Jesús Eleazar Morín Pereira.
Poeta, cronista, ensayista y articulista. Fue una de las voces poéticas que
surgieron en Venezuela en los años 90 del siglo XX. Nació en la población de
Valle Morín al sur del estado Aragua, Venezuela, el 25 de julio de 1954.
Se formó como profesor en
las especialidades de Geografía e Historia en el Instituto Universitario
Pedagógico de Maracay (1980). Dio clases en el liceo Agustín Codazzi de la
capital aragüeña y en su alma máter, donde dictó la cátedra de Historia.
Fue el Pedagógico el que, a
través de su fondo editorial, le publicó su primer libro, Al principio todas
las partículas se unieron (1979). A éste le seguirían El país posible (1985) y
La estación desnuda (Editorial Centauro, 1993). El Pedagógico publicaría
también en 1993 sus libros de ensayo Del jardín de las delicias a la escuela de
la sospecha y Utopía y romanticismo en Simón Rodríguez.
En 1997 publicó Contravoces
(Umbra Editores), considerado el poemario en el que su voz se consolida, y le
seguirían Memorias del vino (La Liebre Libre, 1998), Poemas de Carabandal
(Estival, 2002) y El tallo de la adelfa (Blacamán, 2011), este último un libro
de crónicas.
Asimismo, textos de su
autoría fueron incluidos en las antologías Poetas y niños le cantan a la
Navidad (folleto de la Biblioteca Municipal Augusto Padrón, 1996), Poesía de
Aragua (1966-1996) (Secretaría de Cultura del Estado Aragua, 1997; compilación
por Efrén Barazarte) y Muestra de minificción aragüeña (1979-2000) (Secretaría
de Cultura del Estado Aragua, 1997; compilación de Beatriz Mester).
Ya en este siglo fue
incluido en la antología de artes poéticas El acto y el lugar de la poesía
(2002; compilación de Manuel Cabesa) y en Viaje por la poesía venezolana y el
orbitar universal (Consejo Nacional de la Cultura, Conac, 2004; compilación de
Antonio de Jesús Pérez Carmona). Su nombre también aparece en la publicación Quienes
escriben en Venezuela. Diccionario abreviado de escritores venezolano
(1900-2003). Conac, 2004.
Fue merecedor de
reconocimientos como menciones de honor en la Bienal Nacional de Literatura
Miguel Ramón Utrera (Maracay, 1994) y en la Bienal de Literatura Jesús Bandres
(San Juan de los Morros, Guárico, 1995), así como primera mención en el
Concurso Literario del Ipasme (Caracas, 1995) y Premio de Ensayo de la revista
Tropiko’s (España, 1995). En 2001 obtuvo el Premio IX Bienal de Literatura
Francisco Lazo Martí (Ateneo de Calabozo, Guárico).
Sobre Contravoces, escribe
el poeta Manuel Cabesa: “Concebido como un registro de memoria oral que a su
vez genera una voz poética, Contravoces juega a la doble lectura. Nos inicia en
un mundo familiar para el poeta, pero desconocido para muchos: el mundo de las
peleas de gallos y las galleras (…). El gallo es para Morín es objeto de
veneración mística: emblema de fuerza y valentía donde trasciende la memoria
colectiva de los hombres”.
El poeta venezolano Jesús
Morín falleció la madrugada del domingo 17 de mayo de 2020 en su residencia en Maracay,
Aragua.
Los
poetas también mueren
El fatídico hábito de leer
un poema después de la muerte de un poeta, es terrible, deja un espacio para la
nostalgia, una suave tristeza en el espíritu, ese espacio inasible y finito
como el cuerpo del poema.
Muere, hace poco (17 de
mayo), Jesús Morín, el poeta de Valle Morín, al sur de estos valles de Aragua
que conjugan vida y poesía, pero también muerte y ausencia.
“El poema también es piel y
se pudre, nos vuelve terribles, lamentables”. El tiempo nos acerca más a la
experiencia… “Mañana tienes la mitad del cuerpo menos joven”. El poeta hace “la
necesaria consulta con los años”; y cada día “el brillante espejo, esperando
tus ojeras, la pasta dental, una toalla preparada para hacer otra cara menos
ruinosa”.
En el poema cabe toda una
vida.
“A estas alturas del poema
igual te amo
cierta cursilería me devora
porque ya no sé digerir
buena
sintaxis
pensamiento que destroza
cada día
todo cabe en un papel a
doble
espacio.”
A Contavoces leo a Jesús
Morín. Los gallos mueren en la pelea, el poeta también. La muerte del marañón
trasciende en metáfora por esta lectura a destiempo.
“Junto a uno
empieza a morirse
la muerte abandona su lecho
no lo creo
cierro su sangre
esquivo la hora.”
Tiempo atrás, otro poeta
(dramaturgo) fallecido, Oswaldo González, había escrito: “la muerte aplaude más
pronta que tardía”.
La muerte de un poeta, o de
dos, no es más triste que la de cualquier otra persona, pero deja espacio para
la reflexión, para los versos que faltan en ese libro de recuerdos que es la
suma de todos los libros. El único libro de la vida.
Texto: Argenis Díaz/ mayo-julio,
2020.
Foto de Internet, editada por
Argenis Díaz.
Referencias
Poesía de Aragua
(1966-1996). Efrén Barazarte. Edición Secretaría de Cultura de Aragua. 1997.
Contravoces. Jesús Morín.
Umbra Editores. 1997.
Quienes escriben en
Venezuela. Diccionario abreviado de escritores venezolanos (1900-2003). Conac,
Caracas 2004.
1 comentario:
El grande Morin, el feliz y atormentado, el paciente y, a veces, lleno de angustias. Agradecido por recordarme lo, menrarlo.
Publicar un comentario