Por: Carmen Muñoz de González
La cultura de las plañideras es muy antigua. A las que se les pagaba por llorar en el entierro de una persona. Aquí en Villa de Cura hubo un muchacho (Aníbal) que acompañaba los entierros y lloraba, lloraba al lado del féretro. Este joven siempre deambulando por las calles, sano él, sin malicia. Todo el pueblo lo quería. Se le saludaba con estima: "-¡Epa, Aníbal!
Arrastrando las pesadas cadenas de la vida, sin hacerle daño a nadie, sólo su plañido lastimero asimplado en aquel entierro que solía acompañar desde la salida de la iglesia hasta el cementerio.
Hubo una importante diferencia entre Aníbal y las plañideras profesionales: él nunca cobró por llorar a un difunto. Ahora solo su sollozo campechano queda en el viento y su recuerdo en quienes le conocieron.
Foto: JM
Reproducido con permiso de la autora:
http://lavalijadeneycar.blogspot.com/2017/06/el-planidero-mayor.html
El loco Aníbal. Villa de Cura. |
2 comentarios:
Conocí a Anibal y lo recuerdo el día en que murió mi abuelo Víctor Ángel Hernández. Me parece verlo junto al cuerpo, aún en cama, le colocaba la mano en el pecho y le decía: "Amiguito, amiguito, te fuiste primero que yo". Todo el pueblo quería a Anibal, a Lucio... Eran nuestros amigos...
Conocí a Anibal y lo recuerdo el día en que murió mi abuelo Víctor Ángel Hernández. Me parece verlo junto al cuerpo, aún en cama, le colocaba la mano en el pecho y le decía: "Amiguito, amiguito, te fuiste primero que yo". Todo el pueblo quería a Anibal, a Lucio... Eran nuestros amigos...
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