viernes, 18 de marzo de 2011

Sobre los concursos literarios

Héctor Torres

El que hace de jurado de un concurso literario asume un alucinante ejercicio de minería. Con una resolución que podría catalogarse de desquiciada, agarra sus aperos y se adentra en la mina sin certeza alguna de encontrar algo que no está muy seguro de saber qué es. Por lo general, y por mucha experiencia que tenga como escritor, suele dejar en manos de su olfato de lector esa búsqueda que “una vez leídas todas y cada una de las obras participantes”, dé con lo que deba hallar, sea esto lo que sea.
Pero esa no sería la única dificultad a la que se enfrenta. Encargar al instinto una decisión que va a desembocar en un hecho tangible, y premiar a uno sólo entre decenas o cientos de textos, desemboca en otra. Así se lo advirtió hace mucho tiempo un reputado escritor a otro más joven que él: “Nunca participe como jurado de un concurso literario, porque el que gana creerá que se lo merece y los demás se convertirán en sus enemigos”. Vale destacar que aquel joven escritor, que llegaría a ser un experimentado novelista, hizo caso omiso de ese consejo.
Y si adentrarse en una mina a buscar algo que no se sabe ni qué forma tiene es un hecho bastante romántico, lo es más aún cuando la metáfora de la mina se concreta en la lectura de decenas (quizá centenas) de cuentos inéditos sin otra ganancia que la de encontrar (vuelvo a la metáfora) una piedra lo suficientemente peculiar como para conjeturar detrás de ella la existencia de un principiante con eso que hermosamente se conoce como “el fuego sagrado”. Esa cosa indescriptible que produzca la anhelada historia maravillosa jamás oída, como acotó para siempre Guillermo Meneses
Ahora, si bien es cierto que no existen fórmulas para hallar ese portento, también es cierto que existen elementos que contribuyen a no entorpecer esa búsqueda. Basta estar frente a un monumental cerro de cuentos inéditos para entender exactamente de qué va el asunto. Un buen cuento es una rara pieza literaria en la que la energía y el interés por conocer un pedazo de la vida de alguien debe permanecer hasta el fin de la historia. Un tubo con una sola entrada y una sola salida. La idea es proponer esa historia con un mínimo de artificios externos, para que ese lector que debe determinar cuál de ellas logró con más eficacia el propósito anterior, no distraiga su objetivo.
A continuación, entonces, un pequeño y desordenado decálogo de los detalles que observarse al enviar su propuesta de hechizo a un certamen literario.

1.- Cuida la ortografía con el mismo celo que debes cuidarte de la grandilocuencia.

2.- No intentes impresionar con sadomasoquismo, drogas y crímenes innecesarios. El jurado avezado de concursos literarios ha visto más sexo y crimen en su vida que un comisario jubilado de la extinta petejota. Esa advertencia aplica para otros tópicos “candentes”. No pretendas escandalizar de gratis, porque eso, lejos de asombrar a un buen lector, delata una historia carente de fuerza en sí.

3.- No intentes comprar al jurado con trucos tan baratos como epígrafes o guiños a su obra. La vanidad de los escritores le impide disfrutar de intentos de halago mal urdidos.

4.- El lector convertido en jurado olfatea cuando se encuentra ante un autor curtido. Cuando se tropieza con él, su actitud se vuelve cauta y atenta. Algunos elementos delatan a estos autores: un título con pegada pero que no supere al texto, una presentación sobria sin adornos ni lujos innecesarios, una historia narrada sin prisas ni perezas, son algunos. Esos son los cuentos que coloca en el lote de la segunda lectura.

5.- Recuerda que el jurado tiene que vérselas con decenas de textos. Todo lo que lo distraiga de su búsqueda no le genera más recall sino más fatiga. Estos últimos van para el otro lote.
6.- Asegúrate de que las copias que envíes estén claras, legibles, numeradas, con título y seudónimo visibles. Es un gesto de cortesía e interés por ser leído.

7.- Escribir es corregir. Y también comprimir. En su libro Mientras escribo, Stephen King asoma una fórmula hacia el camino del bien: “2da versión = 1ra versión - 10%”.

8.- Aléjate de ideas como “siempre ganan los mismos”, porque se convierten en cómodas sombrillas para justificar la derrota. Que diversos lectores señalen, en ocasiones distintas, a la obra de un autor, habla de la calidad que está alcanzando ese autor en la construcción de sus ficciones. Honrar honra.

9.- Lee todo lo que te sea posible. No hay talento tan deslumbrante que no requiera de los maestros para aprender a escribir.

10.- Insiste. Detrás de cada cuento ganador hay decenas de historias de derrotas. Si no convences al jurado al menos habrás puesto a prueba tu carácter. Cree en tus búsquedas y olvídate de las modas. Tarde o temprano deberán ser reconocidas en su honestidad.

   Pero eso sí: no nos llamemos a engaño. Observar las normas contenidas en este decálogo no produce porque sí piedras preciosas. En todo caso, y esto es sin duda, es una forma de ofrecer nuestros guijarros lo más limpio que nos sea posible. No sea que estemos entregando una joya pero la hayamos escondido detrás de una gruesa capa de barro.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Periodismo alternativo zamorano

Villa de Cura, y en general el municipio Zamora, ocupa un lugar indisputable en la historia regional del periodismo, que ahora llamamos alternativo. En las primeras décadas del siglo XX surgen iniciativas comunicacionales, a través de diversos medios impresos, que van a satisfacer la necesidad de informarse de una comunidad signada por su papel protagónico en los acontecimientos sociales, políticos,  económicos y culturales de la época; una comunidad depositaria de la tradición independentista del siglo XIX.

Las anotaciones, propias de un escribano, del fallecido Salustiano Yusti Prieto(1899-1987) un barinés nativo de Sabaneta, quién dedicó a Villa de Cura cuarenta años de vida útil, dejando un legado de crónicas y relatos humorísticos, dan testimonio de las inquietudes periodísticas de este pueblo. En su crónica Pasado y Presente de Villa de Cura (1974), Yusti Prieto destaca la aparición de varios periódicos, casi todos semanarios o quincenarios, desde el año 1905. Entre estos menciona: Puntos y Comas, desde la edición 22 de marzo de 1905, luego su reaparición en 1910, segunda etapa y, finalmente, una tercera etapa que se prolonga hasta 1921, edición Nº 346, fungiendo siempre como redactor, administrador y director L. López Celis. Pluma Libre, cuyo primer número aparece el 24 de agosto de 1912, bajo la dirección de Plácido García Z. y como cronista F. R. Torres. El mismo López Celis publicará además El Eco de Aragua, semanario de intereses generales, el 31 de octubre del mismo año.

Para el año 1922, el siete de julio, nace en Villa de Cura El Paréntesis, un semanario dirigido por Amadís de Gaula (seudónimo); después del Nº 45 aparece como redactor Luis Rivas, hasta el Nº 48. Luego la dirección queda a cargo de Aníbal Bustamante hasta la edición Nº 368 del año 1927.

Forma parte de esta crónica el quincenario Pluma y Mallete (1933), un periódico de la Logia Masónica fundado por el intelectual y poeta, Don Manuel Linero S. También las escuelas de mayor tradición villacurana, como son “Teresa Carreño” y “Arístides Rojas”, contaron con un órgano informativo, La Voz de Nosotros (1937), bajo la dirección de María Simoza y Manuel J. Medrano.

Uno de los periódicos de más larga data fue El Quijote, que según nuestra fuente nació en Villa de Cura el año 1929, donde aparece como director Carlos F. Gross y entre sus redactores: Martín Pereira y Narciso Pérez Acosta. Más tarde aparece como editor el recordado J. L. Sanabria Méndez, el 23 de agosto de 1932. En agosto de 1945, Nº 157, El Quijote tiene como director a Rafael Viloria, pero su quinta etapa comienza en agosto de 1966, bajo la dirección de dos villacuranos ilustres: Don Inocencio Adames Barrios y Germán Cordero Padrón con el sello de Editorial Miranda. 

Junto a El Quijote es propio mencionar a El Unitario (1958) y El Villacurano (1966), en su segunda época, bajo la dirección de Don Germán Castillo y como jefe de redacción al periodista Oldman Botello. En estos medios informativos figuran hombres como Napoleón Guariguata, Pedro Ezequiel González, Pedro Pablo Poleo y José Manuel Morgado, quien desde 1958 dirige y mantiene el humorístico ocasionario Cotejo Mocho.


Cabe mencionar a un quincenario que en cierta forma logró cubrir el vacío dejado por la ausencia de los anteriores: El Vigía, fundado y dirigido por José M. Seijas desde 1978 hasta 2010. Coexistiendo con ese quincenario surgieron otras iniciativas privadas como El Crítico del luchador social Alfredo Barrios y otros amigos.

Toda esta tradición indica que los zamoranos estamos dispuestos a seguir siendo punta de lanza en lo que concierne a la comunicación social alternativa, ahora llamada comunicación comunitaria. Bajo este signo, nace a la sombra del 282 aniversario de la ratificación de la fundación de Villa de Cura (2004) el órgano de prensa comunitaria Zamoranos Impreso VII, un quincenario que asumió (lamentablemente en muy pocas ediciones), el compromiso de llevar el estandarte de esta tradición de libertad de pensamiento e ideas, respaldado por un equipo humano, conformado por vecinos de todas las comunidades de Zamora.

Incluimos en esta crónica un periódico (semanario), que nacido hacia el sur de Aragua, mantuvo por un año (1997-1998) su oficina de redacción en Villa de Cura, como fue Hoy Diario del Sur, dirigido por Frank Lozano, que dedicó gran centimetraje en sus páginas a los acontecimientos políticos, sociales y culturales del municipio Zamora.

Ahora surge, desde la inquieta población de San Francisco de Asís del municipio Zamora, El Portavoz de Aragua (diciembre de 2010), concebido “con la pretensión  de erigirse en un instrumento de servicio a la sociedad aragüeña”; nace como un instrumento de comunicación social “revestido de ética, independencia, equilibrio, veracidad y ciudadanía”. Es producto de una idea que adquirió cuerpo y concreción en la mente del profesor y periodista Javier Herrera y un condensado equipo de intelectuales, educadores y gente de bien, comprometidos con el terruño que abriga a la comunidad zamorana del estado Aragua.

Queda probada, entonces, en estas pocas líneas, nuestra premisa inicial: el municipio Zamora ocupa un lugar indisputable en la historia del periodismo alternativo, comunitario e independiente de nuestra región.

Texto y fotos: Argenis Díaz.


Quincenario El Quijote. 1966


Logo de El Cotejo mocho creado por José Seijas.

Quincenario El Vigía. 1978.



Periódico artesanal, independiente. 1993



Impresos Zamoranos VII. 2004.



El Portavoz de Aragua. 2011.