“Vivíamos
entonces en Villa de Cura, aquella Villa del 44 aún bucólica y amable. Un
miércoles santo nos llega Aquiles Nazoa desde Caracas. A su encuentro para el
abrazo fraterno fuimos el periodista y poeta Morgado, Ramón Elías Arocha y el
que suscribe”.
Rafael Viloria.
Por José Manuel Morgado
El anuncio, pues, de la
venida de Aquiles, nos llevó, como dice “Pistolero”, a ir a su encuentro. En
los escasos días que permaneció en esta ciudad fue huésped de Viloria, y
durante los mismos disfrutamos de su genial humorismo y de su humana sensibilidad
poética. Una mañana de esos días, reunidos los tres en la Plaza Miranda,
Viloria asomó la idea de una “foto al minuto”, aprovechando la infaltable
presencia del fotógrafo. De acuerdo con la proposición de Viloria, tomamos una
posición para la foto, a excepción de Aquiles, que en el momento que el
fotógrafo metía la cabeza en el “saco” que tenía la cámara, se replegó del
grupo y haciendo la imitación de un niño malcriado y renuente, dijo mientras se
salía del enfoque: -si no sale el pajarito no me retrato…
La “salida” de Nazoa nos
hizo reír a todos, incluyendo el fotógrafo, y el poeta, como una retribución al
modo como aquel la tomó, se reintegró al grupo, sentándose en el piso en
posición de buda, delante de Viloria y yo. 24 años de edad contaba en ese
entonces Aquiles. Hacía cuatro que había publicado su primer libro (El Ruiseñor
de Catuche).
Baquianos somos, pues, en el
hermoso mundo de Aquiles Nazoa, desde sus comienzos hasta la interrupción
brusca, trágica de su vida, de su paso por la Tierra, donde a Venezuela para
bien y pasar su orgullo, le tocó ser la otra madre, la madre telúrica de
Aquiles Nazoa, “El Ruiseñor de Catuche”.
Sumergido el poeta ya en “el
único soñar que no tiene un amargo despertar”, como el mismo lo dijo
refiriéndose una vez a la muerte, no hemos dejado de recordarlo, porque su
rememoración es para nosotros una brillante aureola sobre nuestro sentimiento […]
Para los que tuvimos el
privilegio de conocer desde su nacimiento su poesía, de compartir con él
siquiera breves lapsos de su laborioso tiempo, su recuerdo es encontrarse con
el alba de pronto en un camino; en la fresca paz de los recodos; es el grito de
los trabajadores voceando sus consignas revolucionarias; es el monte que nace y
crece dentro de las casas abandonadas; es el último rezo que se dice, de pie,
al ser yaciente que amamos; es el silencio de las noches insomnes; es el olor a
incienso de los templos; es secarle las lágrimas a un niño enfermo; es el aroma
de la brisa de marzo y abril, viajeras en la mañana y al atardecer...
Soneto
para Aquiles Nazoa
De
un hombre que trabaja con papeles
Que hermosas las mañanas de
este enero
con su brisa violenta y
rochelera
que deja en su incursión la
primavera
y en los ojos me deja ese
tierrero…
Con la brisa parezco un
insincero,
un hipócrita, Aquiles, un
cualquiera:
le canto como a niña
quinceañera
y después me le vuelvo
retrechero.
¿Mis razones? Son justas y
tan llanas
que tú que eres poeta tan
humano
ni me culpas a mí ni te
condueles
Si me vieras aquí por las
mañanas
salirle con dos piedras en
la mano
cuando empieza a volarme los
papeles.
José
Manuel Morgado (1924-2016)
MAYO
(Mes del nacimiento de
Aquiles)
¡Oh mes de San Isidro
Labrador,
En que retoña el árbol, el
arbusto,
Y retoña el amor..!
El verano ha dejado a la
Patria abatida,
por eso con regusto
celebra tu venida:
tú le das a las flores
diferentes matices
y al aire, cuando llueve, un
olor a raíces.
Mayo,
que manejas el rayo
como un espadachín,
y tu canción sencilla de
chin-chin
entonas en el techo de las
casas,
tú que aromas el mundo
cuando pasas
y nos vuelves a todos
infantiles,
vamos a hablar de Aquiles:
Y a honrar el día Primero
de victoria,
aunque aciago,
fecha en que el obrero
lo tiñó con su sangre de
gloria
en el viejo Chicago.
Y aquí en Venezuela,
Micaela
le pone otra gloria a tus
días.
pues si diciembre tiene su
Mesías:
Jesús, su dulce profeta,
tú tienes tu Poeta.
Con cariño,
los niños de mi tiempo de
niño,
tiritando de frío,
cuando tu invierno se
tornaba impío
y yacía marchita la flor del
arrebol,
pedíamos con amor
al bueno de San Isidro
Labrador
que nos quitara el agua y
nos pusiera el sol.
Y un día
fastidiado de aquella
letanía
sometiste la lluvia a sus
rediles
y nos pusiste a Aquiles.
Pues,
Aquiles es
El sol fecundo que despunta
en invierno;
Aquiles es el tierno
retoño del uvero;
es el viento viajero
que lleva entre los dedos el
polen de la espiga.
Su palabra es la Samaritana
que lleva
el gua que mitiga
la milenaria sed
de los sedientos por la
Patria Nueva:
Aquiles es la red donde
queda atrapado
el malvado
y es el alto lucero
que le alumbra su noche al
prisionera
Porque Aquiles nació un día
de tu signo,
tú te has hecho digno
de ser el abuelo de su
Poesía.
José
Manuel Morgado (1924-2016)
De: Jazmín y Cariaquito.
1986)
Referencia
Prosa
y Poesía. Lo que sentimos y dijimos de Aquiles Nazoa. Publicación
del Fondo Editorial Rafael Bolívar Coronado.
Concejo Municipal del
Distrito Zamora. Villa de Cura, 1981.
Aquiles Nazoa (1920-2020). Ilustración: Julio E. Morillo. 1981 |
Aquiles Nazoa (1920-2020) |
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