lunes, 28 de octubre de 2019

El Ateneo Miguel Ramón Utrera cumplió 23 Años en la Casona

Según fuentes no primarias fue don Miguel Giménez Acosta quien construyó esta casa para su familia, a finales del siglo XIX, aproximadamente en 1880. Fue honorable hogar con importante casa de comercio perteneciente a la familia Giménez Garlín. Su estilo arquitectónico muestra principios constructivos y elementos netamente coloniales y la tendencia al eclecticismo por imitación.

El 27 de Octubre de 1996 se realizó el acto de entrega, tras culminar la restauración donde se dieron cita: Jacobo Salas Romer, presidente de Cementos Caribe (anteriormente CONCECA); Maritza Carpio, coordinadora regional de la Fundación Caribe, las autoridades regionales y locales, el alcalde Wiston Durán Vegas; el músico y compositor Luis Mariano Rivera, junto a los fundadores: José Gregorio Correa, quien presidió el discurso de orden; Gladys Josefina Mayorga, quien fue la primera presidente en esta sede, Eduardo Sánchez, Edgar Martínez, Emilio Carruido, William Rodríguez, Luis Brizuela, Julio Padrón, Gonzalo Escobar, Luis Ascanio, Carmen Padrón, Luis Velásquez, José Carvajal, Luisa Gómez, Ismar López, Manuel González, Teódulo Brizuela, Daniel Tirado, Félix Seijas, Rafael Carruido y Jesús Rosalino Ascanio.

Se dice y se cree también que esta casa fue posada, sala de cine, teatro y circo, club social, sala de juegos, billar, restaurante, panadería, bar, discoteca, frutería. Después que fue adquirida por la Municipalidad en 1985, con fines de convertirla en Museo, se inició el vertiginoso deterioro que la llevó a ser ruinas y testimonio de indolencia y desidia.

Aun desde sus ruinas funcionó en sus primeros años el ateneo y en sus espacios se le dio vida a diversos actos culturales (exposiciones, foros, lecturas de poemas, teatro, reuniones), incluso en la sala del antiguo Bar Aragua, que antaño fue parte del solar de la casa.

En el sencillo ejercicio de la imaginación nada cuesta tener la certeza de que en esta casa se estrenó la primera máquina de café express, sustituto del cafecito casero. En el alto calor del humo donde se crecían los panes de trigo que vinieron a eliminar la laboriosidad de la autóctona arepa de maíz. En la barra y cerca de la rocola, cuánta amargura pudo haber sido menos y cuánto gozo pudo prolongarse con tragos de cervezas tipo pilsen que le quitaron señorío al ron y a los "palos de hombre" del aguardiante claro. ¿Cuál pasión pudo encenderse bajo la morada luz y la melodía de padre e hijo? ¿Cuánto escándalo hubo?

¿Dónde el azar fue presa de la artimaña, el truco, en aquellas salas de juegos? Y así, cual efecto guardar como un tesoro de aquellos cálidos recintos de la Escuela Pedro Aldao. Aquellas pizarras, soberbiamente llenas de magia y miedo; las enredaderas que habían en el patio, las páginas amarillas del "Centinela de la salud", la revista "Tricolor", la sabia didáctica de las carteleras y el periódico escolar "Crisol". La señera rectitud de Utrera. Misia María Escobar y José María Duran por decir nombres. ¿Cuántas lecciones de honestidad y solidaridad? ¿Cuándo posar, otra vez, frente a la escuela después de una primera comunión? ¿Cuándo volver a sembrar árboles?

El primero de abril de 1991, gracias a la iniciativa de la Prefectura del Municipio en la figura de la Licda. Miriam Escobar de Miranda y otras fuerzas vivas de la comunidad, la otrora Empresa Consolidada de Cementos C.A. (hoy INVECEM) se comprometió al financiamiento y restauración del Ateneo de San Sebastián, compromiso cumplido. La casa de ayer es más recuerdo personal de cada uno y cada cual. Ella es sitio del resplandor.

Texto: José Correa
Fotografías: Archivo del Ateneo de San Sebastián


José Gregorio Correa.

San Sebastián de los Reyes.

Invitación para la ocasión.

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