jueves, 26 de septiembre de 2019

Miguel Ramón Utrera: la voz de la provincia olvidada

Miguel Ramón Utrera Galindo nació el 25 de septiembre de 1908 en San Sebastián de los Reyes, Aragua. Fue el primogénito de Miguel Mariano del Carmen Utrera e Hilaria María de los Dolores Galindo. Poeta, docente y ensayista, le fue conferido el Premio Nacional de Literatura en 1981 por un jurado compuesto por sus amigos Vicente Gerbasi y José Ramón Medina, el cual rechazo por motivos personales. Fundó la Escuela Federal Graduada Pedro Aldao de su pueblo natal en 1936 y fue su director hasta 1960. Desde 1948 fue presidente de la delegación de Educación en el Distrito San Sebastián de los reyes durante diez años. Realizo estudios de Primaria en su pueblo natal y la Secundaria en Caracas.

Fundó el periódico Crisol y fue Jefe de Redacción del periódico La Caridad, ambos de San Sebastián de los Reyes. Colaboró en diversos periódicos y revistas regionales y nacionales de la época, entre ellos La Voz de Aragua (San Casimiro), Ecos del Tuy (Ocumare) El Quijote (Villa de Cura), Fantoches, El Nacional, Élite, Voltaje y El Universal, promoviendo actividades culturales y una serie de artículos bajo el título general de Surcos del Tiempo.

Realizó ensayos literarios como Tres notas de apreciación sobre la vida y obra de José Rafael Pocaterra, Teresa de la Parra y Antonio Arraiz, publicados en el suplemento literario de El Universal. Estudio: La lírica de Sergio Medina y un Balance de Letras de Aragua; Crónica Biográfica de diez Personajes Aragüeños, Análisis de la Actuación de Alejandro Humboldt en Aragua, Análisis de la Actuación en Aragua del General Francisco de Miranda durante la Primera República, publicados en la revista Voltaje de Maracay. También está su trabajo antológico Poesía de Aragua.

Fue oyente y miembro honorario del famoso grupo literarios “Viernes” junto a Héctor Guillermo Villalobos, Pálmenes Yarza y Aquiles Certad. 

Publicó los poemarios: Elegía serrana (1932), Nocturnal (1940), Rescoldo (1944), Calendario de ausencia (1948); Oficio de verano (1950); La voz recobrada (1953); Testigo del alba (1956); La huella invisible (1960); Aquella aldea (1962); Cuadernos Literarios de la Asociación de Escritores de Venezuela; Selección Poética (1964), Aires de vida (1968); Memoria de la espiga (1975); Edades de la flor (1982); Poesía de Aragua (1968; segunda edición 1992). También aparece en las siguientes publicaciones: La otra Claridad (Editorial La Liebre Libre, Maracay 1993) y Anales del Municipio San Sebastián, estado Aragua (crónicas, Maracay 1993). 

Miguel Ramón Utrera fue la voz poética de la provincia olvidada y la elevó la aldea a categoría poética universal. Su poesía es fina, sencilla, estilizada y llena de imágenes que exaltan el paisaje. Sin embargo, su obra va más allá de la tradición lírica del paisaje como referente inmediato que utilizaron sus predecesores.

En una entrevista que le concediera al diario El Nacional en 1981 y publicada en el Papel Literario, bajo el título “Yo no acepto ese premio”, señaló: “No creo en premios, en ningún premio. He dejado de aceptar condecoraciones en varias épocas. Creo que un mérito, cualquiera que sea, si es sólido, no necesita galardones, el mérito solo basta”.

Respecto al acontecer literario, a la actualidad literaria venezolana, opinaba que hay fallas:

“Hay un vacío que se nota después de la desaparición de Guillermo Meneses. En cuanto a la poesía, creo que sigue en la misma situación desorientada que se planteó desde la última posguerra, hasta el punto de que no existe ninguna representación especial. Se escriben y se publican muchos versos, incluso libros muy delicadamente presentados, pero esta producción no refleja mensajes sólidos”. 

Rechazó que lo catalogaran de “marginado”. Casi al final de la entrevista afirmó: 
“Yo me hice solo, no tuve apoyo familiar para ir a una institución superior, tuve que trabajar en Caracas y estudiar a ratos, hasta lograr una licencia de auxiliar de regente. Después me tuve que quedar en San Sebastián porque no había maestro para la escuela. Toda mi vida útil quedó en ese trabajo, que me dio muchas satisfacciones”.
Falleció el 28 de agosto de 1993 en su pueblo natal. El ateneo de San Sebastián de los Reyes lleva su nombre y una bienal de literatura de la Secretaría Sectorial de Cultura del estado Aragua.

Texto: Argenis Díaz

Agradecimiento a Tulio Rafael Durán por suministrar el dato sobre la fecha de fallecimiento, vía facebook.

Sitios de la imagen: 
https://www.elnacional.com/papel-literario/miguel-ramon-utrera-acepto-ese-premio

Miguel Ramón Utrera de joven.
https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Miguel_Ram%C3%B3n_Utrera.jpg


Referencias

Efemérides del Estado Aragua. Adalberto Pérez Ramírez. 2012.
Poesía de Aragua (1966-1996). Efrén Barazarte. Secretaría de Cultura de Aragua. 1997)
https://venezuelaehistoria.blogspot.com/2018/09/miguel-ramon-utrera-galindo.html
https://revistainternacionaldepoesia18.es.tl/Miguel-Ram%F3n-Utrera.htm



Miguel Ramón Utrera Galindo (1908-1993).

Miguel Ramón Utrera de joven.
Documental: Miguel Ramón Utrera Galindo. 1993.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Tomás Torres Molina: el poeta nacional

Conocido como el Poeta Nacional, Tomás Torres Molina nació en Turmero, estado Aragua, el 22 de septiembre de 1927, radicado en Maracay desde los seis años de edad. Hijo de Eugenio Torres Barrios y Belén Molina. Casado con Mercedes Pantoja, de cuya unión nacieron: Omaira Argelia, Tomás Antonio, Ricardo Jesús y Merbel Moraima. Doctor en sociología de la Medicina, poeta, declamador, autor, compositor y locutor. Fundador y conductor por más de 30 años del programa "Cantares de Venezuela" que se transmitía los domingos por La Voz de La Victoria 1180 YVLQ, y luego por Radio Aragua 1010 AM en Cagua, Aragua.

Trabajo en el Ministerio de Transporte y Comunicaciones durante 32 años como Director de Asuntos Legales de la Inspectoría de Transporte y Tránsito Terrestre de La Victoria estado Aragua. Fue vicepresidente y después presidente de la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela (Sacven) y presidente del Círculo de Autores y Compositores del estado Aragua (Ciaca) y miembro del Sindicato de Radio, Televisión, Teatro y Afines del Estado Aragua.

Su producción sobrepasa los mil temas y canciones al ritmo de la música llanera y el joropo central, de las cuales más de 400 temas han sido grabados por un centenar de artistas de la talla de Reina Lucero, Cristina Maica, Maira Castellanos, Arístides Díaz, Víctor Véliz, Atilio Segovia, Víctor Bonasí, Luis Silva, Margarito Aristigüieta y Mario Díaz, entre otros. Algunas de sus canciones han sido premiadas en diferentes festivales como la Panoja de Oro, Samán de Güere de Oro, El Morro de Oro, el Zamora de Oro y el Florentino de Oro y de Diamante, La Voz del Alma Llanera, entre otros. En 1984 fue declarado hijo ilustre de la ciudad de Las Tejerías por el ayuntamiento local.

En su honor fue creada la “Orden Poeta Tomás Torres Molina” por la Alcaldía del municipio Girardot del estado Aragua, para resaltar a los mejores exponentes culturales de la región.

Algunos de sus poemas fueron publicados en la antología 2° Encuentro Regional de Poetas Populares, Homenaje a José Helímenas Rojas, publicado por la Secretaría Sectorial de Cultura y el Instituto de la Cultura de Aragua, a través del Sistema Nacional de Imprentas de Aragua (2015).

Falleció el 27 de noviembre de 2016.


Referencias

Efemérides del estado Aragua. Adalberto Pérez Ramírez. 2012.


Tomás Torres Molina (1927-2016)

Poetas Argenis Díaz y Tomás Torres Molina.
La Victoria 2010.

viernes, 20 de septiembre de 2019

El doctor Pedro González Mijares y los 70 años del liceo Alberto Smith

En 1947 se inauguró en Villa de Cura el hospital Dr. José Rangel y fue precisamente para trabajar en este nuevo centro de salud que llegó a nuestra ciudad el joven médico caraqueño Pedro González Mijares; venía por poco tiempo, pero se quedó 22 años.

Le atrajo su paisaje, arquitectura colonial, la hospitalidad y amistad de su gente, motivo por el cual contribuyó con pasión a mejorar en algunos aspectos, la vida de los villacuranos. Ejerció el cargo de médico jefe de la Unidad Sanitaria y trabajó como pediatra todos esos años. Fue presidente del recordado Club Social, fundó la Sociedad de Amigos de La Villa y electo concejal por el partido FND, el de la campana del Dr. Arturo Uslar Pietri.

Se sentía satisfecho porque ya los enfermos no tendrían que viajar a Maracay o Caracas para someterse a intervenciones o tratamientos complejos; pero también se dio cuenta que los jóvenes estudiantes al concluir su educación primaria no podían continuar sus estudios de bachillerato porque en Villa de Cura no había liceo y tenían que trasladarse a Maracay y San Juan de los Morros.

Inmediatamente comenzó a reunirse con un grupo de personas que tenían la misma inquietud: Víctor Roldán, Luis José Acosta Rodríguez, Juan Pablo Álvarez, Javier Mena, Félix Valderrama, Francisco José Pérez, Humberto Esaá, Manuel Rondón, José Fernández Bounadot, Julio de Armas, Saúl Albano, Evelio Gutiérrez, Manuel González y muchos más que se solidarizaron con tan plausible iniciativa, prestándole su decisivo y entusiasta apoyo. Al principio no tuvieron éxito, pero continuaron con las reuniones con mayor empeño.

Gracias a la feliz coincidencia de encontrarse al frente del Ministerio de Educación el ilustre villacurano doctor Augusto Mijares, tío de Pedro González Mijares, este grupo solicitó su respaldo al ministro, el cual fue positivo logrando abrir el liceo en septiembre de 1949. El recién creado liceo inició actividades en una casa alquilada en la calle Leopoldo Tosta cruce con Comercio, cerca de la casa parroquial con una matrícula de 40 alumnos en 1er. año. El doctor González Mijares fue designado director ad honorem del liceo cuyo nombre tras varias discusiones fue el de Alberto Smith, quien fue ministro de educación en el gobierno del general López Contreras; como subdirector se nombró al profesor Danilo Candeo, un italiano recién llegado a Venezuela.

El liceo fue mudado en 1950 a la calle Miranda cruce con Dr. Rangel (antigua Inspectoría de Tránsito). Años más tarde a la calle Bolívar, frente a la casa del santo sepulcro (actual sede de La Leoncio Martínez). La primera promoción de bachilleres egresa en 1963 y llevó el nombre de Pedro González Mijares en honor a quien fuera su fundador, formando parte de la misma su hijo Pedro González Oliveros, Manuel Moreno, Julio César Reyes, Ramón Simancas, Saúl Pérez Zamora, Pedro Domingo González y Armando Álvarez, entre otros.

En la vieja casona, a medida que crece la población estudiantil, en el año escolar 1966 el centro de estudiantes presidido por Luis Rosendo Hernández Paradisi, acompañado por Claudio Nazoa, Ramón Zerpa, José Manuel Guirados y demás integrantes, comienza una lucha pacífica para gestionar ante el ministerio de educación la construcción de una nueva sede para el liceo; las autoridades educativas respondieron afirmativamente a la justa petición del estudiantado y construyó una moderna edificación con amplio terreno para su expansión en el sector La Represa, inaugurada por el presidente Raúl Leoni en 1968.

Destacados pedagogos han dirigido nuestra máxima casa de estudios dejando su huella progresista en el álbum que recoge su historia: Dr. Pedro González Mijares su director y fundador; profesores Evelio Anzola, Alberto Heredia, el villacurano Raúl Montenegro, José Núñez Gaimare, José Eusebio Sierra, Flor Pereira de Argenti, Pedro Guevara Romero, Ramón Barrios, Gustavo García, Agustín Bompart, Sonia Navarro, Sonia Godoy, Gladys Álvarez, Gladys Villanueva, Carlos Machado, Javier Garrido, Pedro Delgado Azuaje (primer exalumno en ocupar la dirección), Graciela Lovera, Mayela Caracas y la actual directora Julissa Córdova. Unidos a ellos don Amador López, el solícito bedel, hombre íntegro a carta cabal; Germán Cordero Padrón, director de lujo del orfeón y las muy eficientes y serviciales secretarias Pipina Coelles, Caridad García y Norma Oliveros
.
Hoy, al arribar el liceo Alberto Smith a sus 70 años de fundado, exige con urgencia la decidida participación de sus exalumnos, organismos competentes y comunidad en general para hacer más efectiva y completa su acción educativa conforme a las más modernas técnicas de estudios, cuya dotación debe ser el más valioso aporte que deben darle al llegar airoso a tan significativo 70 aniversario de vida activa y fecunda en pro del engrandecimiento educativo y cultural de esta histórica ciudad. 


"Exhorto al ciudadano alcalde y concejales para que en tan significativa fecha sea declarado el liceo Alberto Smith patrimonio cultural del municipio Zamora".

No tuve el privilegio de estudiar en el Smith, pero con el más noble sentimiento de orgullo por todo lo que involucra, históricamente, la presencia del liceo Alberto Smith, tanto en la ciudad de Villa de Cura como en todo el estado Aragua, dedico con afecto estas líneas principalmente a todos sus exalumnos; a la juventud estudiosa, a los docentes que han participado en las aulas albertistas e igualmente a la memoria del doctor Pedro González Mijares y profesores fallecidos que en su momento dieron su aporte en aquellos años de inicio y desarrollo, como también a todas las personas que en las diversas actividades han formado parte del entorno liceísta a quienes he querido reconocer en este escrito lleno de recuerdos y nostalgia.

Mucho le debe Villa de Cura a Pedro González Mijares, su dinamismo le permitió destacarse en todas las áreas del quehacer público: en el campo de la salud, de la educación, del arte y la cultura, en la vida social, en el hermoso terreno de la filantropía y en tantos aspectos, en fin, por los cuales camina el cotidiano devenir de la ciudad.

El calor y amor de este pueblo, que lo cobijó bajo su cielo recién llegado de Caracas con su inseparable esposa Leo y su primogénito Pedro, le dio como regalo cuatro de sus amadas hijas: Susana, Yolanda, Diana e Irene; años más tarde Alexandra, la menor, nacería en la sultana del Ávila. Seis profesionales, quienes con el ejemplo de su padre y guía espiritual tuvieron siempre la educación recta e intachable de un hombre humilde, pero con un corazón de oro, quien siempre supo guiarlos por el camino correcto, como todo un gran educador, que un día llegó a la tierra villacurana a cumplir una misión para luego irse lleno de satisfacción por haber logrado su objetivo. Honor a quien honor merece.

Chencho Adames Aponte

https://villaliteraria2010.blogspot.com/2018/10/en-1949-comenzo-funcionar-el-liceo.html

https://www.facebook.com/239052057912/photos/el-liceo-alberto-smith-de-villa-de-cura-es-una-instituci%C3%B3n-emblem%C3%A1tica- 


Dr. Pedro González Mijares.

Liceo Alberto Smith.
Liceo Alberto Smith

miércoles, 28 de agosto de 2019

Luz Carpio de Figueroa y su raudal de versos

Luz Carpio de Figueroa, escritora, poeta, nació en San Sebastián de los Reyes, Aragua, Venezuela, el 18 de febrero de 1935. Desde hace muchos años residenciada en San Juan de los Morros, guariqueña de corazón. Se desempeñó entre otras cosas como docente de castellano y taquigrafía.  Asimismo fue secretaria de la Asociación de Escritores del estado Guárico y jefa de protocolo del mismo Estado, madre de cinco hijos. Su nombre es epónimo en la Sala de Literatura de la Biblioteca Pública Central Rómulo Gallegos desde el año 2015.

Publicó el poemario Raudal. Versos, editado por Gráficas Los Morros (1975), con presentación del poeta Miguel Ramón Utrera, ilustraciones de F. Ziegler. Ha publicado poemas sueltos en la prensa local. Textos suyos aparecen en el libro Navidad en el llano, sección Poesía de Diciembre. Que comprenden textos de Arturo Celestino Nadales, Dionisio Bolívar, Ernesto Luis Rodríguez, J. M. Torres Viera, J. A. De Armas Chitty, Pako Riko, Alberto Hernández, Pedro Díaz Seijas, Moisés Moleiro, Darío Laguna, Alí Almeida, Próspero Infante, Luis Barrios Cruz, Miguel González Contreras, José Ramón Medina, Juan Sánchez Peláez y Armando Luis Lovera.

Del poemario Raudal, obra primigenia de Luz Carpio, expresa Miguel Ramón Utrera:

“El presente libro es una muestra de la lírica aragüeña y el primero que su autora – nativa de San Sebastián de los Reyes – entrega a la pública circulación. Dada la escasa producción femenina de este género que se ha registrado siempre en la región, este aporte encierra merito apreciable, sobre todo por haber sido realizado con afectuosa dedicación y venciendo circunstancias muy poco favorables al exigente gobierno del pensamiento que esa actividad implica”.

La relación de amistad que existía entre el autor de “la flor ignorada” y Luz Carpio se remonta hasta sus años en las aulas de la Escuela Nacional fundada por Miguel Ramón Utrera, y que él mismo dirigió “por más de veinte años” en su lar nativo. Señala, de manera afectuosa “la palabra ya depurada y madura” de Luz Carpio donde “puede apreciarse con exactitud la trayectoria de una vida administrada con disciplina, en la que nunca ha faltado el adecuado espacio pata la expansión intelectual y la fecunda laboriosidad”.

Encuentra Utrera, en estos sencillos versos de Raudal, “palpitaciones vitales, libres de toda pose y expresadas, además, sin sometimiento a los clásicos preceptos académicos”. Aunque también esperaba que “puedan aparecer en un futuro próximo, nuevas y más sólidas expresiones suyas.

Encontramos en este libro, que hemos tenido en nuestra biblioteca por más de dos décadas, una larga dedicatoria de Luz Carpio a su esposo (Pedro Figueroa), “el ser que ha sabido despertar y mantener en ella [su alma de mujer] la gracia del sentimiento más sublime y elevado: el amor”. El poemario está dividido en cuatro secciones: La Dolida Palabra (A mis hijos), Soledades (A mi madre), Íntima Heredad (A mis hermanos) y Rúbrica y Estampa (A El Morro), cada una con textos referidos a una temática particular que confluyen en este raudal de poesía que sale del corazón, la mente y la pluma de Luz Carpio de Figueroa.

En el poema Ya es la hora, alusivo a Dios, dirá:

De sentirlo en el trino de los pájaros,
en la mística plegaria matinal,
en los sueños y juegos infantiles
e en la suave fragancia de un rosal

De palparlo en la brisa de la tarde,
en el mendigo y en el pobre rapaz,
en la tierna caricia de la madre
y en el epinicio de la paz

… Ya es la hora de acercarnos a Dios

En Soledades, encontramos textos como este:

TENGO SED SAMARITANO
dame a beber de tu agua
que yo vengo de muy lejos
y busco un amor en vano.

De las mieles de tu boca,
TENGO SED SAMARITANO,
baja tu cántaro y dame,
que de amor, me vuelvo loca.

He trajinado desiertos
y desandado caminos,
TENDO SED SAMARITANO
Y estoy anclada en tu puerto.

Sedienta estoy de tus manos,
de tus besos, de tu boca,
que traigo fiebre de amores,
TENDO SED SAMARITANO.

Los poemas de Íntima Heredad están dedicados más que todo a celebrar con la palabra a su entorno familiar, acrósticos bien pensados y sentidos. Rúbrica y Estampa consta de un solo poema dedicado a “El Morro” que llama “colosal gigante, pleno de majestad y grandeza”, “cíclope de míticas leyendas…”

¿Por qué no he de inspirarme en tu insigne belleza?
¡Oh viejo gigantesco, secular monumento!
Seguirás contemplando tu ciudad que progresa,
Y yo, presta a cantar, tu hermosura
Y portento.

Con sus versos sencillos, en Raudal, a sus 84 años, Luz Carpio de Figueroa deja su legado al pueblo que la acogió en su seno y que le reconoce como una mujer de cultura y de testimonio de vida a la juventud guariqueña.

Texto: Argenis Díaz

Foto y Referencias

https://bibliotecaspublicasguarico.blogspot.com/2015/04/salas-de-la-biblioteca-publica-central.html

Raudal. Versos. Luz Carpio de Figueroa. Graficas Los Morros. 1975.

Luz Carpio de Figueroa, poeta.

Poemario Raudal.
Luz Carpio de Figueroa. 1975.

domingo, 25 de agosto de 2019

El Joropo central: orígenes, tradición y permanencia

A nuestros amigos del joropo: Alfredo Sánchez, José “Chino” Rujano, Joaquín Villamizar, Dany Pérez, Pedro Sanabria, José Manuel Valera y Trino Lovera.

El Joropo central (también llamado joropo tuyero) es una manifestación musical y dancística de los estados centrales de Venezuela, específicamente: Miranda, Aragua y Carabobo, aunque se ha extendido hacia los llanos centrales y al Distrito Capital. Expresión folclórica compleja que permite tomar en cuenta música, baile, cultura, literatura, instrumentos, imaginación y cotidianidad. Muchos son los nombres ligados a esta música, convertidos en leyenda, como Margarito Aristiguieta, Ciro Pimentel. Juan Sanabria, Salvador Rodríguez, Fulgencio Aquino, entre muchos otros… Además, alrededor de esta manifestación hay todo un conglomerado y público consumidor de cultura; podríamos hablar de una industria cultural, donde participan compositores, cantantes, arpistos, bailadores, todos bajo el signo de “joroperos y joroperas”, familiares, amigos, empresarios, comerciantes, artesanos, productores radiales, locutores, animadores, equipos de grabación y editores que mantienen viva la tradición. 

Algunos gobiernos regionales, a veces, también han puesto su granito de arena generando festivales, rutas y eventos que promueven a los protagonistas del joropo, los llevan a las escuelas y apoyan programas radiales para difundir la música central.

En cuanto a los instrumentos tradicionales que se utilizan para la ejecución del joropo de estos estados solo tenemos “Arpa, Maraca y Buche como suele llamarse a la voz del cantador”. Se diferencia del joropo llanero tanto en el baile como en los instrumentos que se utilizan, ya que en el llanero se usan el arpa, las maracas, el cuatro y desde hace décadas el bajo, además de que en las parejas de baile del joropo central el hombre es quien resalta, mientras que en el llanero pueden resaltar ambos bailadores. Por otro lado, en el llanero se puede encontrar la variante de la utilización de la bandola en sustitución del arpa, sobre todo en los llanos altos.

Instrumento unificador del joropo

El arpa es el instrumento más antiguo que se conoce. Existen evidencias en la Biblia y en lugares tan distintos como Egipto, Grecia, Mesopotamia, Europa y América. Constituye el instrumento musical unificador del joropo en sus diversas manifestaciones y variantes. Su presencia en las tradiciones musicales venezolanas es muy anterior al primer registro documental de la existencia del joropo. La documentación expuesta por Battaglini Suniaga (2014) indica que el arpa era conocida en los llanos centrales antes de 1620.

El arpa que se trajo de España en esos primeros tiempos era la distintiva arpa diatónica medieval-renacentista, que se difundió principalmente en nuestro país y en las repúblicas que hoy se conocen como Perú, Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina, México, Colombia y Paraguay. La característica principal de esta arpa es que conserva iguales particularidades a la del siglo XVI, aunque haya aumentado el número de cuerdas de 24 o 27 a 32, 34 o 37; además, carecía de pedales. A lo largo de 300 años, españoles, africanos, indígenas y mestizos, colectivamente, pudieron muy bien reprocesar y readaptar la técnica del arpa popular española en los llanos y costas venezolanas, aunque conservando, sin saberlo, técnicas antiguas (improvisación y cromatismos) en los ejecutantes del arpa tradicional venezolana. 

Casi todos los que llegan a ser ejecutantes del arpa en Venezuela lo logran sin haber pasado por algún tipo de escolaridad o academia, valiéndose del dominio práctico-memorístico de los sonidos (o sea por oído musical, como se dice popularmente) y la imitación visual-oral de sus maestros “arpistos”, quienes a su vez aprendieron de la misma manera, desarrollando extraordinarias habilidades en la ejecución del instrumento.

Este instrumento, el arpa central, posee caja de resonancia más ancha que la llanera, la curvatura superior de la “ese” no es tan pronunciada y posee 34 o 36 cuerdas. Consta de cuerdas de acero, las 13 primeras, denominadas tiplitos; las 13 segundas, de nylon, tenoretes y las 8 o 10 últimas, también de nylon, bordones. El arpa del joropo llanero tiene todas las cuerdas de nylon. En el joropo central encontramos la caja, instrumento de percusión característico al igual que la mandolina, el cuatro y las maracas. Las maracas están elaboradas de taparas pequeñas que contienen semillas de capachos; a la más pequeña se le llama hembra, suena más grave y por lo general se ubica en la mano izquierda; a la más grande se le llama macho con un sonido más agudo y se ubica por lo general en la mano derecha; aunque algunos arpistos son ambidiestros y se sienten cómodos usando indistintamente la derecha o la izquierda. La percusión es el sonido que produce el zapateo en el hombre cuando golpea el suelo.

Orígenes

El joropo en Aragua y Miranda surgió en la época Colonial Venezolana, en las florecientes haciendas productoras de café, cacao y caña de azúcar ubicadas en las costas y serranías circunvecinas a pueblos y ciudades. Se tiene información de que el esclavo aprendió las melodías que escuchaba en sus momentos de descanso; luego de las faenas en las haciendas, el esclavo se deleitaba escuchando el arpa clásica de cuyos sonidos disfrutaban los amos, y fue así como reproduciendo, “construyó la de bambú con cuerdas de tripa animal”, creando nuevos ritmos y dándole mayor fuerza.

Magín Rodríguez (1978) señala que “el negro comenzó a imitar con el arpa la música de los fandangos, pero en su ejecución no pudieron evitar la influencia de la fuerza rítmica del negro, dándole a los bordones de una arpa rústica…” Opinión que comparte el investigador y folclorista Ramón y Rivera (1986). Los primeros fandangos llegaron a Caracas en el transcurso del siglo XVIII. Se ejecutaba en bandurrias, vihuelas y mandoras en las veladas de los “grandes cacaos”, como se llamaba a las familias pudientes. El fandango más popular que se conoce es el del Padre Soler en 1700 con los mismos giros del pajarillo y otras formas interpretadas en clavecín. 

No obstante, especialistas como Oscar Bataglini Suniaga sostienen que el fandango barroco “no es la única referencia filogenética del joropo” y que el joropo es mucho más que un “fandango aclimatado” o “tropicalizado”. Asimismo, las referencias que tenemos del fandango provienen de fuentes españolas, en el transcurso del siglo XVIII, como baile con características que se evidencian en las tipologías del joropo venezolano, como son el compás, las progresiones armónicas, el zapateo del baile y la cadencia frigia-andaluza también presente en el flamenco. Parece ser innegable el aporte de la música barroca con sus distintos elementos compositivos sobre el más reconocido género musical venezolano.

La primera mención documentada del joropo que se menciona en la Colonia es del 10 de abril de 1749, seguramente muy posterior a la aparición de los rasgos característicos del género (Bataglini Suniaga, 2014). Desde esa fecha tanto venezolanos como españoles diferenciaban claramente el fandango español del joropo. En cuanto a la palabra “joropo”, según el lingüista Ángel Rosenblat (1978) está evidentemente emparentada con “jarabe”, “Jaraba” y “jarope” con equivalentes en el español antiguo y clásico. Joropo es un derivado de “joropear” en el sentido de “bailotear”. Otros opinan que el término es una derivación de la voz árabe “Xarop” que traduce jarabe, “sirope” o “hidromiel”. Algunos estudiosos han sugerido la derivación quechua “huarapu” que dio origen a “guarapo” (Rodríguez, 1986). Conforme con esto, Best (1988) refiere en un documento colonial venezolano que “era tradición de los establecimientos agrícolas de la época, finalizada la molienda de la cosecha de caña de azúcar, agasajar a la peonada con una alegre fiesta en la cual se bailaba y se tomaba jugo de caña fermentada: el “guarapo” que con el tiempo de transformó en “joropo”.

Tradición

El joropo ha experimentado algunas modificaciones en cuanto a la temática y contenido de las letras. Antes la letra se improvisaba y se le cantaba a la naturaleza, a las faenas del campo, a las vivencias del campesino, sus valores y creencias. En la actualidad se escribe una letra sujeta a una estructura poética que se ha conservado igual a la métrica española. Así encontramos coplas, romances, décimas, glosas y redondillas. Los temas son variados y en ocasiones de doble sentido. Y en cuanto a la conformación musical del joropo central, hablamos del Golpe y la Revuelta, una suite formada por cinco partes: Pasaje, el Yaguazo, la Guabina, la Marisela y la Llamada del Coco. Además, el Golpe que se caracteriza por la libertad de su ejecución. Es un ritmo más rápido y pegajoso.

En cuanto a la vestimenta, cuando los joroperos acudían a una fiesta o evento, el hombre dejaba lucir un pantalón de color variado, así como camisa manga larga o corta de cuadros o unicolor. A veces usaba liquilique de color blanco, crema, negro o gris. También solía utilizar un sombrero y alpargatas. Ahora todo ha cambiado. La mujer se vestía de gala con una falda un poco más abajo de la rodilla, casi siempre amplia, floreada, estampada o unicolor y una blusa ancha o ceñida al cuerpo. También utilizaba vestido completo, se adornaba con collar, pulseras, se maquillaba y como calzado utilizaba alpargatas. Ahora la mujer usa pantalón para bailar. Algunas opinan que la tradición del vestido debe conservarse, apoyarse y defenderse para que no se pierda.

Hoy día, el joropo está tan extendido por el territorio nacional que podemos hablar del joropo del centro (Miranda, Aragua, Carabobo y Distrito Capital) y el llanero (Apure, Barinas, Cojedes, Guárico) de joropo guayanés, cordillerano (zona de El Guapo, Barlovento y norte de Guárico), andino, larense y oriental, según los estudios realizados por la investigadora Katrin Lengwinat (2006), quien también ha hecho aportes importantes sobre esta compleja manifestación cultural como lo es el joropo venezolano.

Nuevos aportes y recomendaciones

Por último, quiero hacer referencia al trabajo paradigmático presentado a principios de 2016 por Gerardo Manuel Roa para optar al grado de Magister Scientiarum en Musicología Latinoamericana por la Universidad Central de Venezuela titulado Caracterización de la revuelta del Joropo Central a partir de la teoría generativa de la música tonal. Calificado como el primer estudio sobre el análisis rítmico de la música de la tradición oral de Venezuela, específicamente del joropo de los estados centrales, a partir de la transcripción de la música de la Revuelta “La pila de agua bendita” del cultor Juan Sanabria, con el apoyo del arpisto Pedro Sanabria.

En este sentido, Roa explica que “el joropo central se ha transmitido de forma oral, es decir, no utilizando la notación musical escrita sino la memoria y la práctica de cultores que han preservado esta tradición en la región centro-norte costera de nuestro país por generaciones. Esta expresión musical es escasamente estudiada y comprendida en el ámbito académico y poco divulgada en la actualidad”. 
Después de realizar un exhaustivo estudio del tema, recomienda finalmente, entre otras cosas: El establecimiento de una institución donde se estudie a profundidad la música del joropo de los estado centrales desde un punto de vista no sólo histórico –tal como se ha venido haciendo con respecto a los usos y costumbres–, sino sistemático, para lo cual la transcripción a partitura se hace indispensable. La prioridad debe ser “el estudio de los sistemas sonoros y la justificación de las leyes que rigen a la armonía, al ritmo y a la melodía”, sin prescindir de la “psicología de la percepción musical y estética o sistema de valoración de los hechos musicales”, aspectos muy desasistidos en el estudio de la música del joropo central. También considera perentoria e impostergable la adecuación técnica, la enseñanza y la aplicación de métodos analíticos basados en sistemas computarizados de la música de tradición oral en las instituciones venezolanas dedicadas a la enseñanza y/o a la investigación musical.

Este breve ensayo solo pretende presentar algunos datos recopilados para dar a conocer a la población en general que ignora la complejidad de esta expresión musical denominada generalmente "joropo central", aunque con sutiles variaciones locales que demuestran la versatilidad de los artistas dedicados a cultivarlo, promoverlo y conservarlo. Como todo ensayo está abierto a futuras consideraciones, debido a que es poco el material disponible y que pueda servir de soporte para realizar una investigación exhaustiva que permita acercarse de manera conclusiva a la realidad de esta manifestación cultural de suma riqueza y complejidad. 

Texto: Argenis Díaz, escritor venezolano.
Fotos e imágenes: archivo personal.


Fotografía del arpisto Juan Sanabria tomada por Fernando Suárez de Cine Arte Huata, de Zuata, publicada originalmente en el libro La música del Joropo Central: de lo tradicional a la partitura de Pedro Sanabria.


Referencias 

El Joropo. Evolución histórica desde el Barroco hispano hasta nuestros días. Oscar Battaglini Suniaga. 2014.

Primera Ruta del Joropo Central. Tríptico Gobierno Bolivariano de Aragua. 2012

Jornadas de Joropo y Parranda Central. Tríptico de la Gobernación de Aragua. 2008.

Literatura, historia y vida en el joropo central. Magín Rodríguez Pérez. Artículo en Literatura y Cultura. Varios autores. Fondo Editorial Ipasme. 2004.

Caracterización de la revuelta del Joropo Central a partir de la teoría generativa de la música tonal. Trabajo de grado en Musicología Latinoamericana. Gerardo Manuel Roa. 2016.



Baile de Joropo Central con Margarito Aristiguieta.
Foto: Julio Gómez
Arpa central y maracas


Arpisto Juan Sanabria. 
Foto: Fernando Suárez. Cine Arte Huata de Zuata.

Ciro Pimentel, arpisto
Alfredo Sánchez al arpa.

sábado, 17 de agosto de 2019

GLOSA VILLACURANA de Pablo Cabrera

CON MI RIMA Y AL COMPÁS
DE LA FRAGANCIA MÁS PURA
PRENDIDA DE MI ALMA VAS
TODA TÚ… VILLA DE CURA.


Hoy te ofrendo mis cantares
pueblo  de cien mil quereres
porque en mi pecho tú eres
todo un ramo de azahares
que en mi risa y mis pesares
enflorando siempre éstas
y aunque tú mereces más
pero yo no tengo tanto
tan solo te doy mi canto
CON MI RIMA Y AL COMPÁS.

Una  regia ensoñación
son las ruinas de El Calvario
que en un místico santuario
convirtió la tradición
y en la Hacienda del Ancón
se desborda tu hermosura
porque en ti Villa de Cura
los trinos tejieron nidos
y tus campos son floridos
DE LA FRAGANCIA MÁS PURA.

Al fluir del río Curita
y de El Samán de las Minas
una cadencia divina
en mi corazón palpita
como en tu iglesia bonita
con su remanso de paz
y por eso siempre éstas
en mi querencia plasmada
y como novia mimada
PRENDIDA DE MI ALMA VAS.

Centinela permanente
en tu cerro El Vigía
siembre altivo noche y día
como un Gulliver silente.
Tu Alameda es vieja fuente
de bohemia noche oscura
tu mujer con su hermosura
es manojo de mil artes
y en tu gracia te repartes
TODA TÚ… VILLA DE CURA.


Pablo Cabrera, de El canto del ruiseñor. 1992

Biografíahttps://villaliteraria2010.blogspot.com/2011/08/pablo-cabrera-entre-lo-social-y-lo.html


El canto del ruiseñor. 1992.

jueves, 15 de agosto de 2019

Villa de Cura. Poema de Caridad Villasana

A don Salustiano Yusti Prieto


Villa de Cura
es un pueblo
de singular señorío
lleno de bellos paisajes 
de gente buena y sencilla
que con orgullo se jacta
de haber nacido en la Villa

Tucutunemo, Las Minas
y el tan nombrado curita,
son fuentes de tradición
en esta tierra bendita

Sus amaneceres claros,
sus tibios atardeceres,
el verdor de sus campiñas,
hacen que exclame el nativo
“No hay pueblo como la Villa”

El venerado sepulcro
la Virgen del peregrino
la estatua del precursor,
el majestuoso vigía,
van diciendo a los que vienen
“Esta es Villa de Cura”.

Nadie le ha dado la mano
para sostenerlo en pie,
y sin embargo altanero
erguido se ha mantenido,
sin que doscientos cincuenta años
de vida regia y activa,
le hayan podido formar
sobre su espalda de giba

Pueblo grande, pueblo noble, 
Altivo como las torres de su 
iglesia parroquial,
que solo tiene de antaño
la fachada centenaria
donde cuelgan los nidales
de los viejos campanarios.

¡Cuántas cosas se te han ido!
la Sabana, La Romana, 
la calle Blanca no es blanca,
San Luis ha dejado el trono,
ya no hay paseos a los chivos
ni la fiesta en plenilunio,
ni retretas en la plaza,
ni noches de gran gala
en el cine “El Corralón”.

“Sota”, se perdió en el tiempo
como un personaje más,
que impresionó nuestras mentes
igual que los de los cuentos
que a nuestro oído narraban,
los que poblaron de sueños
nuestra dorada niñez.

“Ña Cirila”, la que en la peña vivía
se fue también de la historia, 
ahora hay relatos nuevos,
los viejos que conmovían
se fueron en los aleros
de las casas solariegas
que en sus tejas se llevaron
los más profundos recuerdos.

Pueblo grande, pueblo noble,
de Aragua rincón florido,
aunque los años te cambien
siempre serás pueblo mío,
La Villa de mis amores,
la razón de mis desvelos,
el pedacito de patria que en
el corazón yo llevo.


Caridad Villasana Guezzi /10-04-72.

Fotocomposición: Argenis Díaz



La señorita Caridad Villasana

A mis queridas hermanas Cathy, Belkis, Griselda y Belinda, educadoras, como ella.

Inocencio Chencho Adames Aponte

No fui su alumno de primer grado, pero cómo me habría gustado serlo. Me hubiera enseñado los números y las letras. Con ella, de la mano, recorrería los primeros mapas. Con su voz de contadora de historias, me hubiera abierto las puertas del hechizo. Es que la cartilla era ella, vocálica, mimadora (‘’mi mamá me mima’’). Los primeros asomos del encanto.

Tenía la voz del río. Era pájaro. Y cielo. Papagayo. A veces se paraba en una nube. Y cantaba. Canciones simples para adorar vírgenes de mayo, o para sentir que con las palabras uno podía crear el mundo, las cosas. Hablaba de la escuela, del volver a ella. De vergeles y pájaros. Y del saber.

La pizarra era ella. Y la tiza. Metida en la cartilla, estaba ella. Repartida. Era más que el sonido de las letras. Más que todas las sílabas. Era uva. Era osa mayor. Estrella.

Se volvía jardín cuando hablaba de flores, y paloma cuando nos regalaba las alas. En la cartilla estaba el Aro, el Elefante, la Iguana, el Oso, la Uña. Y las vocales, enormes, bien pintadas. Pero ella era más que una sucesión de letras. A veces era Blancanieves. O Cenicienta. Erase una vez. Muchas veces. La señorita Caridad estaba en todas las fábulas, en todas las geografías.

Pertenecía a los asombros. En ella hubo algo de nido, algo de ninfa, y mucho de maga. Era capaz de hacer entrar el arco iris al salón (era un aula amplia, de altos techos, por las ventanas se metía bastante cielo). Con ella, el universo estaba al alcance de la mano.

No sé si lloraba por alguna ausencia. Porque, más que todo, era alegre. Era la alegría de enseñar, de sentirse útil, de transmitir emociones a la chiquillería.

Había algo de mamá en su actitud. Y también de diosa. Ahora, desde el balcón del tiempo, la miro y me parece ver en ella a una niña. Porque la señorita Caridad nunca perdió la infancia: la recuperaba en cada relato, en cada lectura, en cada poesía.

La señorita Caridad es ahora como una antigua canción, de esas que jamás pasan de moda y que uno, en sus soledades, tararea, tal vez para sentirse acompañado.

Así era ella, tan mimosa, tan hada. Tan de nosotros. No fue mi maestra de primer grado… Pero… ¿Quién podrá olvidar una maestra así?


Foto: https://www.facebook.com/inocencio.adames.1/posts/350699382543621

Biografía: https://villaliteraria2010.blogspot.com/2016/02/caridad-villasana-ghezzi-ilustre.html?


Caridad Villasana (1916 -1993)