“Para esta primera antología, también libro primigenio de Ediciones de Aragua, hemos convocado a una serie de poetas que tienen en común habitar en el “hondo país de los ausentes, como reza un verso del ya mencionado poeta Utrera: desde el lugar que ocupan en esa nada insondable que llamamos muerte, nuestros poetas regresan a través de sus palabras abriéndose paso a esa otra claridad que ilumina los espacios ocultos que se pierden entre los laberintos del pasado.” (Extracto, los editores).
A cargo de esta edición: Manuel Cabesa, Marcos Veroes y Héctor Bello.
Diseño y diagramación: Héctor Bello.
Ilustración de portada: Leonelo Acabán.
Fotografía de portada: Mariana Pinto.
Imagen: El señor de las moscas de William Wolding, dibujo de Jorge Gonzáles.
Corrección: Alejandro Liendo.
Imprenta de Aragua/Ángel Pérez.
[Texto tomado del Facebook de Eleazar Marín]
Omar Gutiérrez
Dice Facundo Cabral que los genios no se mueren: se hacen los muertos. Es cierto, los genios permanecen vivos siempre que los recordemos y tengamos presentes, más aún si no los hemos conocido y los sentimos parte de nuestras vidas. Tal es el caso de Omar Gutiérrez quien llegó a mi vida tarde y sin embargo la imagen “del vago del morral azul que pasa” está apretada en mi pupila. Es mía su imagen y soy una de las que aguarda en una zapatería de Villa de Cura a verlo pasar “con su maleta de prófugo”, la misma maleta que llevara el día del infortunio. Omar, “sin despedidas dulces marchó como el mar” a su casa de la villa, “la casa del árbol de mango…con su techo agujereado de pelotas; Omar sigue presente con sus deseos fugitivos, sigue intentado los sueños “en estos laberintos de obsequios sonrientes”. Ya no importa si los zapatos están lustrados o no . No importa si “posee una expresión bilingüe/ con buena presencia”. Ahora es bueno saber que “ya sus ojos no están enrojecidos” que ahora el trecho del camino/ antes de llegar a ese tamaño/ sin fiador ni cuenta de ahorro” es cosa del pasado. Es bueno imaginar a Omar ya reposado, tranquilo, sentado en la plaza Miranda de Villa de Cura escribiendo poemas, mientras los niños corretean de un lado a otro. Es bueno imaginarlo vivo. Más vivo que nunca haciéndose el loco y verlo “sentado en banco/ bolsa de pan/ sin ellos, / cayendo en noche”.
Omar Francisco Gutiérrez: nació en la población de Villa de Cura, estado Aragua, en 1968. Hizo estudios de bachillerato en el liceo “Alberto Smith” donde participó en diversas actividades culturales. Ingresa a la Universidad Central de Venezuela donde pasa a formar parte del grupo de títeres Cantalicio. Como poeta es invitado a lecturas y recitales de poesía, obtiene una bolsa de trabajo para los talleres del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG). Colaborador de la revista y editorial La Espada Rota y cofundador de Hipocampo, revista literaria de Villa de Cura, Sus poemas aparecen en las antologías: Lapidarios; Hojas de otra comarca (Casa de la Cultura de Maracay- Taller de poesía). Concurso Literario Estudiantil de la Facultad de Humanidades/ poesía. Sorprendido por la muerte en la ciudad de Puerto Ayacucho (Amazonas) cuando realizaba una gira con el grupo Cantalicio en diciembre de 1991. Para ese momento cursaba cuarto año en la Escuela de Derecho de la UCV
Yadira Pérez
Poemas de Omar Gutiérrez
ARGONAUTA EBRIO
Fumando el fuego añejo
nadie dio paz a sus licencias
y con los barcos desahuciados
la resaca lo llevó a puerto.
las escaleras no le nacieron en su ruta
los pájaros del estiércol
no le asustaron en tierra.
Tendrían por féretro
Un bombillo clausurado,
un reloj de pulsera
donde las horas prescriben a tiempo.
Ató su propiedad a una soga
Arrendando el viaje
a los meses obesos de vacaciones,
el único territorio habido
carecía de leyes y presidencias.
ARMERÍA
Temprano sabrá
que no tiene los zapatos lustrados
como le exigía el aviso
y no tiene una expresión bilingüe
con buena presencia
A esta edad de dientes de hueso
Quizás sus ojos enrojecidos
denoten que ha llorado
un trecho de camino
antes de llegar a ese tamaño
sin fiador ni cuenta de ahorro.
Nadie conoce
la prematura manera
en que sortean navajas
y engendra funerales impropios.
A fin de cuentas
este gusto de andar cesante
nace por magia
de no reunir los requisitos
de un trabajo nunca ofrecido
con horario a convenir.
FOTOGRAFÍAS
A cualquiera,
por ejemplo, a ti.
Le dije a mi alma: permanece tranquila
y deja que dé contigo la oscuridad.
Eliot.
Sería interesante
observar al gato negro
que despacio se desarma
y parece solo un monosílabo.
Cuando viene las interrogaciones
las compañías retardan
conjugando argumentos.
Entonces aparecen
las disculpas
cada una de la mano correspondiente.
El sexo del gato
es inverso al que le designamos,
podríamos especular estrellas.
Pero está
ahí haciéndose caca
sin pantalones
y en la plaza pública.
***
Las cosas sirven de nada
de nada,
o sea de nada.
Escondido
tras
lo que no tiene
nombre,
enlatamos la sonrisa
para enterrarla
en cementerio.
Honores
con toda seriedad
a mujer silueta,
sin despedidas dulces
marchó
como el mar
tratando de ser presente
en pasado tiempo
simple.
***
A donde salgo
las moscas
Plural
cesa
de repicar.
En sábado
Armado,
estás
trabando
en trazo
de lápiz.
Punto roma
no entra
por hueco
de aguja,
eras
el mismo
ayer.
Omar Gutiérrez Peña (1968 - 1991) El hondo país de los ausentes (2007).
De pájaros, astronautas y prófugos. Omar Gutiérrez Peña. |
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