Víctor
Parra Rivero*
A mis manos llegó vía
correo electrónico un interesante cuento o relato largo de Jesús María Díaz
Carmona, tío del estimado amigo poeta Argenis Díaz. Debo manifestar que me
causó sentimientos y emociones encontradas, ya que este interesante narrador
tomó el rumbo del suicidio a una edad temprana. Argenis hilvana en páginas para
los lectores una especie de presentación de la historia de su tío, observada
por un Argenis adolescente, desde su óptica personal de las vivencias de su
infancia y nos muestra su madera y su fuelle de futuro poeta en ciernes. Allí él
hace una descripción exhaustiva del personaje, cuando describe el viejo radio,
y la historia de Jesús de Nazaret, como se ve, en tiempo de Semana Santa.
Después hace énfasis en
las antítesis que veía su imaginación en ese lago de la ambigüedad de los
tiempos pueriles: santo o verdugo; ángel o demonio, y nos muestra una sobriedad
en cuanto a las descripciones del mobiliario y presencias humanas: mesas, cervezas,
amigos del tío; revistas, cartas de amor y hasta los aspectos fisonómicos de
ese personaje escritor llamado Jesús María Díaz Carmona.
Pero en esta
presentación, Argenis le idealiza como el padre que nunca tuvo en su niñez, y
le recuerda como la persona que le explicó que los rayos del sol al pasar por
las gotas de agua, como a través de un prisma, se descomponen y de allí el
arcoíris. Desde su pequeño mundo, lo veía alzando papagayos en el cerro junto a
él, pero a pesar de las cosas inocentes, sencillas, salieron a flote sucesos
lamentables como el suicidio, cosa que le marcó con garras de dolor su niñez
pobre, pero abundante en calor y color poética. A partir de allí, podemos
afirmar con certeza que esa carta que Argenis imaginó hizo el tío escritor,
suicida, es dentro del mundo del subconsciente la idealización que profesaba
hacia Jesús María Díaz Carmona.
Como lo expresa Ingrid
Chicote, en un prólogo a propósito de este cuento que lleva por título Destino Trazado: “Que la vida y la
muerte son lo mismo”. Coincido con ella al respecto ya que el suicidio se llevó
a los lugares de la muerte a Jesús María y su sobrino Argenis lo rescató de
viejos infolios y crónicas, es la permanencia en el tiempo y el espacio de ese “destino
trazado” y lo trae a la existencia física como un rescate de la muerte y del
olvido.
Al iniciar este trabajo
crítico sobre la obra de Jesús María Díaz Carmona pude constatar que Destino Trazado es un cuento denso y
largo en cierto sentido. No hay desperdicio en su trama, o argumentos, ya que
se encuentran presentes los elementos de un inicio, un nudo y un desenlace. Muy
bien hilvanada su concepción como cuento, es de una estructura lineal, donde no
se evidencian rasgos pertinentes de la literatura fantástica, con personajes
difuntos, con su “realismo mágico”; más bien son estos personajes reales, de
carne y hueso. No está concebida la historia como “la serpiente que se muerde
la cola” Por lo tanto, no obedece a la elaboración de una escritura cíclica
cuyo fin es igual al principio o el principio igual al final.
Más bien, la obra está
ajustada a un punto de vista narrativo en tercera persona, lo que se conoce
como narrador omnisciente, que todo lo sabe, todo lo ve, todo lo describe como
una especie de dios instalado a los pliegues del párrafo escrito. El narrador,
Jesús María Díaz Carmona, despliega con verdadera maestría, a través del texto
en la página de inicio, un conjunto de imágenes móviles y visuales: el carro en
la carretera, que atrapan al lector desde el comienzo de las primeras líneas.
De forma inusitada,
este narrador hace un salto y pasa el párrafo a un punto de vista narrativo de
primera persona, cuando conversa con el personaje principal Martín Márquez.
Posteriormente, a Martin Márquez, o da lo mismo decir Jesús María Díaz Carmona,
lo vemos involucrado en una muda de temporo-espacial, en una especie de monólogo
interior en sus pensamientos, en sus adentros, donde denota el fluir de la
conciencia y del cual es arrancado por el chofer que lo conduce hacia la finca
San Jordán del tío don Víctor Márquez; le habla y lo saca del recuerdo a la
realidad al arribar al lugar, los llanos. Luego de esa ruptura temporal entra como narrador
protagonista cuando habla y sostiene diálogo con el chofer.
Tal como acotaba en los inicios, en la
historia en referencia pude constatar que había una estructura lineal en la
concepción o construcción narrativa: un inicio, cuando Martín Márquez va por la
carreteras del llano sumergido en los recuerdos de su vida en Caracas donde perdió dinero, casa y amigos,
hasta el momento que ingresa a la finca, donde el tío Víctor Márquez proyecta
para el sobrino el trabajo duro, porque no tenía descendencia de hijos y se
proponía formarlo como hombre de llano, acostumbrado a las faenas del campo.
Luego entra en acción
el nudo, cuando Martin quema la ropa de la ciudad y adopta y comienza a utilizar la vestimenta
apropiada o adecuada a la ruda faena del llanero. En contacto con el caporal Samuel,
aprende a montar a caballo, a enlazar el ganado y marcar reses; al principio,
es motivo de burla, pero su perseverancia y deseos de aprender logran las metas
propuestas, se dio una golpiza con Raúl, el carretero, saliendo vencedor y
ganando la admiración de los parroquianos. Pero también sostiene relaciones
amorosas con Cecilia, una muchacha humilde, y con Mariela Maldonado. Gana el
favor del tío, cuando este se entera y percata de que salvó el ganado de morir
en la inundación, rescatándolo con arrojo y valentía.
Sucesivamente, el clímax
de la anécdota se presenta en el enfrentamiento que sostiene con un hermano de
Mariela llamado Manuel Maldonado, es entonces cuando confluye un desenlace en el
cual Martin es testigo de la lectura del testamento de don Víctor Márquez donde
lo designa su único heredero. Simultáneamente, este le hace la petición de
manos a don Manuel Maldonado de su hija Mariela y allí conoce la verdad esta
dama de los amores de Martin y Cecilia. De nuevo, Manuel y Martin se guindan a
golpes en la finca; ya agotados, Manuel le manifiesta que no lo mató porque no
quería ver huérfano el hijo de Cecilia. Martin se dirige, entonces al rancho de
Cecilia y se la pide a don Emiro en matrimonio, enmienda y rectifica así el
error del engaño a la muchacha y la pérdida de su honra.
Podemos evidenciar que la
obra está concebida en un espacio abierto, con un tiempo dinamizado por las
actividades de los personajes, donde prevalecen más que todo las acciones del protagonista:
montar caballos, enlazar reces, ir a botiquines, visitar a las novias, Cecilia
y Mariana. Este último aspecto se nota que son mostrados en espacios cerrados
donde el actor principal realiza efímeros escarceos. Imágenes abundan, sobre
todo las visuales, con descripciones del paisaje: sol, cielo, flora y fauna. En
cuanto al habla hay algo de expresiones coloquiales o lenguaje común del pueblo
en contraste con el lenguaje culto del caraqueño Martin Márquez, cuando
enamoraba a las dos muchachas del pueblo.
A mi parecer, estamos
al frente de un escritor influenciado quizás en las lecturas de Gallegos,
cuando plantea en su escritura, a la inversa, el paso de la civilización a la
barbarie, en vez de la barbarie a la civilización. Resulta paradójico, pero la
civilización en la ciudad está llena de barbarie y aire viciado, con ríos que
sirven de depósito de residuos fecales e industriales. Ese mismo río, con
construcciones de casas y canales que le quitan el cauce, produjo aquella
tragedia que dio corporeidad al relato de Jesús María. Aquí Martin vuelve hacia
una barbarie más sana, civilizada si se quiere, como antítesis de su
experiencia citadina, y nos remite, sin ninguna pisca de duda, al recuerdo del
poeta Lazo Martí con su “es tiempo de que vuelvas: es tiempo de que tornes” al
lar, al origen de esta tierra que amamantó nuestros más caros anhelos.
En todo caso, lo
precedente es una lectura panorámica del relato de Jesús María Díaz Carmona y
mis apreciaciones personales al respecto. Les invito a que disfruten de la
lectura de esta obra que constituye un legado no solo para la familia de
nuestro poeta amigo, José Argenis Díaz, sino para las letras villacuranas,
hasta ahora inédita y que sale a la luz gracias al empeño del poeta en darla a
conocer.
*Poeta y narrador
villacurano.
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Jesús María Díaz Carmona
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Libro: Mi tío el escritor. 2021.
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