averno de la tierra para sacar lo mejor de ti. Eleazar Guerra, ideólogo, lámpara que fascina con la palabra sencilla para alumbrar los rincones desfasados de la mente. Ramón Sirit, lógico, altruista que dejaba su futuro en reposo hasta alcanzar la liberación del ser esclavizado. Margarita Berroterán, onírica, cobija de amor y compasión que arropa los cuerpos despojados de la sociedad. Macanoli Natera, vital y necesaria, fuente cristalina que seguirá fluyendo hasta que el mar se solidifique en la próxima edad de hielo. Rafael Serrano, perseverancia y yunque del sistema, resucitado, emergido y elegido del pueblo fantasma.

III
Nos distrajimos por veinte años y los oportunistas prostituyeron la canción necesaria.
En aquella década, principios de los ochenta, mediados de los noventa, creíamos fielmente que el mundo nos arrastraría con su excremento, quizás por eso nos distanciamos en el universo critico de las ideas, pero no sólo de palabras sino de acción. Es importante resaltar el enorme peso que rodamos en la conciencia, al estilo crudo y rudo de Sísifo porque los hombres que cultivan altos valores y principios nunca dejan de luchar y empujar a la humanidad hacia territorios posibles.

En mi caso, o mi ocaso, el aporte moral y ético de mis hijos Romy y Rosmary, mi esposa, Miriam, fueron determinantes para bifurcar en el sendero la búsqueda de la dignidad por encima de la calidad de vida, habiendo por supuesto alcanzado ambas, reposo en silencio bajo el estupor encrespado de la poesía, el cuento y la narrativa libre. Es mi karma, mi cruz, la piedra que rodaría eternamente mientras el aliento de vida me sobre en las ideas.
Desde aquellos primeros versos hasta estos párrafos libres he considerado mi crecimiento global como una consecuencia de haber conocido y compartido en Senderos Literarios con personas terrenales capaces de reinventar el universo.

Publicaciones destacadas en los inicios de Senderos Literarios

De un pasado libre a un presente esclavo (ensayo), Eleazar Guerra. Agosto de 1987. El sol nos cubre rojo (poesía), Miguel Angel García. Febrero de 1988. La mujer, ¡hasta cuándo segundo sexo! (ensayo), Ramón Alexander Sirit. 1988. Las estrellas confinan un drama (poesía), Williams A. Hernández. Octubre de 1988. La Rosa (narrativa en prosa), Romy Bompart Piñango. Mayo de 1989. La iguana rosada (poesía), Margarita Berroterán. Septiembre de 1989. Los asaltantes (narrativa), Rafael Serrano Toro, Barrabás. Diciembre de 1989. Marao, cuentos del llano (narrativa), Pedro Ron. Julio de 1991. De espaldas al silencio (poesía), Argenis Díaz. Julio de 1992. Zona de descarga (poesía) Macanoly y Lissette. Diciembre de 1992. Cinco noveles autores aragüeños (narrativa / poesía), Julián Castillo, Rómulo Aponte, Yadira Pérez, Miguel Prado y Henry Colmenares. Septiembre de 1993. Dios y otros mitos (narrativa), Jorge Gómez Jiménez. Septiembre de 1993.

Romy Bompart Piñango /2016.

Primeros integrantes de Senderos Literarios.

Miembros de Senderos Literarios en el tiempo.

Publicaciones de Senderos Literarios en el tiempo.

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