viernes, 30 de diciembre de 2016

Presentado el libro Una tarde en el Café Cordano de Víctor Parra


El pasado viernes 9 de diciembre a las 3:00 de la tarde se realizó la presentación y bautizo del libro Una tarde en el Café Cordano del docente, poeta, narrador y cantautor Víctor Ramón Parra Rivero. El acto se llevó a cabo en la Casa de La Valenciana, ubicada en la calle Dr. Rangel entre Páez y Comercio de Villa de Cura, estado Aragua, en presencia de un grupo de amigos, amigas, familiares y el concejal Larry Coronado quien patrocinó la publicación de la obra a través de la Editorial Proyecto Expresiones. 

Una tarde en el Café Cordano es un texto narrativo, específicamente un cuento, que refiere a un  bar y restaurante antiguo y tradicional del centro histórico de Lima (Perú) que fue fundado a principios de 1905 por los hermanos Luis y Antonio Cordano y declarado Patrimonio Cultural de la Nación el 26 de abril de 1989. El texto presenta una historia con una ruptura temporal y espacial que la coloca en el contexto de la narrativa moderna. La obra contiene, además, una serie de breves narraciones donde -según el mismo autor- se pueden apreciar aspectos metafísicos, cierta ironía y descripciones de cuadros de famosos pintores donde corre la pasión, los aguijones de la carne y los saltos de líneas temporales, con aportes del realismo mágico y lo real maravilloso en cuanto a su forma y contenido.

Víctor Ramón Parra Rivero

Víctor Parra Rivero. Docente, poeta, narrador, cantautor y locutor. Es egresado de la UPEL El Mácaro en la especialidad de Educación Rural. Nació en Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela, el 27 de noviembre de 1967. Estudió la Primaria en el Colegio Simón Bolívar y la Secundaria en el Liceo Alberto Smith, ambos de Villa de Cura. Ha participado en talleres de poesía y narrativa. Taller de Poesía La Cigarra (del fallecido Aly Pérez), Taller Literario de Maracay con Igor Barreto; taller de narrativa con Kristel Guirado. Ha colaborado estrechamente con el grupo Senderos Literarios de El Consejo, estado Aragua y con la Asociación Civil Villa Literaria Zamora de Villa de Cura. Es miembro de la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela (Sacven) con el número de carnet 7402.

Sus trabajos han sido publicados en las revistas y periódicos locales, como la revista Expresión y el quincenario El Vigía, de Villa de Cura; revistas Entre Amigos y Vida Activa; en los periódicos La Antena (Guárico), HOY en Aragua, El Portavoz de Aragua y El Periodiquito (suplemento Cultural “Contenido”). Revistas literarias: Hipocampo (1993), Garabato (1994).

También aparece en Narrativa de Aragua (1970-1996). Ediciones Secretaría de Cultura del Estado Aragua. 1997. Muestra de minificción aragüeña (1979-2000). Fondo Editorial de la Secretaría de Cultura del Estado Aragua. 2001
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En el año 2014 recibió la Orden al Mérito "Alma Llanera" impuesta por el Concejo Municipal de Zamora. Aragua. 

Publicaciones

Al borde del estallido, poesía, publicado por Editorial El perro y la rana. Ediciones de Aragua 2009. Colección Historias de Barrio Adentro. Serie Poesía.
Poemas de urbanos andares. Editorial Proyecto Expresiones. 2013.
Una tarde en el Café Cordano, narrativa. Editorial Proyecto Expresiones. 2016.

Texto: Argenis Díaz/ 2016.

Portada del libro.

Víctor Parra Rivero.











Urbanos andares de Víctor Parra

La poesía, como la sabiduría, clama en las calles, sigue dando su voz en las plazas públicas, “clama en el extremo superior de las calles ruidosas” (Proverbios 1: 20, 21). Los “urbanos andares” de Víctor Parra nos hablan de eso, de poesía, la cual nos acerca un tanto a la sabiduría. Conocer la calle, las plazas, los mercados, los espacios concretos de la ciudad, no basta para escribir poesía, hay que sentir y visualizar las cosas, auscultar las palabras, para sacar aquellas que expresen lo que quieres hacer sentir, pensar, imaginar. Camilo Sitte (1843-1903) se refería en sus ensayos a la heterogeneidad del medio urbano y de las formas directrices de este espacio, determinadas por los elementos vitales que mencionamos. 

Lo urbano en la poesía de la modernidad es recurrente, la ciudad está presente en la voz poética representativa de la lengua española. Hurgamos un poco en la publicación Poesía Urbana (Antología 1980 – 2010) de Luis García Montero; hallamos expresiones como “la ciudad se convierte en un dispositivo que dispara el fluir poético”. Y esta nos remite a nombres importantes en la poesía y frases que revelan la ciudad como objeto o sujeto del poema. En José Martí… “cuando va a la ciudad mi poesía / me vuelve herida toda…” Federico García Lorca dirá: “No es el infierno, es la calle / No es la muerte, es la tienda de frutas”. El poeta va del antagonismo a la complicidad con la ciudad. El poeta es un cómplice de ese existir urbano hecho decir.  Por su parte, Octavio Paz afirma que la ciudad se ha convertido en nuestra piel. Con esto en mente volvamos al ámbito urbano local.

Víctor Parra recorre las calles de su Villa de San Luis de Cura (nombre de raigambre histórica de un pueblo devenido en ciudad) para connotar en su poesía un espacio subjetivo que parte de lo real concreto para trascender en la palabra poética: "Repaso/ con la mirada/ las calles…" 

No obstante, existe  una transfiguración de los personajes y el escenario donde actúan realidades diversas, literarias y metaliterarias, marcadas por referentes específicos. Los epígrafes con que abre el libro muestran esta diversidad: Víctor Valera Mora con su “camino por las calles como me da la gana”; Héctor Lavoe, recordándonos que la calle es una selva de fieras salvajes, y vuelta al terruño con Aly Pérez, con su poesía de la provincia “siempre amable con sus hijos”, objetos literarios que denotan cierta paradoja o complejidad del hecho urbano como tal.

Esta lectura nos prepara para abordar estos Poemas de urbanos andares (2013) que nos muestran al poeta en una dimensión cotidiana distinta al derrame erótico de Al borde del estallido (2009), su libro anterior. En este libro el poeta intenta dar una lectura a la ciudad que en algunos casos ha sido vista como un palimpsesto en el que se ocultan escrituras anteriores grabadas en la memoria colectiva, sin faltar las intertextualidades. Ejemplo lo tenemos en fragmentos como: “las meretrices de costumbre/ comercian coitos/ apostadas en las barras/ pescan clientes/ me hacen recordar/ al poeta norteamericano Carl Sandburd/…” Son otras calles transfiguradas (las calles de Chicago) y una referencia literaria producto de lecturas que son evocadas por el autor.

Sobresalen en estos textos tales referencias poéticas o literarias: “la poesía del chino Valera Mora/ convida a develar arcanos”. La “mesonera” escribe bolígrafo en mano, mientras “tu mano apresa/ La Mala Hora/ del Gabo García Márquez”. Hasta Heráclito perturba el lugar y el instante del reencuentro en la mesa de un bar o restaurante. Los espacios, como espejos, reflejan al viejo Borges. Como cartas sobre la mesa corren los poemas de Aly Pérez o de Cintio Vitier en sus orígenes, “con sonetos/ de la Habana sus malecones y soles” que son vistos desde otra perspectiva, más local e íntima.

El sentimiento está ligado a las sensaciones, en versos como el que da nombre al libro: “esta tristeza marina de urbanos andares/ recorro a diario mi ciudad/ acaricio su entrepierna su impudicia/ con el paso de los días/ esta Villa de San Luis de Cura/ va incrustada en mi costado de poca orilla/…” La ciudad grita “sus blasfemias” en la canícula, precisamente “a las 3 de la tarde”. Del antagonismo a la complicidad o viceversa.

Los nombres en la ciudad obligan a lecturas exóticas: “La panadería/ ostenta el nombre/ del Danubio/ río de Hungría”, pero es un “danubio de panes dulces o salados”. Hay otro referente al Danubio en un vals “interpretado en la dulce voz de Julio Jaramillo”. La panadería al frente de la Plaza Bolívar de Villa de Cura, que en un instante se convierte en un lugar precario donde la conversación “sigue su ruta/ de pasados o tristezas”, donde aletean “las desilusiones”. Además de la calle Bolívar, el río Curita “transparente”, una agencia de loterías rememora las de Babilonia, en esta una muchacha atrae a los clientes que se juegan a la suerte con su mirada, su piel canela y su cabellera negra.

La poesía se desenvuelve en espacios cotidianos: el automercado, el centro comercial, las calles, los bares, las plazas, imágenes trastocadas, transfiguradas en un lenguaje que busca construir universos paralelos, referentes, memorias y olvidos. La voz poética se convierte en intrusa en un mundo prosaico, caótico y  neurotizante, pero que contiene recuerdos, encuentros o desencuentros con el pasado. También hay lugar para la muchacha de larga cabellera, los gallos que cantan “deseos de patios”. Formas y contenidos que alucinan, partiendo de lo concreto de lo cotidiano, de lo urbano y de lo profano. No solo es Villa de Cura, sino que Caracas irrumpe con sus Colinas de Urdaneta y Magallanes de Catia, contraste o paralelo entre ciudades disímiles que se encuentras en el corpus poemático.

Comparten este espacio textual poético un grupo de textos bajo el título de Poemas de la convalecencia donde la estructura señala un ritmo quebrado y distinto marcado por algunos versos más largos y horizontales. No obstante, un tema difícil de tratar en poesía como es este de rememorar una operación quirúrgica, donde el frío muerde la piel. Esta sección no es el mejor logro del autor y el yo poético queda solamente reducido a un metalenguaje (en versos quebrados) que habla de la personal experiencia de ser sometido a un espacio físico donde “médicos/ enfermeras/ entran/ salen/ regresan…” Bueno, mejor es un poeta vivo que un escritor muerto.

Sigue privando en la poesía de Víctor Parra el verso quebrado, la verticalidad de la estructura textual con ráfagas de horizontalidad cuando el pensamiento fluye. La pausa y el espacio en blanco son propuestas de lectura que mantienen un ritmo propio. Los poemas son edificios de palabras en equilibrio precario a veces. La temática urbana no es fácil de tratar, pero estos textos constituyen un empeño por darle una lectura posible a la ciudad, al conglomerado de imágenes que llevamos dentro y que el autor quiere compartir para no olvidar que en todo habita la poesía y clama a gritos por nuestra atención, por ser tomada en cuenta en el sentido de la vida.
   
Argenis Díaz / 2016.
Foto: tomada de la´pagina de facebook de Víctor Parra.



Poemas de urbanos andares. 
Víctor Parra Rivero. 
Editorial Proyecto Expresiones. 
Maracaibo. 2013.

Referencia bibliográfica
García Montero Luis. Poesía Urbana (Antología 1980-2010). Editorial Renacimiento, 2010. Consultado en: https://books.google.co.ve/books/about/Poes%C3%ADa_urbana.html?




Portada escaneada del libro




Víctor Parra Rivero








jueves, 29 de diciembre de 2016

Ramón José Vásquez Montaña: trayectoria de vida

* Ramón Vásquez, docente y único corrector de pruebas del quincenario El Vigía. Tuvo la oportunidad de entrevistar a destacadas figuras de la vida nacional y local, como Hugo Chávez, Álvarez Paz, Simón Díaz, Reyna Lucero y Alberto Roye, entre otros.

En los últimos 15 años ha visto reducida su movilidad a una silla de ruedas debido a una artritis deformante. A pesar de ello mantiene su humor y una actitud positiva ante la vida. Es un ejemplo de resiliencia. Se trata de un villacurano de nacimiento que ha sido parte importante de la historia de este pueblo (Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela) desde que vino al mundo un 18 de enero de 1939. Posiblemente se bañó en los afluentes de los ríos Curita y Tucutunemo. Realizó estudios de primaria en la Escuela Arístides  Rojas, donde lo recibió en primer grado la maestra Priscila Bolívar de Izzo. Su bachillerato lo realizó en el Liceo Nocturno Agustín Codazzi de Maracay y culminó en el Liceo Roscio (nocturno) de San Juan de los Morros (estado Guárico, Venezuela).

Ramón José Vásquez Montaña ha dedicado 48 años de su vida a la docencia y unos treinta a la escritura y la corrección, sobre todo desde 1978 cuando con un grupo de amigos, entre los que destacó José Seijas, se les ocurre fundar un periódico para llenar el vacío que dejaba El Villacurano y muchos más atrás El Quijote. Periodismo alternativo para dar a conocer los hechos cotidianos que en materia social, cultural y política se sucedían por estos lares. 

El Vigía surgió de una conversación entre amigos, y pusimos en marcha el proyecto”. Eso fue en agosto de 1978, en el marco de las fiestas patronales de San Luis Rey de Francia. Desde entonces fue su corrector de estilo y columnista, en complicidad con “Pilar Pantoja”, “Heiler” y tantos otros que le dieron letra y vida a este quincenario que lamentablemente dejó de circular a raíz de la inesperada  desaparición física  de su director José Seijas.

Vásquez vive allí en la calle Carabaño norte #4, donde fundó una familia con Zoraida Martínez de Vásquez que luego creció hasta abarcar cuatro hijas: Geraldine, Rahyzora, Julymar y Raidan, y tres nietos. En su trayectoria, este hombre de buen carácter “ha hecho de todo” - para usar un lugar común, que no es tan común-. Fue monaguillo, ha sido dibujante, retratista, poeta enamorado y hasta actor de cine. En un documental sobre las peregrinaciones de Villa de Cura desempeñó el papel del Padre José Jiménez, fundador de esta tradición católica que lleva más de cien años. La producción en 16 mm fue realizada por Giuseppe Girlando y  Monseñor Feliciano González, para la época obispo de la diócesis de Maracay la llevó hasta el Vaticano para mostrarsela al Papa Juan XXIII quien ordenó que fuese llevada a los archivos de Vaticano, (nos muestra una foto donde esta vestido con su sotana y todo el atuendo propio del cura de esa época). 

Lo de retratista se debe a que le gusta la Fotografía. Nos cuenta que su mamá, Hortensia Montaña de Vásquez, era fotógrafa y la única mujer que retrató al general Juan Vicente Gómez (sin sombrero). Otra anécdota interesante que nos cuenta es cuando llegó a Villa de Cura el famosísimo Circo Razzore (1949); su mamá lo vistió de Blackmán, personaje estadounidense que hipnotizaba animales salvajes, así, disfrazado de Blackman lo llevaron al  mencionado circo donde el personaje en referencia lo tomó en sus brazos y lo llevó a la pista del espectáculo.

En el año 1956 se graduó de “Contabilista” en la famosa Academia Gregg de Maracay. Sus  conocimientos de Taquigrafía, Caligrafía, Mecanografía, Redacción, Contabilidad, etc. lo llevó a desempeñarse como Instructor por 25 años (1958-1982) de los cursos de Contabilidad y Secretariado que se realizaban en la Escuela de Artes y Oficios de Villa de Cura que después recibió el epónimo de Leoncio Martínez. Hoy día está jubilado por la Secretaría Sectorial de Educación de la Gobernación de Aragua. 

En 1969 funda en Villa de Cura el Instituto Venezuela, del cual salieron cientos de jóvenes formados (as) para el trabajo en  las especialidades de Secretariado Ejecutivo, contabilistas, auxiliares de Preescolar, topógrafos, técnicos en sistemas, técnicas bancarias, etc.; muchos de ellos y ellas hoy día ocupan importantes cargos en empresas, bancos y en el campo de la docencia.

Vásquez fue también fundador, junto con otros amigos, del Centro Social Aragua, del cual fue presidente; cofundador del Club de Leones de Villa de Cura y miembro de la Sociedad Bolivariana, Capítulo Villa de Cura. A principios de la década de los años 70, en sociedad con Beatriz Moreno de Cáceres, pasan a ser propietarios del Colegio Simón Bolívar, años más tarde venden sus acciones a unos afamados educadores de la localidad. En el Centro Social Aragua creó  la famosa “CHOCHOTECA”, actividad donde sólo se baila música "retro",  ya que las “Discotecas” eran solamente para los  muchachos. 

Vásquez, junto con Antonio Ramos, de origen español, funda la Sociedad Anticancerosa de Villa de Cura, de la cual fue secretario ejecutivo. Además fue socio fundador de la "Peña Tanguera de Villa de Cura”, presidida por el recordado Juan Bautista Alayón “Loco Lindo”. 

Su experiencia con El Vigía fue muy rica y grata. El periódico, donde él era su corrector de pruebas, salía con una ortografía impecable. Además tuvo la oportunidad, como reportero de ese quincenario. de entrevistar a importantes personajes de la vida nacional y local, entre ellos: Luis Herrera Campins, Octavio Álvarez Paz, Claudio Fermín, Henry Ramos Allup, al propio Hugo Rafael Chávez Frías, a Simón Díaz, Reyna Lucero, Augusto Bracca, al cura párroco Felipe Santesteban Iriarte, Juan José Caldera, Alberto Roye y otros.

Ha recibido varios reconocimientos, como la Orden Ciudad de Villa de Cura, una placa alusiva a los 20 años Centro Social Aragua (1997), Medalla de Oro otorgada por Lions International en reconocimiento por desempeñarse como Secretario ciento por ciento de efectividad por tres años consecutivos al frente del Club de Leones de  esta ciudad, entre otros. Pero el mejor reconocimiento es de los villacuranos que lo conocen y dan fe de su calidad humana, humor y don de gente. Ejemplo de resiliencia y perseverancia para las nuevas generaciones.

Texto: Argenis Díaz / diciembre de 2016.
Fotos. Archivo de El Vigía, escaneadas por Jhon Cáceres.

Ramón José Vásquez Montaña. 1993.

Entrevistando al comandante Chávez. 1994.

Entrevistando a Oswaldo Álvarez Paz. Noviembre 1993.

Entrevista con Juan José Caldera, lo acompaña Manuel Melo hijo.
Mayo 1993.

Con Simón Díaz. Octubre 1991.

Con Reyna Lucero. Febrero 1990.

Con Alberto Roye. Noviembre 1993.

Quincenario El Vigía. Septiembre 1978, N° 2








martes, 27 de diciembre de 2016

Don Inocencio Utrera: Hijo Benemérito de Villa de Cura

Inocencio Utrera (1900 – 1976), pedagogo espontáneo, inventor, poeta, músico y autodidacta; carpintero y barbero de gran trayectoria, nacido en Villa de Cura y fallecido en la misma ciudad. Es considerado un ejemplo para las nuevas generaciones de villacuranos y zamoranos.

Hijo de Josefa Utrera y Bentura Gonzáles, nació en El Cortijo, asentamiento rural de Villa de Cura, parroquia Valles de Tucutunemo del municipio Zamora del estado Aragua (Venezuela), según palabras registradas por Salustiano Yusti Prieto, el 28 de diciembre de 1900. De origen realmente humilde, su madre se ve obligada a buscar trabajo y deja al niño de ocho años “contratado” en la finca del señor Félix Bigott. Luego, en Cagua, realiza diversos quehaceres con la familia de Jesús Matos. En 1910 adquiere su primer libro de primaria, usado, y comienza su formación autodidacta. Oyendo leer a un criado de la familia Matos, de nombre José, aprende las primeras letras. A finales de ese mismo año su madre lo regresa a su terruño y comienza a trabajar en una hacienda de café propiedad de Juan Bautista Rodríguez.   

Para el año 1912  se inicia en la barbería y empieza a diseñar sus primeras letras y números, utilizando un trozo de carbón que afilaba a modo de lápiz. En 1917 ocurre su primer contacto con la música, oyendo a Víctor Ángel Hernández y a los muchachos de su banda. De ahí en adelanta ensayará con instrumentos que él mismo diseña. Con gran ingenio natural aprende a tocar el violín, el cuatro, la bandola y las maracas; además, canta coplas de su intelecto. 

En 1922 se traslada a Villa de Cura y reside en sectores de La Represa y Las Mercedes, hasta que compra una casa en la avenida Bolívar, marcada con el número 28, donde convivió con su esposa Angelina Bolívar de Utrera, desde 1932 hasta el fin de sus días. En su barbería, ubicada en la esquina de “Las Garitas” también soldaba piezas de latonería y fabricaba “silleticas” para niños, mesitas, jaulas y otros muebles de fácil elaboración. En las noches escribía versos, coplas, leía y tocaba sus instrumentos musicales. 

Desde 1950 se dedica a la enseñanza en las materias de mecanografía, ortografía y castellano, sufragando los gastos por su cuenta. En 1955 funda una escuela de comercio, la cual dotó con 10 máquinas de escribir nuevas. Por esta labor recibió algunos reconocimientos de parte del Concejo Municipal del entonces Distrito Zamora. Como ciudadano, Utrera demostró siempre un especial don de gente que le granjeó el cariño de sus coterráneos. Es considerado Hijo Benemérito de Villa de Cura.

Desde 1971, una escuela, fundada como núcleo rural en 1946, ubicada en el sector La Represa de Villa de Cura, ostenta con orgullo el nombre  de UEE Inocencio Utrera. Con posterioridad, el 9 de abril de 1976, y con algunas reliquias donadas por don Inocencio, se crea el Museo de la Tradición, que desde entonces lleva su epónimo y es reconocido nacionalmente como único en su estilo y patrimonio de los zamoranos. 

Reconocimientos

Federación Venezolana de Maestros (FVM), subseccional Zamora, enero de 1964.
Cuerpo de Seguridad Pública, julio 1967.
FVM Zamora, 1969.
Academia Rosmer, promoción que lleva su nombre, marzo 1972.
Logia 19 de Abril N° 90, junio 1976.

Inocencio Utrera falleció en Villa de Cura el 6 de septiembre de 1976, después de haberse ganado el cariño de todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo.

Texto: Argenis Díaz
De: Crónicas y personajes de Villa de Cura, 2012

Bibliografía

Yusti Prieto, Salustiano. Pasado y presente de Villa de Cura. Villa de Cura: Editorial Miranda, 1974.


Inocencio Utrera (1900 - 1976)
Inocencio Utrera, músico (1900-1976).
Foto reproducida: Museo Inocencio Utrera.

 

José Inocencio González Utrera

Nota adicional

Aunque Inocencio Utrera se dio a conocer con tal nombre, datos recopilados y aportados gentilmente por el historiador villacurano Johnny Hernández Calvo arrojan más luz sobre este inquieto personaje. Nos remite el historiador, la transcripción textual y legítima del Acta de Bautismo y de Matrimonio:

Nombre completo: José Inocencio González Utrera. Nacido en Villa de Cura el 17 de febrero de 1900. Bautizado el 24 de mayo de 1901. Padrinos: Ramón Aranda y Juana Bautista Aranda. Sus padres contrajeron matrimonio en Villa de Cura el 27 de abril de 1894, siendo testigos del acto Juan Guevara y María Segunda. Hay datos de por lo menos un hermano: Alfonso Evangelista González-Utrera. Nacido en Villa de Cura el 18 de agosto de 1897. Bautizado el 16 de junio de 1898. Sus padrinos: Rafael Villegas y Juliana de Delgado. (06/03/2016).

Copia del acta de matrimonio de los padres de Inocencio Utrera.

Acta de matrimonio de los padres de don Inocencio Utrera:

“En veinte y siete de Abril de mil ochocientos noventa y cuatro yo el cura de la parroquia San Luis de Cura y vicario del partido habiendo precedido a la exploración de voluntades tres proclamas y demás requerimientos canónicos y civiles presencié el matrimonio que et infacie eclesie contrajo Bentura González y Joséfa Utrera.
Recibieron las bendiciones nupciales: fueron testigos Juan Guevara y Malina Segunda. de que certifico.=Pbro. Lic. J. M. Jiménez (Rúbrica)”.



martes, 6 de diciembre de 2016

El Vigía de Villa de Cura

El periódico El Vigía de Villa de Cura fue fundado por José Seijas en agosto de 1978 como “órgano informativo de la Asociación Amigos de Villa de Cura”; con el tiempo,  llegó a obtener el Premio Municipal de Periodismo Rafael Bolívar Coronado, 1990, del Concejo del Municipio Zamora y el Samán de Aragua 1991 que le otorgó la Gobernación.  Además fue objeto de muchos reconocimientos por parte de personalidades y de infinidad de diplomas y placas de instituciones, tanto públicas como privadas. 

De El Vigía se publicaron más de un centenar de ediciones con más de 50.000 ejemplares. De perfil comunitario y popular, llegó a ser la voz de las comunidades y la oportunidad de más de 20 columnistas y articulistas de expresar su opinión sobre variados temas de interés local y regional.

Su fundador, José Seijas Alayón, nació  en Villa de Cura el 20 de mayo de 1933, hijo de José Mercedes Seijas y Elena Alayón. Fue editor, publicista y comunicador autodidacta, y un asiduo lector, lo cual lo convirtió en un hombre portador de una amplia cultura.

Falleció en su ciudad natal cuando iba a cumplir 78 años, el 08 de febrero de 2011. 

Texto: Argenis Díaz 
Fotos: Escaneados del Archivo de Argenis Díaz

Referencias:
http://letrasdeoscarcarrasquel.blogspot.com/2015/11/semblanza-de-jose-seijas-amante-del.html


José M. Seijas (1933-2011) fundador de El Vigía.

Edición Nº 4/ 1978.

Edición Nº 2/ 1978.


sábado, 26 de noviembre de 2016

Kristel Guirado: entre las tablas y las letras

Esta escritora villacurana obtuvo recientemente (2016) el premio nacional de dramaturgia Gilberto Pinto por su obra Amapola duerme de día.

Kristel Guirado nació en Villa de Cura el 2 de diciembre de 1968, hija de Rosa Zapata (f) y Pedro Guirado Cortés. Es narradora, dramaturga; licenciada en Letras, egresada de la Universidad Central de Venezuela. Magíster Scientiarum en Lingüística de la Universidad Central de Venezuela. Actualmente es la jefa del Departamento de Dialectología del Instituto de Filología “Andrés Bello” de esta universidad.

Sus estudios de secundaria los realizó en el liceo Alberto Smith de Villa de Cura. Ha participado en los talleres de narrativa de la Secretaría Sectorial de Cultura del estado Aragua.

Esta destacada escritora villacurana ha colaborado en distintas publicaciones regionales, como el suplemento Contenido del diario El Periodiquito de la ciudad de Maracay. En 1990 obtuvo el primer premio en el I Festival de Monólogos Armando Urbina, auspiciado por la Casa de la Cultura de Los Teques y el premio mención narrativa Pedro R. Buznego Martínez de la Casa de la Cultura de El Consejo, estado Aragua.

En 1993 publicó Quebrantos (dramaturgia), ediciones de la Secretaría de Cultura del estado Aragua; en 1995, Editorial La Liebre Libre le publica Tacones lejanos (cuentos). En 1999 escribe y publica la obra San Ignacio es un lugar común (dramaturgia). Con la obra narrativa Los juguetes más grandes resultó ganadora de la II Bienal de Literatura Infantil en homenaje a Pablo Neruda, el libro fue publicado por el Instituto de Altos Estudios de Control Fiscal y Auditoría de Estado Gumersindo Torres (Cofae), Caracas.


Kristel Guirado.

Noviembre de 2016, recibe el Premio Nacional de Dramaturgia Gilberto Pinto en la Casa de las Letras Andrés Bello con la obra Amapola duerme de día, ambientada en un bar, tiene como tema excusa el 27N, pero en realidad es un homenaje a Daniel Santos, según palabras de la autora.
En la entrega del premio de dramaturgia.

Su nombre  y producción también aparecen en Narrativa de Aragua (1970-1996), Maracay, 1997 y en la publicación del Conac Quienes escriben en Venezuela. Diccionario abreviado de escritores venezolanos (1900-2003), Caracas, 2004.



Kristel Guirado.

Texto: Argenis Díaz


Fotos tomadas de: 

http://www.letralia.com/124/0311guirado.htm
http://letralia.com/127/articulo06.htm
https://twitter.com/casa_bello?lang=es



miércoles, 9 de noviembre de 2016

Sobre el poemario Alas de papel: La palabra alada

“Palabras sin pensamientos
no van al cielo”
(Hamlet-Shakespeare)

Ricardo Sala A.

Argenis Díaz ya nos había entregado un poemario: “De espaldas al silencio”, y cuando lo leímos, hace aproximadamente cuatro años, sentimos la necesidad de comentarlo, de sumergirlo en ese mar infinito de apreciaciones connotativas a que obliga el análisis del lenguaje poético, siempre en constante e impredecible movimiento renovador. Ese lenguaje que desafía precisamente el análisis, por que, como primera dificultad, no existe ni tan siquiera una unificación de criterios, una definición universalmente aceptada de la poesía.

Hecha la aclaratoria anterior, adentrémonos en el pequeño universo creador del amigo Argenis porque cada creador, - y ahí reside la mayor dificultad analítica, - posee, efectivamente, su pequeño universo, creado con la magia de la palabra, de su palabra, sazonada con aguda observación, empolvorada de experiencia, coronada con cambiante entorno y servida, no obstante, en bandeja polisémica.

Y este deambular, impreciso y ligero por el laberinto de la palabra viene a cuento, porque tengo la impresión que es esa una de las búsquedas poéticas de mayor arraigo en la obra de Argenis.  El mismo nos lo revela en el pórtico de “De espaldas al silencio”: “Prendí imágenes/coseché metáforas/ Hice de la palabra/ medida de las cosas/ lo verdadero del mundo/ presencia muda de otras voces”

Mas es un conjunto de poemas inéditos de Argenis que han llegado muy recientemente a mis manos, reunidos bajo el título de “Alas de papel”, los que han motivado a la relectura de su anterior poemario y los que alumbran y guían estas líneas, las cuales pretenden expresar algunas opiniones e interpretaciones muy personales, con torno a su discurso poético, que lo imaginamos volando alto y bajo y aterrizando felizmente, aún con la fragilidad de esas alas de papel”. Alas de papel que bien pudieran personificar las palabras metafóricamente dúctiles. Tal vez por eso nos dice Argenis: “No cuelgues el poema/ déjalo flotar en el vacío”.  En ese vacío, en ese misterio que nos rodea y que escudriñamos y adaptamos a nuestra existencia, a nuestra manera de pensar.  En ese halo de misterio que motiva la búsqueda y es cuna de inspiración poética… Pero, la palabra, -en el caso de Argenis no hermética. flota, emerge “incólume/ sin trampa artificiosa/ libre/ sobre el angustioso silencio/ cómplice de la oscuridad/ donde reinan soterrados/ ángeles caídos”.  Hay angustia.  Hay angustia expresiva.  Protesta. Inconformismo.  Aún dentro de sus convicciones religiosas, que respetamos… “hombres mitad hombres / de infinitos tormentos/ por los siglos de los siglos”. 

Y la palabra se revela.  No sucumbe, porque es inmortal. Es símbolo de vida eterna.  No es de extrañar, entonces, que el poeta escriba: “busco la palabra viva” –esa palabra que (…) “me haga ser, después de ser/ hombre” O que permita “vociferar al viento/ yo soy/ cree en mí/ hazme tu verdad” Argenis, en lenguaje directo y depurado exento de esa pedantería tan propia de escritores mediocres que disfrazan su mediocridad en discurso ridículo, extravagante, exageradamente florido, todo en aras de exteriorizar conocimientos que con frecuencia no pasan de ser débil y falso atavío, sella pacto de sinceridad y sencillez.  

Sus afanosas lecturas buscan afianzar los vocablos, y por ende el lenguaje “libros, libros, libros, palabras sueltas, muertas/ en la memoria/ solas en la hoja en blanco/ esperando su voz su sonido/ su inalterable grito en el silencio”.  Y palpamos un dejo de ansiada soledad en compañía.  Y el ángel “con alas de papel”, también busca otros rumbos, los cuales no analizamos para ceñirnos al título de este escrito. Tal proceder no nos exime de destacar su voz de protesta (palabras al fin), que denotan inconformismo, descreimiento, pero, al mismo tiempo y casi paradójicamente, arraigada fe.  Conjunción de circunstancias. De contrarios. Develación del alma poética.  Sensible.  Y aunque Argenis nos diga. “Todo está dicho/ alguien antes de mí/ tomó la palabra”, no coincidimos con él, pues la reiteración del tema no está por la inmersa, inmensurable riqueza de la “palabra” y por la circunstancia, ya dicha, que cada creador tiene, o lleva en su interior, un minúsculo universo que lo identifica.  Hasta el calificativo de “epígono” resulta frecuentemente inadecuado.

Argenis explora otros horizontes (repetimos); pero afianza mi criterio inicial el XIV de los dieciséis poemas que han llegado a mis manos (suponemos solo es parte del poemario), que dice: “Hoy vuelvo/ a la palabra cósmica/ a la soledad/ de un sendero planetario/ girando siempre/ en un solo sentido”. En ese vuelo con “alas de papel”, inconformistas, protestatarios, débiles e indestructibles a la vez. Denunciatorias del inhumano entorno, de la ceguera que caracteriza a buena parte de la sociedad y en busca permanente de la palabra como fuente de trasmisión del pensamiento, como enriquecimiento del intelecto y como alimento crucial del discurso poético, del buen discurso poético.


Poemario Alas de papel. Colección Conuco N° 7.  1997.
Ilustración: Marco Antonio Torrealba



Ricardo Sala Arija. Poeta, ensayista, articulista y contador público. Nacido en Barcelona, España, el 14 de abril de 1928; fallecido en Maracay (Venezuela), el 11 de junio de 2009.
 
Desde 1951 vivió en el estado Aragua, donde desarrolló una intensa labor intelectual como miembro del Círculo de Cultura y Bellas Artes de Maracay, la Asociación de Escritores de Aragua y la Peña Literaria Cahuakao (Cagua), entre otras agrupaciones. Participó en los talleres literarios de Maracay, coordinados por el poeta Adalberto Pérez Ramírez, junto al Luis el Indio Quirife y Carmen Campos Pino, entre otros poetas de la región.

Sus primeros poemas los publicó en la página literaria "Orígenes" dirigida por el poeta e historiador Adalberto Pérez Ramírez en el diario El Aragüeño. También obtuvo un galardón en el Concurso Nacional de Poesía Orígenes, coordinado por el mismo Pérez Ramírez en el departamento de Literatura del Pedagógico de Maracay.
 
Publicó los poemarios Lluvia (1983), Dispersa (1985), Personajes y vivencias (1987), En tres tiempos (1988); Soliloquios (1989), Divagaciones (1995); Tránsito luminoso (ensayo, 1992), El llanto de un poeta (2008), una lectura del “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” de Federico García Lorca (ensayo), libro ganador de mención especial en la Bienal de Literatura Ciudad de la Juventud 2001, La Victoria; Anotaciones sobre literatura aragüeña (2009). El poeta Manuel Cabesa publicó en su homenaje: Lorquianas: una mirada a la obra poética de Ricardo Sala A. que fue presentado en el marco del VI Festival Mundial de Poesía 2009, en Maracay, Aragua, Venezuela.

Referencias

http://www.letralia.com/212/0611sala.htm

Poesía de Aragua (1966 - 1996). Maracay. 1997.

Foto tomada de Letralia.


Ricardo Sala A. (1928 - 2009)