Hago esta nota y me asaltan los recuerdos en tropel sobre este interesante personaje que un día antes había celebrado 51 años y al siguiente del evento fue llorado por el colectivo villacurano y todos sus familiares y amigos. Un gran homenaje le fue otorgado a quien dio con su hacer y saberes alegría a todo el mundo. Fue elocuente el homenaje otorgado a través de la música sacra con la banda de viento metal de los hermanos Cordero dentro del recinto fúnebre y luego, en la parte exterior al este, bajo un toldo que sirvió de palio a un sol ardiente y a la vez encapotado, una agrupación de música popular, constituida por eminentes músicos villacuranos exponentes del merengue, la salsa, guarachas, regalaron un hermoso homenaje al amigo ausente, lo cual resultó un hecho atípico en los anales de los entierros que se han realizado en la comarca zamorana.
Voy a relatar en breve la historia de Nelson en estas líneas. La familia González Rojas, integrada por Nelson González, padre; Luisa Rojas, madre y una prole integrada por cuatro hijos: Nelson el hijo mayor, Aquiles, Nélida y William. Todos de origen caraqueño llegaron en el año 1976, al sector popular de La Represa. Este grupo filial tenía una condición humilde, pero una honradez a toda prueba. Nelson y sus hermanos cursaron la educación primaria en La Represa, supongo en la escuela cercana al sector donde residía.
Posteriormente, él cursa la secundaria en el liceo Morales Carabaño, la Básica, y el Diversificado, cuarto y quinto años, en el liceo Alberto Smith. Corría el año 1985 para ese entonces yo hice equivalencia hacia el Smith para estudiar Humanidades; en el liceo Simón Bolívar contaba con materias aprobadas del cuarto de ciencias por la modalidad de equivalencia. Por lo tanto, tenía tiempo libre, solo veía cuatro materias de la especialidad, esa circunstancia me llevó a estrechar amistad y conocer a Nelson en el patio central sentado en los bancos de cemento. Lo veía con una guitarra entre sus manos, por iniciativa de él y domando el potro de la pena y la timidez, comienza interpretar las primeras canciones en su mayoría esencialmente románticas de los 60 y 70, así como los temas de modas del momento. Ejecutaba muy bien la guitarra; desde luego, fue un alumno aventajado en la Escuela de Música Ángel Briceño, del profesor de Guitarra Clásica Ramón Perozo; y con él como guía y conductor duró cinco años estudiando con ahínco el instrumento, siendo un alumno de técnica depurada, según las palabras del profesor.
En efecto, su oído era tan prodigioso que apreciaba cualquier ritmo y lo sacaba en sus tonos originales, hasta los merengues dominicanos que estaban de moda los ejecutaba al pie de la letra con guitarra y los cantaba. Igualmente era diestro con el cuatro y el bajo y todo instrumento de cuerda. Durante el año 1986 se organizó en Villa de Cura el grupo de música popular Énfasis, integrado por César Martínez , Raimundo Parra, Tirso Romero, Argenis Sojo, Víctor Hugo Hostos, Nelson González y, en este orden, ejecutaban respectivamente: saxo, flauta trasversa, teclado, bajo, canto güiro, percusión, canto, guitarra eléctrica y coros. Cabe destacar que este grupo llenó el espectro musical de los ochenta y principios de los noventa con un amplio repertorio de merengues, baladas, salsas, pasodobles, boleros de los viejos y los que estaban en vigencia. He de acotar que Nelson formó parte de la coral Ángel Briceño; mataba tigres, o mejor dicho, efectuaba toques, con el grupo de Frank y sus Monarcas; o de música venezolana usando el bajo o el cuatro alternativamente.
Sus actividades fueron muy diversas para esos años, ya que participó de manera activa en serenatas gaiteras, en veladas románticas, donde Isabel Leota, en la Rivas Castillo, así como también ejecutó gaitas con Harry Macero. En 1987, Jesús Olivero Rafezzca estructuró un grupo denominado Pasión Gaitera en el mes de diciembre de ese año y formaron parte de este: Jesús Oliveros, Humberto Albano, César Martínez, Tirso Romero, Luis Arjona, Manuel Zapata, Adriana Utrera, Noilary e Isbelca Pino, Isabel Moreno, Ramón Rodríguez Dylan, Jesús Ibarra, el popular chichiro, La Chipi y este servidor. Llenamos ese año de interpretaciones de ese género no solamente las casas de nuestros familiares y amigos, sino también fiestas y despedidas de fin de año que hacían empresas de la localidad a su personal obrero. Luego de esa experiencia, grata para todos, porque éramos jóvenes, la vida de cada uno de los componentes dio un giro distinto.
Ya culminando estudios y siendo bachilleres, algunos de los componentes del conjunto adquirieron empleos formales, algunos casados, y otros salieron seleccionados en los diferentes institutos universitarios existentes en el país. A partir de los primeros años de la década del noventa la vida de Nelson y la mía tomaron caminos distintos, diferentes cauces, él trabajando con el señor Marante en Sefloarca, semillas certificadas; yo en el mundo de la educación con algo de la música y literatura. Solamente nos veíamos si el azar lo tenía previsto así .Con el tiempo supe que procreó dos hijos con Yiro y que éstos al igual que su padre se dedicaban a la música, claro no solamente la popular si no la que involucra el estudio de instrumentos con partituras a través de escuela formales como la Ángel Briceño. Conozco de primera mano que Nelson, con ellos ya adolescentes, ensambló un conjunto de carácter bailable y que gozaban de mucha receptividad en las personas que llegaron a disfrutar el arte de los sonidos de esta familia.
Por último, se hizo amigo mío en el Facebook, medio por el cual nuestro contacto se trasladó a lo virtual y por ese medio me expresó su deseo de que yo grabara algunos de sus temas inéditos, porque él también, para conocimiento de los lectores, fue un aventajado escritor de baladas en los años juveniles de los ochenta, cosa que en algún momento plantearé a su esposa Yiro e hijos. Por tanto, hilo estos recuerdos para resaltar un hombre de virtudes ciudadanas, buen hijo, hermano, padre, esposo, músico y, sobre todo, un hombre honrado y honesto a carta cabal, y esa demostración es patente, ya que él era el administrador del Centro Comercial Villa Hermosa, propiedad del señor Marante, hasta el momento de su trágico deceso. En conclusión, su vida destacaba escrita sobre los folios de una hoja intachablemente inmaculada.
Texto: Victor Parra R.
Lugar de la foto: https://www.facebook.com/nelsonadolfo.gonzalezrojas/photos?
Nelson González "Furia" |
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