sábado, 12 de octubre de 2019

Camilo Sesto y la poética del amor que habita en sus canciones

Por: Víctor Parra Rivero

Hace pocos días atrás se produjo el deceso de Camilo Blanes, conocido en el mundo artístico bajo el nombre de Camilo Sesto. Nació éste exponente del romanticismo en España, en la población de Alcoy, el 16 de septiembre de 1946; y murió en Madrid el 8 de septiembre de 2019 a la edad de 72 años. 

En sus inicios musicales en los años sesenta perteneció a las agrupaciones de rock “Los Dayson” originarios de su pueblo natal. Debido a no haber alcanzado la meta de triunfar en la capital, todos regresaron derrotados a su provincia; menos Camilo, quien se afilió inmediatamente a “Los Botines”, con los cuales participó en dos películas, pero el camino del éxito le fue esquivo, siéndole en muchas oportunidades devueltas las maquetas de sus producciones musicales en su etapa juvenil. Posteriormente, el intérprete y compositor Juan Pardo le produjo un sencillo que no caló en el gusto de la audiencia de la España de ese entonces. 

Hay facetas desconocidas del cantante y es la de ser pintor, muchos de sus cuadros los vendió en Madrid para subsistir en medio de aquellos años de vicisitudes en que la suerte le fue adversa. Pero no es el plan de este escrito mostrar que él fue un gran intérprete, compositor, escritor, productor de sus letras para él y otros cantantes ni tampoco que tuvo el record de vender más de cien millones de discos en el mundo con más de cuarenta producciones discográficas en español y otros idiomas cuando le sonrió la fama durante los años setenta y ochenta del siglo XX. 

El objeto  de quien esto redacta, es demostrar que los jóvenes y mayores que se enamoraron de su voz; y de sus letras bellas, sentimentales,  con las cuales se sentían plenamente identificados, en medio de la efervescencia del éxito del ídolo; obviaron y no calibraron algo muy importante que yo siendo  niño por mis pocas luces y capacidad cognitiva no entendía, y a estas alturas de los cincuenta y dos años que llevo a cuestas, he logrado desentrañar con mi ojo avizor: la poética del amor y el desamor que  habita en el espíritu de sus canciones.  
Para ello, me he propuesto la tarea de darle un análisis a los lectores del presente trabajo que pongo en sus manos, el cual tiene como contenido aspectos referenciales de los recursos poéticos utilizados por el cantautor en la confección de sus letras; en cuanto a imágenes, sinestesias, símiles o comparaciones, personificaciones y humanizaciones desparramados a lo largo del extenso repertorio de sus obras maestras. Para lograrlo tomo una pequeña muestra de las canciones. De manera aleatoria, he seleccionado algunas baladas susceptibles a este análisis que me he trazado, ya que esta iniciativa, no ha sido tomada, ni por intelectuales, poetas o semiólogos en los tiempos presentes.  Para empezar hago el respectivo estudio disco por disco desde principios de los setenta hasta muy entrada la primera década de los ochenta. 

En el discurrir del año 1972 saca su segunda disco titulado “Algo de mí”, melodía pegajosa y muy poética. En una estrofa de Algo de mí hay presente una imagen literaria de carácter auditiva: “mi voz se quiebra cuando te llamo”, continúo, “y tu nombre se vuelve hiedra que me abraza y entre sus ramas ella esconde mi tristeza”. Se puede destacar que el nombre se humaniza, y le da carácter animista a la hiedra y la hace un ser vivo que abraza y esconde la tristeza del poeta- cantautor. En otra estrofa está latente el uso de la personificación del amor o el verbo amar “te vas amor, pero te quedas porque formas parte de mí, en mi casa y en mi alma hay un sitio para ti”. Esta circunstancia remite a un amor perdido pero resignado, o tal vez a un camino hacia el perdón. 

En 1973 debuta con un tercer álbum donde se destacaron los temas “Algo más”, “Hablemos de algo”, “Todo por Nada”, “Quien”, “Sin remedio”, muy coreadas por las fans de esa convulsa era, son éstas susceptibles para desglosar los múltiples recursos estéticos que hay en el contenido de sus construcciones.

Algo más. Longplay de 1973 contiene esta pieza titular muy elogiada por la audiencia y la crítica de aquel año. En “Algo más” conseguí imágenes gustativas y táctiles en frases reiterativas “quisiera retener el sabor de tu amor y guardar en mi alma el frescor”. O aquella frase en la que se plasma la vuelta a la realidad del desamor, aquí confluyen humanizaciones del tiempo o del vacío que se sobreentiende como imagen táctil. Analógicamente, ocurre un efecto similar y antitético cuando describe en la misma melodía: “De mi nube bajé y el tiempo corre veloz y un vacío siento entre pecho y espalda, calor y frío en la mente y de vez en cuanto no siento nada“. El coro se humaniza: “Algo más que no acabase cuando la vida se va”.

La pieza “Quién” es totalmente dedicada a la ruptura de una relación, implícita es la idea de una imagen táctil: “Mañana dejaré esta casa, quemaré en el fuego mi último adiós”. Se vislumbra también mezclas de personificaciones con imágenes táctiles y auditivas cuando afirma: “Quizás no despiertes, será por el bien de los dos, mataré este momento en silencio romperé unos años de amor”. Quién es un pronombre indeterminado, se avizora en la letra en forma interrogativa, una formación, asociación, mediante sinestesias, imágenes visuales y táctiles: “Quién, quién, me robó tu alma de entre mis manos” o una humanización: “Quién, quién, borrará el recuerdo de algo pasado”. 

Todo por Nada es la canción de las antítesis, o lo contrapuesto; para lograr la cúspide de una relación feliz, el amante aquí lo da todo, el otro lado es utópico, la mujer que no corresponde y así lo da a entender el poeta cantante en esta humanización enraizada con el recurso del símil. “Cuánto esperé lo que nunca llegó, una caricia, una frase de amor, como un regalo llegaste a mí y sin abrirlo siquiera te perdí”. En el coro hay personificación de la vida e incide ésta con una frase de lo contrapuesto o lo antitético. “La voz desnuda de la vida me cambió todo por nada”. 

Hablemos de algo está basada en una relación trunca; evidentes son en su cuerpo escrito las humanizaciones y comparaciones presentes en los siguientes extractos: “Hablemos de ti, hablemos de mí, matemos este silencio de un amor que empezó con fuego y en cenizas quedó, las horas son espinas que el tiempo no perdona, nuestra vida es una rutina como el compás de un reloj” o lo que sigue humanizadamente: “Hablemos de algo, callar es peor, el destino tuvo prisa y no pensó en nosotros dos”. Sin Remedio, otro tema que toca la fibra del desamor personifica lo metafísico: “yo tengo un alma blanca que está envejeciendo y tengo tanto que darte y todo se está perdiendo”. “Mi vida camina sobre un alambre, yo he nacido para sufrir porque he nacido para ti”.

En el trascurso del año 1974 saca a la luz su exitoso disco: “Si quieres ser mi amante”, hay allí una asociación de figuras humanizadas concatenados con elementos kinestésicos o comunión de una imagen auditiva con una visual: “palabras blancas”, “las palabras sinceras, las que tiene valor, son las que salen del alma y en mi alma nacen solo palabras blancas, preguntas sin respuestas llenas de esperanzas.” Dejarse querer pertenece a ese LP, posee la referida letra la humanización de la noche: “la noche sabe de mí, sabe de mis cosas de como soy y de cómo no fui,” y este otro esbozo de estrofa humanizado que le sigue: “Yo quiero enterrar mi tiempo viejo y alimentar el que viene a mi encuentro”. Ayudadme fue otro tiro al suelo musical de dicha producción, se destaca la personificación de las palabras con una asociación de imagen auditiva: “De mi boca a otras bocas nacen mil palabras sinceras pero atadas y en cada nudo una pena”.

Triste final como lo dice su título es un tema del desamor resignado que deja colar en su desarrollo algún destello de esperanza. El alma y el amor se animizan:  “Y sin embargo me grita el alma vete ya, aún estas a tiempo de encontrar un bello sentimiento que te haga olvidar, porque el amor nace cuando quiere y después vive lo que puede y no hay nada que hacer para detenerle ni diciéndole quédate ni diciéndole vete”. Igual acontece en la línea que sigue: “Me dijo adiós sin palabras, el silencio ahogaba mi voz con un nudo en mi garganta”. 

En 1975, sale al mercado disquero el material del álbum “Amor libre”, producto desafiante hacia una España conservadora y franquista que estaba feneciendo. Sin embargo, el poeta Camilo Sesto hizo un precedente de lo amatorio o consumación del coito hecho canción; se escuchan susurros, quejidos en el clímax melódico. En “Amor Libre” hay aspectos humanizantes. “Amor sin fronteras, amor sin barreras, amor de un amigo amor libre” y esta otra frase que describe imágenes táctiles y propósitos de personificaciones: “Bésame de espacio, palmo a palmo la piel, ahoguemos juntos al placer”.

Jamás, que es otra de sus canciones cotizadas. Pude encontrar en su construcción imágenes humanizadas. “Ni la ternura de tu despertar. Sin ti no habría encontrado esta paz jamás que me da calma y acaricia mi alma”.  Melina es un canto a Melina Mercury, hermosa actriz y poeta griega que vivió en el exilio por el golpe militar en su país. Imágenes visuales están latentes en el texto: “Has vuelto Melina, tus ojos reflejan el dolor y tu alma el amor”; imagen táctil: “La huella de tu canto hecho raíces, Melina”, o sinestesias, comunión de dos imágenes: “Y vuelven a reír tus ojos tristes Melina”.
  
Piel de Ángel, es un tema a lo prohibido, lo proscrito con un algo humanizado. “Somos conversación predilecta de gente que se cree perfecta, somos de esos amores prohibidos a menores por ser como son”. O como esto amalgamando lo humanizado y lo visual: “tiempo de amor, amor, a oscuras que tan solo un cigarrillo de vez en cuando alumbra, este amor que vive en penumbras que vive en penumbras”. Se puede pescar aquí en esta pieza el erotismo puro en los ríos de su melodía escrita.

Para 1976 advino el disco “Memorias”; aquí es factible hallar recurrencias de imágenes visuales, táctiles y auditivas. El uso de símiles es patente con la inclusión del surrealismo en la línea que dice: “tu presencia inconfundible va quemando los fusibles que conectan mi razón“. Denota su faceta no solamente de poeta exquisito, sino también la de excelente pintor o artista plástico que fue durante el trayecto de su agitada existencia.

Háblame. Tiene construcciones escriturales humanizadas: “háblame amor mío, háblame con la voz del alma y embriágate de mí”.  Y también como estas donde se usa recursos de la animalización: “da rienda suelta a los sentimientos que el tiempo pasa y no vuelve a pasar, abre las alas de tus pensamientos y déjalos, déjalos volar”.

Rasgos es un disco del año 1977 que impuso la tierna letra “Con el viento a tu favor, son palpables las antítesis o factores contrapuestos del ser humano más la humanizaciones de los recuerdos. “No sé cuánto sufro más si amándote o queriéndote olvidar, que amargo es amar sin ser amado y sentirse arado a los recuerdos de un pasado”. “Mi buen amor”, continua con el tejido humanizado y táctil de la hiedra de amor: “Entre beso y beso una hiedra de amor nos abrasa hasta unirnos”. Con símiles: “Viviendo momentos que no puedo explicar bellos que ya son eternos como el verbo amar”. “Deseada ternura, deseada locura de juegos prohibidos desatando placeres, descubriendo como eres a solas conmigo”.

Camilo Sesto 1978 trae el espectacular tema “El amor de mi vida” que tiene un sesgo humanizado que preconiza: “por qué de pronto me siento perdido en la espalda de tú olvido, tu silencio y tu desdén.” 

Horas de Amor, disco del año 1979, sigue su tónica de amores contrariados. “La culpa ha sido mía” cuenta con un excelente rango de humanismo figurado: “fueron tantos los años los que mate por ti”. Convergencias de índole sinestésicas, auditivas, visuales y táctiles con comparaciones: “fueron tus palabras las que segaron mi luz, fueron tus caricias como clavos en mi cruz”.  “Mía, la culpa ha sido mía, que lenta es mi agonía, vacía de esperanzas para mí”.

Si me dejas ahora fue popularizada por el cantante José José. Cristalizan aquí recursos humanizados y táctiles: “me encadenaste a tu falda y enseñaste a mi alma a depender de ti y ataste mi piel a tu piel y tu boca a mi boca”. “Que yo he sido en tu cadena de amor tan solo un eslabón”.  “Estoy preso entre las redes de un poema”.

Amaneciendo es el disco de Camilo del año 1980 que contiene joyas musicales como “Perdóname”, “Insaciable amante tú”. En “Perdóname” discurre lo humanístico cuando enfatiza: “son palabras que nunca sentí y hoy se vuelven contra mí”. Analógicamente,   “Insaciable amante tú” es otra hermosa balada cúspide que se hizo popular en la voz de José José y del mismo trabajo. Considero que tiene muy buenas construcciones que tocan la poesía y su consistencia con sugerentes imágenes visuales: “en tus ojos habladores pude ver otros amores”. Táctiles: “por tu besos sin entrega se me hizo el alma piedra”. Recursos reiterativos en el trayecto de la letra, las palabras y el verbo: “mientras yo callaba”. Comunión con lo táctil, el símil y lo humanizado: “tu cuerpo como hielo congelo todo mi anhelo mientras yo callaba”. Factores antitéticos humanizados: “la distancia fue creciendo y nuestro amor disminuyendo sin esperanza”. Lo visual y humanístico: “Un océano de noche fue ahogando mis reproches”.

Camilo con ganas es el trabajo musical de 1983. “Mientras tú me sigas necesitando”, hay una sinestesia humanizada: “tus ojos hablan con su luz”.  “Mi mundo tú” humaniza la frase cuando dice: “me ahogaría en un vaso de agua lleno de dolor”.  “Terciopelo y piedra” es el amor personificado con recursos táctiles, visuales y gustativas: “Yo no soy ese amor a quien se niega y exige pasión cuando tú tienes ganas, Yo no soy ese amor que depende del frío o calor, te molesta o calienta tus sabanas, yo no soy ese amor que se queda mirando el reloj y muerdes las horas hasta que llegas.” Símil o comparación: “yo no soy ese amor que se bebe como un licor y luego tiras la copa”. “Yo no soy ese amor, que se calla por temor, te dice a todo que sí, sea lo que sea”. 

Camilo Sesto 84 impone la canción “Te amo”. Hay una humanización en el fragmento: “te amo, mi calle no tiene otra salida, tiene una dirección tu vida y tu corazón”. Otra pieza que es rica en adornos estéticos de la palabra es “Amor de mujer”, consiste en el juego de símiles y de eslabones de una cadena de antítesis muy bien lograda, humanamente animizado.
“Amor de mujer es como un juego de azar, te da buena suerte o te la puede quitar, amor de mujer a veces fuego y a veces cieno, salvaje y tierno, mezcla de cielo y fuego”. Personificación: “amor de mujer, cara o cruz de muchas vidas, corazón de altos ruegos y duras caídas”.

Camilo Sesto o Camilo Blanes, para decir su verdadero nombre, fue un hombre autentico, sencillo, humilde; especularía yo para el tamaño de su obra que ha traspasado los umbrales de la trascendencia con sus canciones-poemas. Él toca en su obra más que el amor el desamor en toda su expresión, lo proscrito, lo erótico y prohibido, como buen esteticista de y por la palabra. Buen pintor fue desde sus años juveniles, a la vez un gran lector. Su biblioteca estaba abarrotada de libros, motivo por el cual tuvo un accidente donde quedó con una lesión en uno de los pies por encaramarse sobre una silla.

No amaba él la mala música mercenaria conocida con el nombre de reguetón, fue contrario al lenguaje hueco de esos temas y su música de tres compases que no tocan para nada las fibras ni las cuerdas del alma. Viéndolo bien se podría especular que éste cantante lector poseyera algún libro inédito de poesía que seguramente lo rodaron o rodaran en el tacho de la basura, porque la palabra escrita, dice la gente, no da ninguna ganancia. Sus familiares se pelean actualmente como buitres los mendrugos de una herencia vestida de materiales propiedades, por ser personas elementales. No tienen valor para ellos las cosas que salen del alma.

Afortunadamente, Camilo dejó un legado musical inalienable, es decir, un patrimonio colectivo y a la vez individual que se inoculó entre las venas, ADN y arterias de sus innumerables admiradores y oyentes.

Sitio de la imagen: https://culto.latercera.com/2019/09/07/cuentas-camilo-sesto-muere/



Camilo Sesto (1946-2019)


Triste Final, de Camilo Sesto.


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