Le atrajo su paisaje, arquitectura colonial, la hospitalidad y amistad de su gente, motivo por el cual contribuyó con pasión a mejorar en algunos aspectos, la vida de los villacuranos. Ejerció el cargo de médico jefe de la Unidad Sanitaria y trabajó como pediatra todos esos años. Fue presidente del recordado Club Social, fundó la Sociedad de Amigos de La Villa y electo concejal por el partido FND, el de la campana del Dr. Arturo Uslar Pietri.
Se sentía satisfecho porque ya los enfermos no tendrían que viajar a Maracay o Caracas para someterse a intervenciones o tratamientos complejos; pero también se dio cuenta que los jóvenes estudiantes al concluir su educación primaria no podían continuar sus estudios de bachillerato porque en Villa de Cura no había liceo y tenían que trasladarse a Maracay y San Juan de los Morros.
Inmediatamente comenzó a reunirse con un grupo de personas que tenían la misma inquietud: Víctor Roldán, Luis José Acosta Rodríguez, Juan Pablo Álvarez, Javier Mena, Félix Valderrama, Francisco José Pérez, Humberto Esaá, Manuel Rondón, José Fernández Bounadot, Julio de Armas, Saúl Albano, Evelio Gutiérrez, Manuel González y muchos más que se solidarizaron con tan plausible iniciativa, prestándole su decisivo y entusiasta apoyo. Al principio no tuvieron éxito, pero continuaron con las reuniones con mayor empeño.
Gracias a la feliz coincidencia de encontrarse al frente del Ministerio de Educación el ilustre villacurano doctor Augusto Mijares, tío de Pedro González Mijares, este grupo solicitó su respaldo al ministro, el cual fue positivo logrando abrir el liceo en septiembre de 1949. El recién creado liceo inició actividades en una casa alquilada en la calle Leopoldo Tosta cruce con Comercio, cerca de la casa parroquial con una matrícula de 40 alumnos en 1er. año. El doctor González Mijares fue designado director ad honorem del liceo cuyo nombre tras varias discusiones fue el de Alberto Smith, quien fue ministro de educación en el gobierno del general López Contreras; como subdirector se nombró al profesor Danilo Candeo, un italiano recién llegado a Venezuela.
El liceo fue mudado en 1950 a la calle Miranda cruce con Dr. Rangel (antigua Inspectoría de Tránsito). Años más tarde a la calle Bolívar, frente a la casa del santo sepulcro (actual sede de La Leoncio Martínez). La primera promoción de bachilleres egresa en 1963 y llevó el nombre de Pedro González Mijares en honor a quien fuera su fundador, formando parte de la misma su hijo Pedro González Oliveros, Manuel Moreno, Julio César Reyes, Ramón Simancas, Saúl Pérez Zamora, Pedro Domingo González y Armando Álvarez, entre otros.
En la vieja casona, a medida que crece la población estudiantil, en el año escolar 1966 el centro de estudiantes presidido por Luis Rosendo Hernández Paradisi, acompañado por Claudio Nazoa, Ramón Zerpa, José Manuel Guirados y demás integrantes, comienza una lucha pacífica para gestionar ante el ministerio de educación la construcción de una nueva sede para el liceo; las autoridades educativas respondieron afirmativamente a la justa petición del estudiantado y construyó una moderna edificación con amplio terreno para su expansión en el sector La Represa, inaugurada por el presidente Raúl Leoni en 1968.
Destacados pedagogos han dirigido nuestra máxima casa de estudios dejando su huella progresista en el álbum que recoge su historia: Dr. Pedro González Mijares su director y fundador; profesores Evelio Anzola, Alberto Heredia, el villacurano Raúl Montenegro, José Núñez Gaimare, José Eusebio Sierra, Flor Pereira de Argenti, Pedro Guevara Romero, Ramón Barrios, Gustavo García, Agustín Bompart, Sonia Navarro, Sonia Godoy, Gladys Álvarez, Gladys Villanueva, Carlos Machado, Javier Garrido, Pedro Delgado Azuaje (primer exalumno en ocupar la dirección), Graciela Lovera, Mayela Caracas y la actual directora Julissa Córdova. Unidos a ellos don Amador López, el solícito bedel, hombre íntegro a carta cabal; Germán Cordero Padrón, director de lujo del orfeón y las muy eficientes y serviciales secretarias Pipina Coelles, Caridad García y Norma Oliveros
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Hoy, al arribar el liceo Alberto Smith a sus 70 años de fundado, exige con urgencia la decidida participación de sus exalumnos, organismos competentes y comunidad en general para hacer más efectiva y completa su acción educativa conforme a las más modernas técnicas de estudios, cuya dotación debe ser el más valioso aporte que deben darle al llegar airoso a tan significativo 70 aniversario de vida activa y fecunda en pro del engrandecimiento educativo y cultural de esta histórica ciudad.
"Exhorto al ciudadano alcalde y concejales para que en tan significativa fecha sea declarado el liceo Alberto Smith patrimonio cultural del municipio Zamora".
No tuve el privilegio de estudiar en el Smith, pero con el más noble sentimiento de orgullo por todo lo que involucra, históricamente, la presencia del liceo Alberto Smith, tanto en la ciudad de Villa de Cura como en todo el estado Aragua, dedico con afecto estas líneas principalmente a todos sus exalumnos; a la juventud estudiosa, a los docentes que han participado en las aulas albertistas e igualmente a la memoria del doctor Pedro González Mijares y profesores fallecidos que en su momento dieron su aporte en aquellos años de inicio y desarrollo, como también a todas las personas que en las diversas actividades han formado parte del entorno liceísta a quienes he querido reconocer en este escrito lleno de recuerdos y nostalgia.
Mucho le debe Villa de Cura a Pedro González Mijares, su dinamismo le permitió destacarse en todas las áreas del quehacer público: en el campo de la salud, de la educación, del arte y la cultura, en la vida social, en el hermoso terreno de la filantropía y en tantos aspectos, en fin, por los cuales camina el cotidiano devenir de la ciudad.
El calor y amor de este pueblo, que lo cobijó bajo su cielo recién llegado de Caracas con su inseparable esposa Leo y su primogénito Pedro, le dio como regalo cuatro de sus amadas hijas: Susana, Yolanda, Diana e Irene; años más tarde Alexandra, la menor, nacería en la sultana del Ávila. Seis profesionales, quienes con el ejemplo de su padre y guía espiritual tuvieron siempre la educación recta e intachable de un hombre humilde, pero con un corazón de oro, quien siempre supo guiarlos por el camino correcto, como todo un gran educador, que un día llegó a la tierra villacurana a cumplir una misión para luego irse lleno de satisfacción por haber logrado su objetivo. Honor a quien honor merece.
Chencho Adames Aponte
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Dr. Pedro González Mijares. |
Liceo Alberto Smith. |
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