Una vez alguien dijo: “este museo se parece mucho a la ciudad en que existe”; se refería al Museo de Arte Contemporáneo de Caracas y no al Museo de la Tradición Inocencio Utrera. No obstante, es posible extrapolar la experiencia porque nuestro museo sí se parece a la ciudad donde existe: Villa de Cura. La razón es muy sencilla, esta ciudad está llena de historia y tradiciones que le dan una identidad cultural única. Hasta el modo como fue fundada así lo señala. Esta ciudad es memorable o está llena de memoria. Nuestro museo también, obviamente. Claro, nuestro museo es singular, es mixto o misceláneo y único en su estilo, como lo han dicho ilustres visitantes.
El Museo Inocencio Utrera
nos cuenta y conserva la historia de esta ciudad, a través de sus objetos,
reliquias, cuadros y vitrinas. Allí está buena parte de la memoria colectiva
del pueblo convertido en ciudad. Nos cuenta de su fundación, sus creencias,
personajes y de objetos familiares que marcaron lo cotidiano de nuestros padres
y abuelos (ancestros). Lo que se dice “el alma del pueblo”. El corpus de
objetos expuestos a la vista del visitante revela el espíritu, la fuerza, el
empuje, de un pueblo dispuesto a luchar por su identidad. Es un mensaje para
las nuevas generaciones de Villacuranos y Zamoranos. El Museo, como la ciudad,
contiene música, cultura, literatura, amores y aventuras de un pueblo orgulloso
de ser interior.
Queremos que nuestros niños,
niñas, adolescentes y jóvenes conozcan el alma de este pueblo, de esta ciudad
que los cobija, su memoria, su tradición y cultura. En este espacio, el tiempo
de detiene por instantes, pero fluye hacia el futuro. Vernos en el espejo del
pasado nos permite construir el camino hacia los nuevos tiempos. Es tarea de
todos también reconstruir la memoria colectiva. Por lo menos eso creemos fue el propósito de los fundadores de este museo: Giusseppe Girlando, Inocencio Utrera, Elio Martínez y las primeras familias donadoras de objetos para el museo.
Si fallamos en esta tarea,
si existe un vacío generacional será porque no hemos sabido sembrar en nuestros
descendientes el valor de esa historia, de esa memoria. Porque el olvido de
nuestro pasado lleva a la enajenación cultural. Aprendamos que el Museo
Inocencio Utrera es una ventana por donde se suceden las imágenes familiares
que nos convidan a recordar quienes somos como pueblo y ciudad.
El Museo debe tomar la
ciudad, sus calles, escuelas, liceos, comunidades, plazas y espacios culturales.
Debe abrirse a lo posible, crear consciencia colectiva; debe ser asumido como
lugar de objetos y sujetos de conocimiento y placer – como cualquier museo que
se precie de serlo- a través de sus obras, un espacio de comunicación y
comunión.
Un museo no es –no deber
ser- un mausoleo, un lugar de cosas muertas, no es el final de nada, es el
comienzo y la continuidad de lo esencial. El museo trae el pasado al presente
para reflejar, a su vez, el porvenir como pueblo con alma (vida), existencia en
la cultura y por la cultura continua.
Con esto en mira, visitamos
el museo y nos convertimos, cada visitante, en sus promotores, a través de
proyectos y planes, de visitas guiadas y espontáneas. Desde la escuela y la
comunidad debemos promover las visitas al museo, cuando se pueda hacer esto.
Podemos hacer una visita virtual incluso, a través de las redes sociales,
haciendo buen uso de Internet y otros recursos tecnológicos. La idea es no
darle espacio al olvido, a la desmemoria, a la enajenación cultural. No ocultar
en la cuarentena histórica este espacio vital de nuestra ciudad.
José Argenis Díaz, 31 de
julio de 2020, en plena cuarentena por el coronavirus, Covid-19.
Fotos: Argenis Díaz.
Referencia
http://villaliteraria2010.blogspot.com/2010/04/cronica-del-museo-inocencio-utrera.html
Visita al Museo Inocencio Utrera. 2015. |
Estudiantes visitan el Museo Inocencio Utrera. 2015 |
Museo Inocencio Utrera y Biblioteca Ezequiel Zamora. Av. Miranda este Villa de Cura. |
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