martes, 23 de diciembre de 2014

Discurso pronunciado por José Meléndez en la sesión Centenario del Alma Llanera

***Discurso de Orden en la sesión extraordinaria celebrada por el Concejo del Municipio Zamora con motivo de entrega de la Orden Alma Llanera en su única clase, en el marco del centenario del estreno de la zarzuela Alma Llanera escrita por el villacurano Rafael Bolívar Coronado.

Rafael Bolívar… Un personaje teatralmente invisible 
dentro de la Literatura Universal

MCs José Ángel Meléndez Peña.
Docente, cultor y productor audiovisual

Palabras de agradecimiento:

Ø  A Dios, Familia, Amigos
Ø  A la Revolución
Ø  A la Cámara Municipal
Ø  Alcaldía de Zamora

Saludos a los presentes, colectivos culturales, amigos estudiantes, y demás...

“Todo este tiempo en el arte me ha hecho comprender que la vida es como la poesía. Crecer en el hombre. Siempre partir. Estar de paso, aunque cada vez que se parta se sientan unas irreprimible ganas de llorar. Eso es la vida: un monto de hechos borrosos en el existir. No podría hablarte de felicidad después de mi retiro del canto. Los artistas a veces estamos lejos de la naturaleza  a pesar de que el arte se alimenta de ella. Tal vez ahora pueda apreciar mi mundo, hay un montón de tragedias y comedias vividas, sí, pero ahora todo se torna real. Hay que detener el pequeño barco de estacatos y bemoles, para guardarlos en la memoria”.
 [la cita es de un texto del maestro Orlando Ascanio]

La Villa de Cura de los techos rojos, pueblo próspero, designado capital del Gran Estado Guzmán Blanco en 1881, el cual estaba formado por los actuales estados Aragua, Guárico, Miranda y Nueva Esparta, vio nacer a Rafael Bolívar Coronado, en la antigua calle Curita, hoy calle Páez, en una gran casa marcada con el número 39. Como el mismo la describe en sus memorias, tenía un patio poblado de rosales, de berberías y de un jazmín real. La brisa venia de las praderas inmediatas al pueblo; su infancia transcurrió entre esta casa y la hacienda de su madre, Guayabal, ubicada a la entrada de Villa de Cura; en esta ciudad inicia sus estudios elementales en una escuela de niñas, donde ingresa por su abuela Zoila, quien convenció a sus padres que era aún pequeño para ir a una escuela de varones. Confiesa Bolívar Coronado que su apetito libidinoso se inició con las chiquillas de esta escuela y las pequeñas hijas de la cocinera de su casa. Su padre Rafael Bolívar, diputado al Congreso, quiso que su hijo recibiera excelente instrucción y resolvió llevarlo a Caracas; tenía solo 11 años; allí ingresó al prestigioso colegio San Agustín. "Lograron no poco de un muchacho tan asalvajado y enmarañado como yo”.

Rafael Bolívar Coronado fue un aventurero, lo que le sirvió para cimentar su cultura, le gustaba leer cuanto caía en sus manos, dejando plasmado que el primer libro que leyó fue la Biblia. “Fue aquella mi primera y asidua lectura. Los pasajes del Cantar de los Cantares y del Génesis me sugestionaban”. Favoreció su costumbre de lectura y disfrutaba de variados libros sobre cualquier temática en la biblioteca particular de su patrón, un jefe militar Liberal.
El 23 de mayo de 1899, un grupo de andinos encabezados por el General Cipriano Castro, y su segundo el General Juan Vicente Gómez, cruzan el río Táchira en la frontera colombo venezolana y dan el grito de guerra. Se inicia la Revolución Restauradora; “yo ya era todo un hombre, calzón y blusa de lienzo amarillo, alpargatas de bramante y suela, sombrero alón, pelo de guama adornando una cinta y escarapela tricolor; al cinto la peinilla de ancha y curvada hoja con mango de cuerno de toro, y a los talones mohosos y recios acicates”. Aún sin cumplir 16 años inicia su primera aventura alistándose en la Caballería de esta nueva guerra. “Fui vagabundo y aventurero por casi todas las ciudades y pueblos de la República”.
Al regresar a su casa, su madre doña Emilia ya había muerto; la situación económica de la hacienda Guayabal no era favorable siendo vendida a los Quero, con quien los Bolívar Coronado guardaban parentesco. Con algún dinero se residenció en el sector El Carmen, ubicado en la carretera Villa de Cura- San Juan de Los Morros, allí se inició en la literatura y el periodismo escribiendo y publicando poesías.
En la Hacienda Santa Rosa, ubicado en la sierra del sur de Villa de Cura, tierra de siembra de café, de suave brisa, de verdor resplandeciente, entusiasmado por esta presencia de la naturaleza, dio forma a la letra del “Alma Llanera” con la destrucción de varios papeles, a la luz de una lámpara sostenida por Fulgencia Izaguirre Quero. Al finalizar esta hermosa zarzuela, Coronado escribió una copia y le estampó una bella dedicatoria que guardó Fulgencia como una reliquia hasta que se le perdió.

Sus inicios como escritor se remontan a su Villa de Cura natal en el estado Aragua, en un semanario del que era cofundador. Después sus colaboraciones llegaron a prestigiosas publicaciones de la época como El Cojo Ilustrado y El Nuevo Diario. Por un tiempo merodea por Caracas desplegando una actividad literaria prolífica. Escribía para distintos diarios y revistas como Horizontes de Ciudad Bolívar y Atenas de la capital.  En Caracas, como buen conversador y charlatán, amplia el campo de sus amistades literarias y militares. De pronto se encuentra en la plana mayor de los adláteres al régimen gomecista. Anda en estas malas compañías hasta el año 1913. De regreso a Villa de Cura, reflexiona y escribe sobre su peripecia como militar agregado que pueden leerse en “Memorias de un semibárbaro”. Para el año de 1914 vuelve a Caracas y se desempeña como colaborador y redactor de la revista Atenas. De igual modo, escribe para otros diarios y se desempeña como educador en una escuela municipal. Para el 19 de septiembre de ese mismo año se estrena la zarzuela, en un acto y tres cuadros, Alma llanera. La letra es de Coronado, la música pertenece a Pedro Elías Gutiérrez y es llevada a escena por la compañía de Matilde de Rueda.
Según Oldman Botelllo, cronista de la ciudad de Maracay (1993: 61), el músico Gutiérrez, de común acuerdo con el autor de la letra, decidió independizar la pieza musical, montándola en la Banda Marcial de Caracas, bajo su dirección, y la estrenó en la Plaza Bolívar de la capital, el día 31 de Diciembre de 1914, en la retreta de despedida del año. Desde entonces pasó a formar parte del repertorio musical de la mencionada Banda Marcial, al igual que de las del interior del país.

Sin embargo, conociéndose toda la historia del “Alma Llanera”, han existido personas que pretenden cambiarle la letra a la canción y atribuirle otros autores, llegándose incluso a declararla Himno de los Llanos Colombianos, como si fuese una composición propia de ellos. Pero, en Venezuela sabemos que tradicionalmente en las fiestas bailables con conjuntos musicales, al tocarse el Alma Llanera ha concluido la parranda. Aun cuando es obvio, muchos de nuestros paisanos apureños ignoran que esta composición poética tiene como escenario las llanuras de Apure, y muy particularmente los alrededores de El Yagual. Un indicio lo constituye la mención del río Arauca en el texto de la canción, pero es necesario conocer el contexto de la zarzuela, donde se menciona el lugar en uno de los diálogos. Sobre la fuente de inspiración del autor de la letra del Alma llanera, Botello  afirma que no hay ninguna información de que Rafael Bolívar Coronado haya estado en Apure o Guárico; sus lecturas y la información obtenida de los llaneros que llegaban a Villa de Cura como emporio ganadero, proporcionaron el conocimiento del ambiente de la pampa venezolana del sur.

Las biografías del autor de la letra del Alma llanera, coinciden en señalar en que el escritor nació el 6 de junio de 1884 en Villa de Cura, estado Aragua, donde estudio primaria. A principios del siglo XX se mudó a Caracas, donde se convirtió en periodista, y luego pasó sus últimos años de vida en España, lugar en el que escribió la mayor parte de su obra. Si el poeta no era un hombre de la sabana venezolana, ¿cómo pudo escribir la letra la canción que es considerada el segundo himno de Venezuela? Oldman Botello, contó que el dramaturgo dice en su biografía Memorias de un semibárbaro que se fue a “Apure a donde un tío que le enseñó la llaneridad, los usos y costumbres”. No obstante, el docente advierte que esta anécdota forma parte “de lo novelesco de la obra” del escritor. Ningún tío materno fue residente en Apure; tuvo un tío de su madre, Carmelo Coronado, hombre humilde que no salió de Villa de Cura y que tampoco tenía hatos en Apure. Se imaginó al Arauca vibrante, pero es un río tranquilo, de aguas terrosas que nace en Colombia y se desplaza por las sabanas apureñas hasta entregar su caudal al Orinoco".

Para el cronista Oldman Botello, el país no tiene otra forma de recordar a Bolívar Coronado sino por el Alma Llanera, “aunque generalmente a la hora de interpretar el joropo, muchos desconocen quién es el autor de la letra y toda la creación se la endosan a Pedro Elías Gutiérrez. Eso se debe a que durante muchos años solo aparecía el compositor guaireño como autor, hasta que la antigua Asociación Venezolana de Autores y Compositores (AVAC ) que dirigían María Luisa Escobar y José Nucete Sardi, entre otros, convocó a los familiares de Bolívar Coronado para presentarse en dicho gremio y desde entonces los familiares de ambos creadores cobran los derechos de autor y no un autor nada más.
"RBC fue opaco en las letras. Solo se admira en él la creatividad, la fuerza de su prosa y su actuación en el periodismo venezolano. Si eliminamos a Alma Llanera, nada más queda del escritor, periodista y poeta, lamentablemente. Eso ha contribuido a su anonimato en el panorama literario venezolano y recordado solo por lo pintoresco de la seudonimia: más de 500 nombres falsos. En su descargo hay que decir que él sí reivindicó a los autores venezolanos y personajes de diferentes ramas del saber en su tiempo cuando escribió las entradas biográficas nada menos que de la Gran Enciclopedia Espasa que en más de cincuenta volúmenes se publicó –y se sigue reeditando- en España, la misma Enciclopedia que anhelaba tener Jorge Luis Borges, pero supuestamente el dinero no le alcanzaba.

¿Por qué tituló así la biografía de RBC?
La biografía del personaje, con el título de El hombre que nació para el ruido fue tomado de lo que escribió en sus Memorias de un semibárbaro: “Yo no puedo vivir sin hacer ruido; me hace falta la movilidad, el peligro, la agresión”.

El estreno de Alma Llanera

Alma Llanera se escribió en la Semana Santa de 1913 en la hacienda Santa Rosa del Sur, o Bella Vista, al sur de Villa de Cura, cuando Bolívar Coronado subió hacia esa zona cafetalera y agropecuaria a visitar a un cuñado enfermo de los nervios que buscaba la salud en la zona montañosa. Escribió la obra, una zarzuela con el nombre de Alma Llanera hasta entrado el anochecer. La niña Fulgencia Izaguirre Quero, pariente de la familia, nacida en 1900, alumbraba con una lámpara de carburo, tal cual se lo contó en Villa de Cura donde nació y residió toda su vida. En septiembre de 1914, en el desaparecido Teatro Caracas se montó la zarzuela. Bolívar Coronado solicitó a su amigo Pedro Elías Gutiérrez, director de la Banda Marcial de Caracas para que compusiera la música de la zarzuela y especialmente del joropo que daba nombre a la pieza de género chico. Desde Villa de Cura hizo traer un sirviente de la familia Rojas-Tejada, el negrito Mamerto, quien ese sábado 19 de septiembre zapateó el joropo en el escenario del teatro Caracas. La obra fue un éxito para el público y fue repetida en ese escenario y en otros del país. La zarzuela no sobrevivió pero quedó para la música popular universal el joropo al que se le califica como “segundo himno nacional” y es internacionalmente conocido y admirado.

Antes del estreno, Coronado estaba hecho un amasijo de nervios. Como pudo aguantó hasta casi finalizada la obra y luego abandonó la sala. La obra fue un éxito y el público pidió la presencia del autor. Luego explicaría a sus amigos sus razones: “Me fui porque me imaginé que el público me iba a silbar”. Este miedo al fracaso quizá lo llevó a ocultarse siempre para escribir. La canción principal de la zarzuela es tarareada en todas partes. Coronado y Gutiérrez deciden presentar la obra a un público más selecto. La suerte del Alma llanera estaba escrita; se convertirá con el tiempo en el segundo himno de Venezuela. Coronado tuvo sentimientos contradictorios con respecto a los versos de la canción y en un artículo llegó a escribir: “De todos mis adefesios es la letra del Alma llanera del que más me arrepiento. En efecto. Es ésta mi página dolorosa, el hijo enclenque de mi espíritu, la cana al aire, la metida de pata”. La obra fue escenificada por la compañía de opereta de Manolo Puertolas, recién llegada a Caracas de una gira por varios países latinoamericanos, con participación de las tiples Matilde Rueda y Lola Arellano, Emilia Montes, una señora Argûelles, el mismo Puertolas, Rafael Guinán, Jesús Izquierdo y un negrito villacurano "joropeador” llamado Mamerto, que le dio un toque criollo especial a la pieza.

La noche del estreno
 En medio de bigotes kaiserianos o “a lo Clemenceau”, en medio de una u otra barbita “a lo boulanger”, bajo camaritas y pajarillas, frente a las pizarras de El Universal y El Nuevo Diario, germanófilos y aliados, rebuscan argumentos en sus tenaces trincheras de cotidianas discusiones sobre el conflicto europeo. Pero el estreno de “Alma Llanera” lograba posponer artillerías verbales en aquel atardecer caraqueño del año de desgracia universal de 1914.
- Perdóname, vale, pero mañana termino de embromarte o acabo de convencerte... Allá viene mi tranvía y tengo que irme a casa. ¡Lejísimo: en La Pastora! para después salir volando hacia el Caracas. -¡Caramba, yo también voy a ver el estreno de esa zarzuela que anuncian: “Alma Lanera”, de Bolívar Coronado..! -Sí: con música del maestro Gutiérrez, que cada día está más inspirado componiendo y también como director de la banda en las retretas de la Plaza Bolívar.

Zarzuela en un acto
El estreno de Alma Llanera –zarzuela en un acto, original de Rafael Bolívar Coronado (1884-1924) y Pedro Elías Gutiérrez (1870-1954) –constituía un atractivo más en las tandas del Teatro Caracas, el “viejo y querido Coliseo de Veroes”, en el decir de la crítica y en el sentir de los caraqueños. No solamente se estrenaba una zarzuela nacional con “escenas de la vida de las sabanas venezolanas a las riberas del Arauca” –como decía una gacetilla del día– sino que la obra estaba avalada por firmas populares. Dos personajes conocidos y con ambiente en la capital: Bolívar Coronado, de amplia labor periodística, y el maestro Gutiérrez, con su amplio prestigio de compositor y su brillante batuta, tan famosa en los conciertos o retretas así como en actos protocolares al frente de la Banda Marcial, de tan sonora actuación en los fastuosos festejos del Centenario, en 1911. Además, corría una “bola”, de esas de toda índole que jamás han faltado en Caracas. Corría sobre algo “que no estaba en el programa” y que resultaría noticia cierta, evidente, en medio de la función: - La obra tiene un joropo y de seguro que lo baila Mamerto: el “negro” Mamerto. Era Mamerto un criollo refistolero, lo que se dice pimientoso, “más alegre que un cascabel”, según ciudadanos de la época, coterráneos y contemporáneos que no le olvidan chanzas ni andanzas, ni su chispa venezolanísima de pies, ojos y lengua. ¡Ah, Mamerto!

 Figuras del reparto
La interpretación de “Alma Llanera” estuvo a cargo de la compañía española de Matilde Rueda, cuyo nombre resaltaba en las marquesinas del Caracas y gozaba de mucho prestigio en Venezuela. La primera actriz y directora de este elenco debe haber estado muy en su papel, pues Bolívar Coronado cuando editó la obra, al año siguiente (Tipografía Americana, 1915) le firmó esta dedicatoria: “A Matilde Rueda, que de tan humilde opúsculo ha hecho una llamarada de exaltación y ensueño”.
Los primeros actores nacionales Jesús izquierdo (1881-1937) y Rafael Guinand (1881-1957) destacaron en el reparto del estreno, que la calidad del joropo haría histórico. Ellos no tendrían problemas sino todo lo contrario con el criollismo de la obra: estarían en su elemento cabal. Y admirarían seguramente la adaptación de los artistas españoles ante música y libreto vernáculos, algo caprichoso éste e inspiradísima aquella. De esa “Belle époque” caraqueña y de esa obra circunstancial, de cuyo naufragio ante el tiempo se salvó como era natural el joropo esplendoroso, algo más supimos por los recuerdos de un poeta y escritor aragüeño, paisano y amigo de Bolívar Coronado: Napoleón Acevedo, quien escribía mucho en la prensa local con el pseudónimo de “René Borgia”.
En el aspecto favorable de una crítica a los esfuerzos literarios de Bolívar Coronado, el poeta Acevedo decía: “Era un escritor frondoso en estilo. En libros como “El nervio de la raza” abundaba en descripciones vibrantes de nuestra tierra aragüeña... Una noche, en la mínima Caracas de entonces, me habló atropelladamente de una zarzuela suya, para la cual Pedro Elías Gutiérrez había escrito una música venezolanísima. Después de algunas semanas se estrenó Alma Llanera con éxito largo y resonante de músico, no de comediógrafo. Yo, que era poco aficionado a los joropos por haber pasado mi niñez en los Llanos, a la sombra del arpa de Juan Morales, me oponía a esa modalidad... Sin embargo, el joropo Alma Llanera me sacudió el espíritu, y así se lo dije a Pedro Elías en la Plaza Bolívar. Con aquella sencillez suya me tomó del brazo y fuimos hacia el héroe”. Allí, bajo el majestuoso bronce de Tadolini, al lado del pedestal que sirve de patriótica atalaya a la historia y a la gloria del Libertador, el venezolano inmortal que desde allí ha visto el crecimiento y el progreso de su Caracas natal, el músico le dijo al poeta: –Gracias por tu opinión... ¡Has visto lo que puse en ese joropo! Veremos si tiene suerte... Casi medio siglo después, comentaba Napoleón Acevedo: “Veremos si tiene suerte”... Y la tuvo. La música fue ascendiendo, ascendiendo, hasta convertirse en una obra semiclásica, la más representativa de Hispanoamérica.

La polvareda del éxito

El polvo que levantó el joropo la noche de su estreno en las tablas históricas y caraqueñísimas del Teatro Caracas, se extendió como las sucesivas polvaredas de las veces que lo bailó Mamerto y las incontables que lo disfrutó todo el mundo en los arroces de San José y San Juan. Por ese camino de la popularidad plena, capitalina y nacional, vino la consagración en las retretas de la Plaza Bolívar caraqueña y una costumbre infalible: que “Alma Llanera” se utilizara como broche de oro para funciones, conciertos y fiestas; hasta en los bailes de la Casa Amarilla. El gran joropo había nacido en el corazón de aquel libreto que a peninsulares y canarios y a criollazos como Guinand e Izquierdo, hacía pronunciar con acento llanerísimo parlamentos como estos de un diálogo de Enriqueta y Rita, la trágica heroína: –¡Jesús muchacha! Parece que nunca has dío a un joropo! ¡Se vuelven locas las muchachas de ahora por esos bochinches! –Lo mismo sería uste! –¡Calla la jeta, grosera! Expresiones como la de “más seco que tasajo de chigüire en Semana Santa” y “sacar el verraco que se quedó atascao en la jorqueta” abundan en el curso de la zarzuela, que algunas veces hereda cierto tonito andaluz como en los términos señá, barquiná, jojana y en muchos giros de conversación. Eso sí: entremezclados estos con vocablos, modismos y refranes requetecriollísimos, como confiscás y confiscaos, barajo, espaviento, nariciao, “ más pesao que una vaca torrealbera” o hace más bulla que “un pichón de guaca”.

Teatro Caracas. "Anoche, como estaba anunciado se estrenó en su primera tanda Alma Llanera obra venezolana de Rafael Bolívar Coronado con música del maestro Pedro Elías Gutiérrez. En primer término nos sorprendió el maestro Gutiérrez con un delicioso joropo que bisó el público entusiasmado. Una música netamente nacional, sacada de los aires del pueblo, con toda la vibrante emoción que se contagia a los nervios. Bravo, Maestro Gutiérrez! Asimismo, la canción que cantó con mucha alma, admirablemente, Matilde Rueda y mereció también los honores de la repetición.
"En cuanto al libro Alma Llanera es de lo bueno que se ha escrito en el género, con pequeñas salvedades, muy disculpables en un debut de autor. Como belleza Alma Llanera tiene, y esto es lo principal, mucho ambiente, mucha observación y dichos muy peculiares de los tipos entre quienes se desarrolla la tragedia, al par que producen simpática impresión durante el transcurso de la obra… nos comprueba que en nuestro bajo pueblo hay poesía y se pueden llevar a escena las alpargatas y el cogollo sin necesidad de recurrir a la vulgaridad .Váyanle a Bolívar Coronado y al maestro Gutiérrez, sinceros aplausos que repetirán cuando el pueblito, habiendo visto otra vez Alma Llanera, se haya percatado de cuanto encierra". Escrito por: K. K. Túa, domingo 20 de septiembre de 1914, en El Universal
Al día siguiente, un comentarista del diario El Universal reseñó: “Alma Llanera es escenas de la vida en las sabanas venezolanas a las riberas del Arauca y sobre su delicadeza de asunto y abundancia de chistes se hacen halagadores comentarios”. El artículo que se presenta en el apéndice I es una publicación de Carlos Eduardo Misle/Caremis, un extracto de la revista: “Venezuela de ayer. De la zarzuela al joropo” “ALMA LLANERA” HIMNO POPULAR DE VENEZUELA, esta es una visión de un reconocido y popular cronista de Caracas publicada en 1993, en donde se destacan elementos completamente concisos de un sentido nacionalista, destacando que Caremis actúa como un legitimador más de esta forma musical en el presente.

"En medio de bigotes kaiserianos o “a lo Clemenceau”, en medio de una u otra barbita “a lo boulanger”, bajo camaritas y pajarillas, frente a las pizarras de El Universal y El Nuevo Diario, germanófilos y aliados rebuscan argumentos en sus tenaces trincheras de cotidianas discusiones sobre el conflicto europeo. Pero el estreno de “Alma Llanera” lograba posponer artillerías verbales en aquel atardecer caraqueño del año de desgracia universal de 1914.Para muchos de los que vivimos en el presente suponemos que fue un éxito desde su estreno, pero la mayoría de las historias exitosas y populistas en el presente tienen legitimaciones que van más allá de narraciones, tienen elementos que las reivindicaran siempre".

A pesar de su rotundo éxito inaugural, no volvió a ser interpretada hasta el 28 de diciembre de ese mismo año, en el Teatro Municipal de Caracas, en un homenaje al actor venezolano Teófilo Leal; luego pasó a Valencia, Puerto Cabello y Barquisimeto. En Apure, desde los años 90 del pasado siglo XX, hemos intentado que los grupos teatrales regionales la representen, con el propósito de que nuestra gente la sienta más suya y la defienda; pues, forma parte de nuestra identidad. Pero hasta el momento, nadie se ha atrevido a aceptar el reto.

En 1915, publica Bolívar Coronado la primera edición de Alma Llanera, en la Imprenta Americana de don Pepe Valery. En 28 páginas, con una dedicatoria del autor a Matilde Rueda: ”…la genial artista que de tan humilde opúsculo ha hecho una llamarada de exaltación y de ensueño”. El éxito editorial corrió parejo al de la representación teatral de la obra, siendo conocida no solo en toda Venezuela, si no también en Centroamérica y España. Desde ese momento, comenzó a ser considerada como el segundo himno Nacional de Venezuela. La última representación de la zarzuela se hizo el día 1º de Junio de 1930, ya fallecido su autor, en el Teatro Olimpia de Caracas, montada por Rafael Guinand y su grupo.

Dos años después de su estreno no se encuentran críticas respecto a esta zarzuela, al menos en los diarios oficiales hasta el 9 de enero de 1916, en La Revista, en donde Rafael Bolívar Coronado publica una crónica sobre la actuación de un grupo de muchachas titulada “las risueñas alumnas de la academia y no desperdicia la oportunidad para dar a notar su inconformidad con respecto al libreto escrito por él, refiriéndose a su novedosa zarzuela Alma Llanera: De todos mis adefesios es la letra de Alma llanera del que mas me arrepiento. En efecto, es esta mi página dolorosa; el hijo enclenque de mi espíritu, la cana al aire, la metida de pata. Amigos abandonados, por consolarme, dicen que su mediano estreno en el Teatro Caracas y su pavorosa “reprise” en el Municipal, fueron culpa de los cómicos que la montaron, que eran muy malos. Pero a mi no me engañan esos cantos de sirena entonados por la amistad desgranada |en piedades. Es cierto que los cómicos eran malos (…) pero el libreto era “más peor” y (…) ¡adiós seguidilla! La música fue lo que salvo la situación con su mezcla de risas y quejumbres del predio. El maestro Pedro Elías Gutiérrez me hizo un quite muy a tiempo!”; al parecer todas las evidencias responden que fue solo la música de Pedro Elías Gutiérrez quedando claro que el boom musical no se consagró en una sola noche y tampoco se consagraría como una zarzuela.

Para el año 1915 aparecen las bases de los primeros “Juegos Florales de Venezuela” y unos meses más tarde el jurado para la categoría cuento estará conformado por José Gil Fortoul, J. M. Herrera Irigoyen y Jesús Senprum. El cuento premiado es “El nido de azulejos” de Coronado  A pesar de estos aparentes triunfos el escritor aragüeño parece no estar satisfecho y su espíritu inquieto lo impulsa a probar nuevos aires. Realiza trámites y obtiene los beneficios del gobierno para viajar a España. Ya en tierra española se convierte en un agente de perturbación política contra la dictadura de Juan Vicente Gómez.

En Madrid sin oficio conocido y vigilado por los funcionarios de la embajada contacta con el poeta Francisco Villaespesa. Con un legajo de cartas de recomendaciones y mentiras embauca al poeta y director de la revista Cervantes. Villaespesa, para ayudarlo,  lo agrega a la plantilla de su revista como corrector. Aunque Coronado no sabe un ápice sobre la corrección de textos acepta el trabajo. La revista se edita y por supuesto los errores, gazapos y erratas son abundantes, sin mencionar el hecho que algunos escritos son de Coronado con el nombre de insignes escritores hispanoamericanos. Estalla el escándalo y se traslada a Madrid. Otra vez sin dinero y con el apremio del hambre encuentra una oportunidad de oro para utilizar su ingenio cuando se entera que un compatriota suyo Rufino Blanco Fombona necesita manuscritos para inaugurar la “Editorial América” y una de cuyas colecciones estará dedicada a la historia colonial.
Coronado se hace pasar por copista de unos manuscritos que reposan en la Biblioteca Nacional de Madrid. Los autores de dichos manuscritos de la colonia son: Maestre Juan de Ocampo, F. Salcedo de Ordóñez, Mateo Montalvo de Jarama y algunos otros. El copista obtiene el vil metal por sus servicios lo que permitirá subvivir algunos meses. A la par de estos “trabajos literarios” de calderilla escribe artículos para distintos periódicos en los cuales denuncia el gobierno de mano dura de Gómez y no por capricho uno de estos textos lleva por título “Gomezuela”. Esto vuelve a desatar las pasiones políticas de rigor. 
En estos días convulsionados algún sabelotodo entrometido (que nunca falta) descubre graves fallas gramaticales en los textos de historia colonial. Los encargados de la Editorial, con Blanco Fombona a la cabeza, buscan desesperados en la biblioteca los originales y descubren la estafa. Blanco Fombona además de escritor y editor era un hombre de malas pulgas y armado que no se andaba con sutilezas literarias a la hora de resolver conflictos. De seguro tenía una bala con el nombre de Coronado, pero no pudo encontrarlo. Ante tal disyuntiva optó por publicar un libro inédito del estafador: Memorias de un semibárbaro.
Hacer publicar dichas memorias era un poco desenmascararlo y desacreditarlo en todo sentido. Coronado sobrevive a duras penas con las colaboraciones a distintos diarios y empleando distintos nombres que según la cuenta de Rafael Ramón Castellano sobrepasa la cifra de seiscientos nombres. Por fin se le ocurre la idea de las antología de poetas latinoamericanos. El editor Ramón Sopena compró varias de estas colecciones. Como era lógico Coronado ensamblaba dichas colecciones en cuestión de semanas y si le faltaban poetas o poemas los inventaba de manera inmisericorde.

A pesar de toda su trágica y precaria existencia Coronado no pierde el pulso para ser irónico y esto si se quiere le salva, lo devuelve a nuestros días irremediablemente vivo y quijotesco. No sin razón el escritor peruano Fernando Iwassaki escribe: “Entre los impostores y falsarios de la literatura, el venezolano Rafael Bolívar Coronado (1884-1924) merece un lugar de privilegio al lado de George Psalmanzar y James MacPherson, aunque haciendo hincapié en que Bolívar Coronado escribió su obra apócrifa en el siglo XX y no para halagar su vanidad o conseguir más poder, sino para llegar a fin de mes” . Coronado escribió mucho y su obra es tan dispersa y caótica como su vida. Escribió de todo e incluso pergeñó una biografía de Lenin en un momento en que este personaje  daba sus primeros pasos por la alfombra roja de la historia.
Un singular aviso publicado en la revista Billiken del 6 de diciembre de 1919 develó el fenómeno de la falsificación sobre la escena del mundo cultural venezolano. El aviso en cuestión, paradójicamente sin firma, denunciaba la edición de un libro cuyo prólogo tenía por autor a Luis Felipe Blanco Meaño, sin que éste hubiese escrito línea alguna. Esta estafa hizo decir al padre de la nota que el ejercicio literario es un oficio de “orfebres de un mismo crisol”, de personas “de buena cepa y por ende insospechables” (anónimo, 1919: 10), defendiendo así un sentido clasista del ejercicio literario. Se acusaba directamente a un joven de 35 años llamado Rafael Bolívar Coronado.
"El lenguaje del llanero es uno de sus muchos detalles pintorescos. Y gentiles. En esto es marcadamente andaluz, sus exageraciones, sus embustes, su propensión a la burla y la guasa, delatan a leguas el abolengo de los vaqueros de las riberas del Guadalquivir”. Esta cita corresponde a la segunda edición (1944) del libro El llanero (Estudio de Sociología Venezolana), publicado por primera vez en España (editorial América, volumen 24 ¿1918?), cuyo entusiasta propietario fuera el escritor, editor y diplomático venezolano Rufino Blanco Fombona. Dicho volumen aparece firmado por el escritor venezolano Daniel Mendoza.
La misma editorial “reeditó” un libro intitulado Letras españolas, primera mitad del siglo XIX (volumen 43), firmado por el ilustre académico venezolano Rafael María Baralt, primer hispanoamericano que ingresó a la Real Academia Española como individuo de número. El volumen 25 de la Biblioteca de Ciencias Políticas y Sociales corresponde a las Obras científicas de Agustín Codazzi.
En realidad, ninguno de los tres escritores referidos arriba era el autor verdadero (o al menos no el autor del contenido total) de los citados volúmenes. Detrás de cada autoría (re)conocida en esos libros, y en muchos otros, estaba la sombra (perversa para algunos, genial para otros) de quien ha sido, a mi juicio, uno de los más originales y menos (re)conocidos escritores de la literatura venezolana. Un hombre que, a lo mejor, sin proponérselo, desveló para nuestra historia literaria el misterio de la importancia de la literatura para la vida pública: si no eres nadie dentro del mundo literario, poco puedes hacer para ser visto por los demás como escritor. De ese modo, a través de esos mismos recursos de lenguaje con que caracteriza al llanero venezolano (con “sus exageraciones, sus embustes, su propensión a la burla y la guasa”), el verdadero autor de tales volúmenes pondría en tela de juicio la noción del escritor que desahoga su ego a través de la literatura. Y lo haría mediante la parodia de proponerse a sí mismo como el único escritor venezolano “con más de seiscientos nombres”. Así lo ha bautizado Rafael Ramón Castellanos en su libro sobre este curioso personaje, publicado en 1993.

Treinta y nueve años de “ruidosa” vida fueron entonces suficientes para que Rafael Bolívar Coronado (1884-1924) ocupara el espacio escritural de 656 heterónimos o seudónimos. En honor a la verdad, aparte de habérsele reconocido después de muchos años su autoría de la letra de lo que popularmente se conoce como nuestro segundo himno nacional, el joropo Alma Llanera (parte de la zarzuela del mismo nombre, con música de Pedro Elías Gutiérrez, pieza musical consagrada por la sabiduría popular para despedir a los últimos borrachos de las fiestas), nuestra canónica y siempre cuidadosa y conservadora crítica literaria ha soslayado su nombre. Lo ha mostrado más bien como un farsante o timador de identidades, baluarte venezolano de la literatura apócrifa.

No es entonces un escritor conocido por la vía de lo que sí podemos suponer como obras propias, que también las tuvo (Corazón. Memorias de una niña rubia, 1918; Memorias de un semibárbaro, 1919) sino como el primer burlista de algunos de nuestros más con notados hombres públicos de la letras. Y esta actitud rebasa a mi juicio los límites de la guasa y la charlatanería, porque implica una severa crítica al establecimiento político de su momento y sus particulares maneras de consagrar a los escritores a través de la adulancia, cuando no de los cargos diplomáticos, hábito muy común durante la dictadura de Juan Vicente Gómez, tiempo en el cual le correspondió actuar a Bolívar Coronado.

Apreciemos su justificación ante tal actitud: “Como yo no tengo nombre en la República de las Letras, he tenido que usar el de los consagrados, porque yo no puedo darme el lujo de que me salgan telarañas en las muelas”. Quiso decir: o escribo con pomposos nombres ajenos o me muero de hambre; o me apropio de la fama y reconocimiento de otros o perezco. Asunto de supervivencia, literaria y de la otra, la que más te afecta. Y para corroborar tan sencillo argumento, asumió para sí la función de ficcionauta recurrente; sujeto social que vive por, para y dentro de la ficción. Una maravilla, pues, un pequeño salto hacia estos tiempos en que vivir dentro de la ficción se ha vuelto tan real que ya no sabemos si vivimos en la red o fuera de ella.

Espíritu absoluto de rebeldía, luego de obtener un poco relevante premio literario local, Bolívar Coronado se marcha a España estimulado por el gobierno del bagre dictador y, una vez allí, lo primero que hace es volverse opositor del régimen venezolano y aliarse con el sindicalismo de la izquierda española. No obstante, para sobrevivir económicamente, otra vez debe valerse de sus dotes de escritor genial y es cuando, aupado por la Editorial América, inicia su mejor etapa de farsa para comenzar a escribir con nombres prestados. Sus escritos calzarán entonces la firma de múltiples autores, algunos vivos, pero no más vivos que él, otros fallecidos, muchos inventados, inexistentes. Valga mencionar solo otros de los tantos nombres públicos locales de que se valió: Andrés Bello, Francisco Lago Martí (sic), Enrique Soublette, J. A. Pérez Bonalde, Jacinto Gutiérrez Coll, Joaquín Antonio Crespo, Juan Santaella, Juan Vicente Gómez, Pío Gil, José Antonio Calcaño, Arturo Uslar Pietri.
A su propio editor, Rufino Blanco Fombona, nada menos que al coterráneo regente de la editorial América, lo parodió mediante diversos apelativos como Fomborino Blanco Rufián, Rabino Fombo Blancona, Rufino Mata Blanconi, Rufino Negro Assesin, Ventura Blanco Fombona. Por cierto, se cuenta que Blanco Fombona anduvo en busca del plagiario con intenciones de enviarlo a apropiarse de nombres de escritores del otro mundo. Afortunadamente nunca lo localizó. Y esto sin decir nada de los nombres de escritores extranjeros con que también se cubrió, como para coger palco y sentarse a aplaudirlo: Cervantes, Unamuno, Sor Juana Inés, Ricardo Palma, Amado Nervo… O del modo como parodió al cónsul venezolano en Barcelona, adulante de Juan Vicente Gómez, Alberto Urbaneja, quien lo persiguió incansablemente y acusó de conspirador ante las autoridades españolas de la época (Urbano Cabroneja, Alberto Mierdaneja, Alberto Cabroneja).
Fuera del campo literario, Bolívar Coronado aportó unas apócrifas crónicas sobre la conquista y colonización de América y las atribuyó a heterónimos como Juan de Ocampo, Mateo Motalvo de Jarana y F. Salcedo Ordóñez. Apreciemos lo que sobre el “cronista” Juan de Ocampo, presunto maestre y jesuita español, expresan dos autores: "El maestre Juan de Ocampo escribió varias obras referentes a Venezuela. A pesar de su lenguaje cargado de exageraciones, a veces sus referencias coinciden con las de autores fidedignos… Declara haber basado su trabajo sobre Guaicaipuro en otro cierto abate Moulin, del cual nada hemos podido averiguar.” (Miguel Acosta Saignes, 1946) “El biógrafo de los caciques heroicos, el maestre Juan de Ocampo, nos dejó un cuadro de la naturaleza venezolana, mezclado de leyendas, geografía e historia… ¡Qué fresco corre el estilo para pintar las excelencias de nuestra naturaleza tropical!” (Ismael Puerta Flores, 1964).

De manera que sus parodias autorales fueron tan ajustadas que logró incluso que algunas de “sus obras” fueran referenciadas por importantes investigadores posteriores, hecho que condujo a la conversión de la ficción en verdad pública. Así, Bolívar Coronado hizo gala de su sátira total hacia la institucionalidad literaria. Pero hay más: su arremetida no solo iba dirigida a los escritores de cuyos apelativos se apropió, también los editores estaban en su mira: “Ellos necesitaban nombres famosos: yo necesitaba trabajar para salir de apuros que comenzaban a hacerse también famosos”.

Fue tan hábil en sus triquiñuelas que hoy día en las bibliotecas españolas, aún pueden consultarse “sus obras”, que con nombres de autores ajenos y algunos de ellos hasta inexistentes, todavía figuran en los catálogos de la literatura venezolana. La psicología ha logrado desentrañar los complejos vericuetos de la mente, entonces es oportuno reconocer y comprender las causas de su desvarío. Ante el análisis de su personalidad, nos encontramos ante un ser profundamente inseguro y con una muy baja autoestima. No era capaz de valorizar aquello que escribía con su propio nombre y entonces apelaba al engaño. Durante toda su vida fue un aventurero incansable, huyendo de sí mismo y que lamentablemente desperdiciara su talento literario. Con toda seguridad, de no haber padecido ese trastorno, sería estimado hoy, como un distinguido escritor de las letras venezolanas.
En las bibliotecas españolas todavía pueden consultarse “sus obras”. Y en el universo de la literatura venezolana todavía hace falta fijarse, no solo en su capacidad para la apropiación de nombres ajenos, sino también para estudiar su inmersión desenfadada en la fantasía, la burla y la farsa con que asumió el rol utilitario de la literatura. Todo con el fin de sobrevivir dentro de un universo en el que un escritor ignorado, desconocido y genial, un autor que no ejerció ningún cargo en la administración pública ni fue un político relevante, igual ocupó los puestos de muchos otros de quienes se burló. Esto puede gustar o no, pero casi me atrevería a decir que se trata de un caso único en el mundo.

Para quitarle las telarañas a las muelas
En el capítulo correspondiente a “Intimidades de Bolívar Coronado”, Castellanos publica una correspondencia que éste le envía al crítico español Julio Cejador Frauca: “He ganado aquí unos 180 duros, haciéndole cuentos para niños a (la Editorial) Sopena y dos antologías de poetas ecuatorianos y bolivianos a Maucci. Estas antologías las hice en poco menos de veinte días; ¡considere usted cómo habrán quedado! Mas, estos horrendos pecados me los absolverá usted al evocar el principio alemán cuando el brusco levantamiento de Bélgica: la necesidad carece de ley. Y más si se entera usted que yo carecía de todo. También recordará usted al gran López que en horas veinticuatro, hacía comedias malas para el teatro. (...) Que mucho pues, que yo comido de hambre, eche mano a las antologías y le quite las telarañas a las muelas
 Según  Rafael Marrón González, la esposa de Bolívar Coronado, doña María Noguera, en carta del 3 de febrero de 1983, anota: “Llenaba y llenaba cuartillas como tentado por una enfermedad. Cuando estaba en ese trance no era posible importunarle porque explotaba su humor. Le hablaba y como que no oía. Solamente lo sacaba de sus profundidades golpeándole suavemente sobre los hombros y se enojaba, aunque la molestia significaba recordarle que había pasado ocho o diez horas sin ingerir alimento y sin moverse de la pequeña mesa-escritorio. 
De la prensa vivía
“Era frecuente que escribiese hasta cinco artículos por día. Los enviaba a los periódicos: La Vanguardia, El Día Gráfico, Diario de Comercio, El Diluvio, para la edición de El Sol de Madrid dedicada a Aragón y Cataluña; El Comercio Catalán, El Tiempo de Alicante, El Noticiero Universal y La Publicidad. No se preocupaba por saber si aparecían. De los pocos duros que deparaba este trabajo me ocupaba yo, pues él estaba distanciado del administrador de El Diluvio todo el tiempo y en los demás periódicos y revistas yo era su otro yo, aunque un empleado del Consulado de Venezuela me acosaba, me seguía y hasta me llevó ante el Comisario de Policía acusándome de terrorista, pero no le creyeron, supongo, porque al atardecer me dejaron libre. A él sí le habían levantado un expediente por anarquista peligroso.
Seis artículos en una mañana
“Una mañana escribió seis artículos sobre el amor y los calzó con nombres diferentes. No había día que no inventase un nuevo nombre. Creo que con un solo nombre de esos que creaba apenas escribía uno, dos o tres artículos. Pues bien, esos seis artículos sobre el amor les puso como autores a personajes que él creó trasponiendo las letras de mi nombre, María Noguera. Yo no los recordaba, pero un hijo de mi hermana Mercedes los conserva anotados en un álbum de fotografías de ella. El artículo se titula "Amor" nada más y en cada caso tiene un autor, así: Mario Guearyia, Arion Guemara, A. Guerra Manoi, Ariman Roguea, María Guerano, María Onaguer. Antes de olvidarme le digo que otro artículo también con el título "Amor" lo firmó como María Bolívar, otro con mi nombre, María Noguera Y sobre el gobierno de Venezuela hizo varios como Mariana Córodo, María Coronado, Fabián Vídal y Rafael María Bolívar Nogueri. Vea en este último que es el nombre de pila de él y el nombre mío, intercalados”.
Un solitario con nostalgia de la patria
“A veces pasaba el día solamente con la merienda y al anochecer se marchaba a la calle. Tenía pocos amigos y le fascinaba caminar por el malecón totalmente solo. Un año antes de morir le dio por embriagarse día y noche y teníamos que buscarlo en los lugares más inverosímiles. Las constantes arremetidas de la policía contra su persona lo habían hecho más huidizo. Le dio por ingresar a un ejército de mercenarios que se organizaba en Francia para invadir a Venezuela, pero no iría si yo no lo acompañaba. Él sin mí se sentía disminuido, pero se perdía en los últimos tiempos hasta por un par de semanas y cuando regresaba sufríamos juntos sus desventuras y a pesar de eso traía siempre páginas y páginas que había escrito en los lugares en donde la noche o el sueño lo tomaban. Rafael jugaba también con las letras de su propio nombre. Mi hermana conserva algunos artículos en que para descifrar el título hay que detenerse y observar que título y autor reproducen el nombre y apellidos de él.
Una biografía de Bestia Victorino Gómez:
“Rafael se amistó con un venezolano tan solitario como él que vivía en Palma de Mallorca (Ramón Vallenilla Lecuna) y que cuando venía a Barcelona había alegría infinita en Rafael y en el amigo. Entrambos una tarde inolvidable dedicaron todo el tiempo a pensar cómo escribiría Rafael una biografía de dos personajes de su país de origen... Y reían... reían... Jamás Rafael rió tanto como ese día. Hizo anotaciones hasta en un trozo de cartón y reía, reía... con deseos de danzar en la calzada. Los vecinos que no estaban acostumbrados a verlo así se sorprendieron. Al día siguiente supe de qué se trataba. Empezaría en la noche a escribir dos biografías burlescas y mi hermana Mercedes tenía anotados los nombres de los fulanos: Doctor y General Juan Vicente Márquez Bustillos y General y Bestia Victorino Gómez. Pero no concretó nada Rafael, quien además andaba buscando información para hacer un drama de un presidente de Centroamérica que sí es verdad que no tengo ya ni idea de quien era”.
Gírame algo
Cuando Andrés Eloy Blanco fue premiado en España por su extenso poema “Canto a España”, Bolívar Coronado le envió, felicitándolo, un telegrama urgente: “Eres un astro. Los astros giran. Gírame algo”.

Pero, aparte de eso, hay un hecho relacionado con la vida de RBC que igual ha llamado nuestra atención. Durante su estada en Madrid, Bolívar Coronado fue también protegido por el poeta español Francisco Villaespesa (1877-1936), autor de una vasta obra lírica y quien alguna vez visitó Venezuela. Entre nosotros, el dictador Juan Vicente Gómez encargó a Villaespesa la puesta en escena del drama Bolívar. Este hecho aparece reseñado en las Memorias de un venezolano de la decadencia (de José Rafael Pocaterra). Allí, con  una pluma tan urticante como la de Bolívar Coronado, Pocaterra alude a la presencia del poeta español entre nosotros y lo hace sin ninguna simpatía hacia él. Lo califica de “poeta grasiento de medio pelo”, “rimador acatable”, “poetón sucio y rastrero”. Así que Bolívar Coronado trabajaba en el exterior para un autor extranjero adulador de Gómez. Hay aquí un curioso cruce de dos escritores venezolanos, hasta cierto punto parecidos en su actitud  y estilo literario, y de comunes sentimientos hacia el dictador. Una misteriosa coincidencia que posiblemente fuera ignorada por los tres, principalmente por aquel poeta, protector de uno, defenestrado por el otro. Queda pendiente esa indagación, pero bien pudiéramos pensar que Bolívar Coronado pudo haber sido un personaje digno de la obra testimonial de ese otro escritor insigne, el autor de los Cuentos grotescos (1922), también considerado algunas veces como segundón por la tradición crítica nacional.
Cada lapso histórico, gubernamental o ideológico, ha buscado sustentarse y apoyarse a partir de la figura de escritores emblemáticos. E igual, cada vez parece haber existido el parodista que se burle de tales aspiraciones. El mismo José Rafael Pocaterra publicó en 1913 una novela intitulada Política Feminista. Más adelante cambiaría ese título por el de El Doctor Bebé (1918), en directa alusión paródica al apellido de un gobernante gomecista de nombre Samuel Eugenio Niño, médico, compositor y político tachirense (1869-1941), adulante del dictador Cipriano Castro y después de Juan Vicente Gómez. 
El llamado “Gomecismo” prácticamente adoptó como política de Estado rodearse de un conjunto de escritores importantes, casi todos afectos al modernismo, nombres ilustres de plumarios que de alguna manera dieran “brillo” y lavaran el rostro manchado de la más extensa de nuestras dictaduras (ejemplos hay de sobra, pero limitémonos a tres que no dejan lugar a dudas: César Zumeta, Manuel Díaz Rodríguez, Pedro Emilio Coll). No obstante, tampoco faltó un poeta y humorista genial como Leoncio Martínez (Leo, 1888-1941), autor del célebre poema “Balada del preso insomne”, quien sufriera cárcel por sus atrevidas críticas a las políticas públicas de Juan Vicente Gómez. Baste citar aquí los versos con que cierra aquel luminoso poema: ¡Ay, quién sabe si para entonces, / ya cerca del año 2000, /  esté alumbrando libertades / el claro sol de mi país!
“Temiendo su final, escribe febrilmente, publica un poema inédito de Sor Juan Inés de la Cruz (suyo) y se hace corresponsal en la guerra del Sahara para La Publicidad, El Noticiero y El Diluvio de Barcelona. Pero en realidad nunca salió de España; se disfrazaba de mendigo y vagabundeaba por los muelles hablando con los marinos y estibadores que llegaban del Sahara español, de Africa, y con toda la información que les sacaba, calculaba las batallas, las bajas, y nunca llegó a equivocarse, por lo cual el pago era puntual".
Tal vez sea un azar, pero también fue Martínez (en 1914) el autor de la escenografía para la zarzuela Alma llanera, cuyo autor de la letra fuera precisamente el mismo Rafael Bolívar Coronado. Como en la canción Pedro navaja, la vida te da sorpresas. Dios los cría en la literatura y ellos se juntan en la parodia.

Es necesario hacer un alto, justamente aquí, porque quiero significar la vida  de varios de nuestros héroes anónimos villacuranos, que así como Bolívar Coronado han sido entrañablemente olvidados, y hasta desconocidos por todos, tal vez porque a pesar de haber escuchados sus nombres desconocemos su  trabajo periodístico, poético, dramatúrgico, son muchos nombres, una larga lista ,pero por razones de tiempo tendré que limitarme solo a algunos de cientos, como por ejemplo el caso de: 
Trino Celis Ríos, nació en Villa de Cura el 6 de abril de 1889 y murió en Maracay el 16 de Enero de 1952. Dejó abundante material poético de alto contenido, estructurado dentro del ajetreo que le imponía su infatigable condición de gran trabajador. Trino no llegó a perpetuar en el libro sus poemas, y no porque estuviese descontento de su obra, sino por esa apatía tan peculiar en casi todos los poetas de Aragua. Algunos de esos poemas fueron publicados en periódicos y revistas de Caracas y de provincia. Poeta de recia personalidad y de gran contenido humano fue Trino Celis Ríos; y sobre todo, caballero tallado en hombre de moral inquebrantable, de amplia cultura y lealtad a toda prueba y recto dentro de sus principios. Fraterno compañero de Sergio Medina, Rafael Briceño Ortega, Carlos R. Aponte, Manuel Morales Carabaño, Pedro Brea, Miguel Villasana, Napoleón Acevedo y otros. Formó con ellos la más brillante generación literaria de la Aragua de ayer. La poesía de Trino Celis Ríos, estuvo identificada con su emoción telúrica. Sus poemas Retazos de  Égloga, “Manchas” y “Estío Aragüeño”, lo ratifica plenamente. Sin embargo, con alguna frecuencia se fugaba del paisaje físico, para adentrarse en el paisaje espiritual sin el menor resentimiento estético. Todo obedecía a una simple transmutación de emociones y nada más.
Julio Morales Lara
Fue Julio Morales Lara, uno de los poetas más resaltantes de Aragua. Nació en Villa de Cura en 1893 y murió en Nueva york en 1952, donde se encontraba prestando servicio al país en la diplomacia. Fue periodista y fundador de la Asociación de escritores Venezolanos. En 1942 publicó un libro de crónicas Huella Errante, publicó versos en Billiken y otros órganos de prensa de la época como Fantoches, Válvula, Élite y Caribe. En el campo de la política tuvo una acertada actuación, siendo diputado y senador por la provincia y secretario de gobierno en el estado Aragua. Publicó su libro de versos Mucura con poemas saturados de exquisito sabor venezolano y entre ellos se destaca airosamente el recuerdo del poeta para su patria chica Villa de Cura; en el mencionado canto que se titula “Voy con la tarde Amarilla”, cuyas estrofas enraizaron en hondos surcos de realismo y emoción, hasta la grieta espiritual que como nota última comprendía la certera visión del bardo, en su final: y el Pueblo y yo nos quedamos como dolor y dolor.
Augusto Mijares. Nació en Villa de Cura el 12 de Noviembre de 1897, de muy pequeño es llevado a Caracas donde cursa estudios de primaria en el Colegio Salesiano ubicado en Sarrias, y curso la secundaria en el Colegio Nacional, hasta graduarse de bachiller en 1916. Posteriormente cursa estudios de derecho en la Universidad Central de Venezuela graduándose en 1921; luego cursa estudios en el Instituto Pedagógico de Caracas graduándose de profesor en Geografía e Historia en 1938. Su vocación por la docencia se mostró desde muy corta edad, pues ya a los 17 años comenzó como maestro de primaria en la Escuela Andrés Bello. En 1927, publica su primer trabajo como historiador, titulado La Patria de los Venezolanos en 1750. Luego de 9 años de ardua labor como docente, contrae matrimonio con Matilde Felce Cottin, de cuya unión nacieron cuatro hijos. Durante su larga carrera académica Alcanzó los títulos de Doctor en Ciencias Políticas y Doctor Honoris Causa, en La Universidad Central de Venezuela, para convertirse en el fundador de La Escuela de Filosofía de esa casa de estudios. 
Augusto Mijares desde 1936, trabajó en los programas orientados a impulsar la educación en el país . Entre ellas destacan la creación de las Escuelas Técnicas y Rurales a nivel nacional, la aplicación de políticas destinadas al mejoramiento y capacitación del personal docente encargado de impartir la educación primaria y secundaria; la creación del Instituto Pedagógico Nacional, del cual fue profesor, y el establecimiento del tiempo completo y el medio tiempo, con la finalidad de aligerar la fuerte carga de trabajo de los docentes y permitirle dedicar tiempo a la investigación. En 1944, fue nombrado director de la Comisión Técnica Especial para la revisión de los programas de enseñanza correspondientes a los niveles primarios, secundarios y normales. En 1946 desempeñó el cargo de Director de Educación Secundaria, Superior y Especial del Ministerio de Educación. En 1949, desempeña el cargo de Ministro de Educación. Cargo desde el cual crea la revista Tricolor, publicación educativa dirigida a los niños. Luego ocupa el cargo de director del Archivo Nacional y embajador de Venezuela en España. En 1955 Recibió el premio Nacional de Literatura por la obra La Luz en el espejo. Fue individuo de número de la Academia de la Historia, la de Ciencias Políticas y de La Academia Venezolana de La Lengua. Publicó El Libertador hombre de ideas de América, La evolución política de Venezuela. En el marco de la celebración del centenario de su nacimiento, en 1997 se editaron las obras completas de Augusto Mijares por disposición del Gobierno Nacional. Fue miembro honorario de varias organizaciones culturales. Augusto Mijares, después de llevar una vida de  estudios y aportes, muere en Caracas, el 29 de Junio de 1979.
J. L. Sanabria Méndez. En el año 1900, cuando Villa de Cura, era una pequeña aldea de escasos tres mil habitantes, en el callejón de El Calvario, (hoy calle Rivas Castillo), en una modesta casa de tejas y bahareque, nació el 6 de noviembre José L. Sanabria Méndez, hijo de Felipa Méndez y de Jesús María Sanabria de oficio carpintero. Su madre fallece y como consecuencia de ello, solicita el empleo de repartidor de cartas en la oficina de correos de esta ciudad, con el fin de no ser una carga para su nueva familia. Dura algún tiempo en ese duro oficio y mientras trabaja compra con lo poco que puede ahorrar, textos escolares ,libros, cuadernos y revistas que le ayudan a mejorar sus conocimientos en forma general. De la curiosidad que sintió por las artes gráficas, surgió su amistad con el periodista y tipógrafo don Leonardo Celis, quien le ofrece un empleo de aprendiz en la empresa editorial que regentaba. Renuncia al trabajo de cartero y comienza a trabajar bajo la tutela del viejo periodista, y desde ese momento comienza su vocación literaria y humanística. Poniendo todo su empeño e inteligencia, al poco tiempo ya se desempeñaba con la maestría de un tipógrafo profesional.
Por motivos económicos renuncia al cargo y se traslada a la ciudad de Caracas, consigue empleo en el diario El Universal, y se inicia en el aprendizaje del linotipo. Posteriormente pasa a formar parte del equipo de linotipistas del diario El Sol del Dr. Francisco Gerardo Yánez. Allí trabaja durante varios años, encuentra al poeta Hugo Oliveros, viejo amigo, quien trabajaba como redactor del diario La Esfera, conoce a Leoncio Martínez, y estimulado acaso por aquellas cultas amistades, se atreve a publicar una que otra crónica deportiva sobre béisbol, deporte al que siempre fue aficionado.
Regresaba de domingo en domingo a su pueblo natal, Villa de Cura.
Carlos F Gross, Narciso Pérez Acosta, Martín E Pereira y Francisco Coelles Briceño, jóvenes de aficiones líricas en esa época, en el año 1932, se decidieron a fundar un periódico al que bautizaron con el simbólico nombre de El Quijote, y encargaron a Sanabria Méndez, de todo lo relacionado con la edición del periódico, de su montaje y corrección, y de su colaboración literaria. Sanabria Méndez, resolvió radicarse nuevamente en Villa de Cura, regentando una pequeña distribuidora de libros, periódicos y revistas.
Don Inocencio Utrera. El Maestro de las Luces de Villa de Cura.
Inocencio Utrera: Pedagogo espontáneo, inventor y autodidacta, carpintero, poeta, músico, barbero de gran trayectoria y con un especial don de gente que se granjeó el cariño del pueblo villacurano y zamorano.
Según los datos de primera mano obtenidos por el cronista popular Salustiano Yusti Prieto, en su libro Pasado y presente de Villa de Cura (1974), Inocencio Utrera nació en El Cortijo, asentamiento rural de Villa de Cura, parroquia Valles de Tucutunemo del municipio Zamora, el 28 de diciembre de 1900, hijo de Josefa Utrera. De origen realmente humilde, su madre se ve obligada a buscar trabajo y deja al niño de ocho años “contratado” en la finca del señor Félix Bigott; luego en Cagua realiza diversos que haceres con la familia de Jesús Matos. En 1910 adquiere su primer libro de primaria, usado, y comienza su formación autodidacta. Oyendo leer a un criado de la familia Matos, de nombre José, aprende las primeras letras.
A finales de ese mismo año su madre lo regresa a El Cortijo y comienza a trabajar en una hacienda de café propiedad de Juan Bautista Rodríguez. Para el año 1912 se inicia en la barbería y empieza a diseñar sus primeras letras y números utilizando un trozo de carbón que afilaba a modo de lápiz. En 1917 ocurre su primer contacto con la música, oyendo a Víctor Ángel Hernández y a los muchachos de su banda. De ahí en adelanta empezó a ensayar con instrumentos que él mismo diseñaba. Con gran ingenio natural aprende a tocar el violín, el cuatro, la bandola y las maracas; además cantaba coplas de su intelecto. El 1922 se traslada a Villa de Cura y reside en sectores como La Represa, Las Mercedes, hasta que compra una casa en la avenida Bolívar, marcada con el número 28, donde convivió con su esposa Angelina Bolívar de Utrera, desde 1932 hasta el fin de sus días.
En su barbería, ubicada en la esquina de “Las Garitas” también soldaba piezas de latonería y fabricaba “silleticas” para niños, mesitas, jaulas y otros muebles de fácil fabricación. En las noches escribía versos, coplas, leía y tocaba sus instrumentos musicales. Desde 1950 se dedicó a la enseñanza en las materias de mecanografía, ortografía y castellano, sufragando los gastos por su cuenta. En 1955 fundó una escuela de comercio, la cual dotó con 10 máquinas de escribir nuevas. Por esta labor recibió algunos reconocimientos de parte del Concejo Municipal del entonces Distrito Zamora. Inocencio Utrera falleció el 7 de septiembre de 1976. Fue considerado hijo benemérito de Villa de Cura y un ejemplo para las nuevas generaciones.
Desde 1971, una escuela, fundada como núcleo rural en 1946, ubicada en el sector La Represa de Villa de Cura, ostenta con orgullo el nombre de U.E.E Inocencio Utrera. El 9 de abril de 1976, con algunas reliquias donadas por Inocencio Utrera se dio inicio a la creación del Museo de la Tradición que desde entonces lleva su epónimo y es reconocido nacionalmente como único en su estilo, fundado y dirigido  también por el escritor y fotógrafo José Girlando. registrado en la Red de Museos de Venezuela adscrita al Ministerio del Poder Popular para la Cultura y es patrocinio de los zamoranos.
Aníbal Paradisi. Nació en Villa de Cura el 20 de enero de 1909, donde hizo sus estudios de primaria, trasladándose a Caracas donde cursó bachillerato en el Colegio San Agustín. En diciembre de 1934 egresó de la universidad Central de Venezuela con el título de Abogado; el 14 de octubre de 1936, contrajo matrimonio con Renata Figallo, de este matrimonio sobreviven dos hijas. Las Actividades desarrolladas por el Dr. Aníbal Paradisi, como servidor público, fueron las siguientes: Procurado General del Estado Aragua, secretario General del Estado Aragua, Secretario General del Estado Guárico, Embajador en La Paz República de Bolivia de donde regresó a Venezuela para incorporarse al Congreso Nacional. Luego desempeñó los cargos de política del Ministerio de Relaciones Interiores y la Presidencia del Estado Aragua. En el desempeño de este cargo y en cumplimiento de su deber fue ultimado en el Comando de la Guarnición de Maracay, en la revolución de 18 de octubre de 1945; para ese momento Aníbal contaba con 36 años de edad. El doctor Aníbal Paradisi, tuvo una acertada actuación en las letras y muchos de sus poemas como sus colaboraciones fueron publicados en diversos órganos del país. Fue una de las personalidades más relevantes del procerato Aragüeño. Su nombre puede grabarse junto a las beneméritas figuras que han dado gloria a la hermosa región de Aragua, como guerrero, como escritor y como servidor público. Supo actuar rectamente sin querer otra recompensa que la satisfacción del deber cumplido consciente de la propia responsabilidad.
Inocencio Adames Barrios.  Fundador de Editorial Miranda. Nació en Villa de Cura el 28 de diciembre de 1915, hijo de Eliseo Adames y Josefina Barrios, fue el menor de cuatro hermanos. Cursó sus estudios de primaria en Villa de Cura, con la maestra Briceño. De muy joven se desempeñó como vendedor de periódicos y limpia botas, pero al poco tiempo despertó en Inocencio la pasión por las artes gráficas y a principio de la década de los 30 ingresa a trabajar en el taller de tipografía La Esperanza, ubicado en la calle Curita hoy calle Páez cruce con calle Rivas Castillo, mejor conocida como la Esquina del Muelle, este taller era propiedad de la “Niña” Jacinta Adames, hija de don Pedro Adames.
Inocencio Adames fue alumno de José Leonardo Sanabria Méndez, quien se desempeñaba en la tipografía La Esperanza como Jefe de taller; en este oficio se empezó a dar a conocido por todos los estratos de la sociedad villacurana . En 1931 conjuntamente con un grupo de jóvenes conforman una “caimanera” para jugar béisbol en el estadio de “La Sabana” y luego en 1932, forma parte del recién fundado equipo de béisbol San Luis BBC, el cual se convirtió en la auténtica gloria de todos los tiempos llegando a ser conocidos como “Los Pollos del San Luis”, allí la afición lo confirma con el apodo del “Muty” y “El Rey de la Plancha” lo que hoy se conoce como toque de bola. Fue un sensacional Short stop y uno de los peloteros más admirado por el Dr. José Rangel, quien fue directivo fundador del club. Finalizando la década de los 30, muere don Pedro Adames y su hija Jacinta le vende la tipografía al señor Rafael María Díaz, quien en los últimos meses de 1941, inaugura un emporio comercial de nombre tienda La Esperanza y encarga a Inocencio Adames de la tipografía, quien se encarga muy poco tiempo. En enero de 1942 se asocia con José L. Sanabria Méndez y con Vinicio Jaén Landa, y adquieren por 9.000 bolívares una máquina tipográfica en la ciudad de Barquisimeto. El 12 de febrero de 1942, fundaron la Editorial Miranda, ubicada en la calle Bolívar entre las calles Carabaño y Leopoldo Tosta. Al poco tiempo Adames le compra su participación a sus dos asociados y se queda como único dueño. Se inician como empleados de la Editorial Miranda: José Manuel Morgado, el señor Pérez Gil y luego ingresa el joven Juan Inocencio Meza. Luego, adquiere una tipografía en la ciudad de Turmero y nombra como encargado al joven José Manuel Morgado, quien la atiende hasta el momento de su venta en el año 1944.
Vicinicio Jaen Landa (Villa de Cura, 1922-2001). Cronista, poeta, promotor cultural, cantante de tango y declamador. Dejó una extensa producción, dispersa en periódicos y revistas regionales y locales, tales como la revista Expresión, el quincenario El Vigía, El Provinciano de La Victoria y El Quijote de Villa de Cura. Fue comentarista y productor radial, en la recordada Radiodifusora La Villa. En abril del año 2000, la Comisión Legislativa publicó Poesía, una selección .de sus textos poéticos, mayormente sonetos, cargados de “resplandor patricio y telúrico”, como expresa Luís Alfonso Bueno en la introducción del citado poemario.
Vinicio Jaén Landa nació en Villa de Cura, el 1 de septiembre de 1922, en una casa ubicada al final de la calle Bolívar, hijo de Rafael Germán Jaén Power y Emilia Landa. Recibe sus primeras enseñanzas educativas de mano de la maestra Lola Velázquez, luego continúa sus estudios de primaria en el colegio Arístides Rojas de Villa de Cura. En su juventud fue amigo de Amador Bendayán y del poeta Aquiles Nazoa, con quienes le unió una amistad de toda la vida.
En 1947, incursiona en el mundo de los negocios y se asocia con David Sanane en una firma comercial denominada Almacén y Sastrería La Fortuna, ubicado en la calle comercio de Villa de Cura, a la muerte de Sanane, Vinicio queda como único propietario del comercio, el cual regenta hasta el momento de su muerte. También fue socio de la Tipografía Miranda conjuntamente con Inocencio Adames y José Sanabria Méndez, vendiendo luego su participación a Inocencio Adames.
El 22 de mayo de 1.948, contrae matrimonio con María Dolores Díaz Dorta, de esta unión nacieron tres hijos. A Vinicio de muy joven le atrae la pasión por la poesía, el canto y todo lo que se refiere a la cultura; deja una extensa producción dispersa en periódicos y revistas regionales como lo son: La revista Expresión, El Vigía, El Quijote todos de Villa de Cura y El Provinciano de La Victoria. Además, fue comentarista y productor radial en programas de corte humorístico con libretos escritos por Aquiles Nazoa en 1957, por Radiodifusora La Villa, conjuntamente con Manuel Vicente Zapata, director de la radio.
A pesar de no activar políticamente, en el año de 1956, un señor que le hacía de chofer lo denunció ante la Seguridad Nacional en San Juan de Los Morros, siendo detenido y liberado a los pocos días; luego el 1° de enero de 1958 la misma persona lo vuelve a denunciar y fue detenido hasta el 23 de enero del mismo.
Vinicio Jaén, Formó parte de La Junta Patriótica de Villa de Cura, para fortalecer la democracia en 1958. Fue siempre amigo de los amigos y entre ellos podemos mencionar a: “El Che” Julio Martínez, Andrés Delgado “El Gallo”, al poeta José M. Morgado, Juan Licón, Aquiles Nazoa, entre muchos. También fue miembro de La Sociedad del Santo Sepulcro y de la Peña Tanguera del poeta José Manuel Morgado. Durante su vida vio cumplido el sueño de viajar a México y Argentina donde dejó muchos amigos. El Concejo Legislativo del estado Aragua público su poemario en abril del 2000. Vinicio fue un poeta a la usanza clásica, lo del soneto, el verso rimado, el acróstico, poesía de índole romántica. Muere en su Villa de Cura natal el 26 de abril del año 2000. Con él desaparece una significativa figura de nuestro pasado literario.
José Manuel Morgado. Dice el poeta Argenis Díaz que Morgado es un poeta a tono con el pueblo Si algo distingue al poeta de pueblo es que esté a tono con él, es decir con ese pueblo. Decía. Machado:" escribir para el pueblo es, por de pronto, escribir para el hombre de nuestra raza, de nuestra tierra, de nuestra habla: tres cosas de inagotable contenido que no acabaremos de conocer". Sin esto, voz será que clame en el desierto, voz de "señoritos que componen versos". Alguna poesía, nace del pueblo como otra de la tierra, pero ambas tienen un solo portavoz: el Poeta. Y poeta. Es JM Morgado (Jotaeme, lo nombran sus amigos). Villacurano y tipógrafo de chivalete. Oficio heredado de su tío Inocencio Adames Barrios, tipógrafo en remotos tiempos de lo que es hoy la moderna Editorial Miranda. Ha logrado levantar y mantener una familia honesta y una poesía de su tierra. Empieza a incursionar en el periodismo humorístico a los 14 años. En las aulas del colegio Arístides Rojas, con El Villano, un periódico escrito a máquina donde se destacan los incipientes elementos de humor y sátira que se irán desarrollando en posteriores órganos informativos impresos. El Unitario, del cual es redactor y director, a la caída del perezjimenismo; El Cotejo Mocho, ocasionario humorístico que en junio pasado  arribó a los 55 años de vida, tratando de que los villacuranos sonrían en medio de la amargura, presente o pasada. El Cotejo Mocho es su voz y la de todos aquellos que necesitan un vehículo para gritar angustias, sus necesidades .y alegrías.
JM ha publicado varios libros y folletos que recogen sus poemas, epígrafes, crónicas, sátiras y añoranzas, al igual que su humor. Es Morgado un poeta de todos los días, mucho de su producción todavía permanece inédita, todavía el Curita corre por los rojos cauces de sus venas: rumbo a su corazón.
José Miguel Seijas Alayón. Comunicador popular, el Vigía Villacurano. José Miguel Seijas Alayón nació en Villa de Cura el 20 de mayo de 1933, hijo de José Mercedes Seijas Fagundez,  quien fuera criador y preparador de gallos de pelea y  Elena Alayón Campos, es el mayor de dos hermanos. En 1941, cursó estudios de primaria en el colegio Arístides Rojas de Villa de Cura. En su juventud fue un bohemio serenatero de un grupo conformado por  Eladio Lovera, José Fagundez y el popular Tamiche. En 1951, se presenta ante las autoridades de la circunscripción militar para cumplir con el servicio militar obligatorio en la modalidad de “excedentes”, los cuales prestaban servicio los fines de semana y días feriados.
José Seijas de siempre fue un enamorado de la escritura, la lectura y la música, en 1978, fundó un periódico  comunitario  de nombre “El Vigía”, algunos dicen que es el creador  junto  con algunos colaboradores de la columna “Pilar Pantoja” que aparece publicada en dicho periódico. En el año 1986, actuó como Orador de Orden en la celebración del 60 aniversario de la fundación el colegio “Arístides Rojas”. Entre los años 2003-2005, trabajo como productor independiente en la Fundación Comunitaria Radio Zamorana, conduciendo el programa Zamoranos en la Cultura, luego en febrero del 2008 conduce el programa Nuestra Venezuela en la Fundación Comunitaria Radio Impacto 97.9 FM. Además se desempeña como colaborador de la revista Expresión de la Editorial Miranda de Villa de Cura. Seijas Alayón muere en Villa de Cura, en el mes de enero  del 2011
Pablo Cabrera. Poeta y compositor villacurano. Pablo Julián Cabrera, poeta, declamador, compositor, humorista, y cronista autodidacta. Nació en el populoso sector Las Tablitas, de Villa de Cura, municipio Zamora del estado Aragua,  el 17 de agosto de 1940. También es luchador social y gremialista. Militó  activamente en la política al ingresar  a la Juventud Comunista de Venezuela en 1958, de la cual fue secretario general hasta que llaman a la lucha armada, la cual rechazó sin abandonar su posición ideológica. Pero es su inclinación a la poesía lo que enrumba los primeros años de su vida. Toda su producción, gran parte de ella inédita, es de tono amoroso, aunque no deja de haber poesía de corte social, casi siempre vertida en la forma tradicional: el soneto, la copla, la glosa y la décima.
 Desempeñó varios oficios hasta encontrar una profesión a la que le dedicaría 40 años de su vida: tipógrafo. Esto lo aprendió, en sus inicios, en la tipografía del también poeta José Manuel Morgado, pero luego ejerció en diferentes empresas en Maracay, Caracas y La Victoria, respectivamente.
En  el  año  1968  participó  en  el  Primer  Festival  de  la  Canción  Inédita  del  Centro,  como  autor  y compositor, en la desaparecida emisora Radio Girardot de Maracay. Su composición (letra y música) fue un vals-pasaje con el título “San Francisco de Asís”, y obtuvo honrosamente el primer lugar. En 1985 asistió y participó en el Primer Encuentro Nacional de Amigos de la Poesía en honor a Aly Primera. En este escenario se creó el Círculo Mundial de Amigos de la Poesía, en el cual quedó como miembro fundador. Aunque sus textos poéticos están muy cercanos a la poesía tradicional,  ingresó  al Taller Literario coordinado por Efrén Barazarte, en la Escuela de Música Ángel Briceño de la localidad villacurana. De esta manera participa en la publicación colectiva Lapidario, una recopilación de textos de cada uno de los integrantes del taller, publicado por la Alcaldía de Zamora en 1992. Ese mismo año, publica por iniciativa privada El Canto de Ruiseñor que atribuye al apoyo incondicional del empresario del cuero Reinaldo Silvera. Sus escritos lo llevan a ser colaborador de diferentes diarios y revistas del estado Aragua. Textos suyos fueron publicados en la página cultura “Raíces” del diario La Antena de San Juan de los Morros (Guárico) y en el semanario HOY diario del Sur; en el quincenario El Vigía de Villa de Cura y en la revista Expresión de la Editorial Miranda de la misma ciudad.
Con la composición del tema folclórico “Los reyes del coleo”, obtuvo el primer lugar en el  III Festival Nacional El Caballo de Oro, en abril de 1996.
Estudió locución en la Academia “Revista Turística Radial” en Maracay y posteriormente se gradúa de animador en “Producciones Publicitarias SS C. A” de la Ciudad Jardín; también ha participado en talleres de producción radial, oratoria y literatura. En 1997, Cabrera es invitado a formar parte de la Asociación Villa Literaria de su ciudad natal, de la cual es miembro directivo y fundador.
Cabrera también ha participado como jurado en diferentes concursos literarios y festivales de música venezolana: Concurso Interescolar de Cuentos Margarita Berroterán de la ciudad de La Victoria, en colaboración con el grupo Senderos Literarios; en el Festival Zamora de Oro y en el Festival Cantaclaro de la canción estudiantil. En el campo radiofónico participó como productor artístico en el programa “Cacho en la Manga” de Radio Aragua, dirigido por Juan Colmenares. Condujo por un año (2003-2004) el programa  “Amanecer villacurano”, transmitido por la emisora Villa 95.5 FM. Luego condujo el programa “Arpa, joropo y pasaje” (2004-2005) por la emisora comunitaria Zamoranos 94.7 FM. En la actualidad (2007) el poeta Pablo Cabrera forma parte del Comité Pro Defensa de los Derechos Humanos de los Pensionados, Jubilados y Adultos Mayores en el estado Aragua y es miembro de la red de escritores del estado Aragua.
Juan Bautista Alayón. Nació en el barrio La Represa de Villa de Cura, el 15 de septiembre de 1933, hijo de Felipe Rodríguez y María Alayón, es el segundo de seis hermanos. Cursó estudios de primaria en los colegios Simón Rodríguez y Arístides Rojas, entre la década de los a los 50 forma parte del  grupo teatral de Villa de Cura, junto a Marta de Martínez, Josefina Caracas, Josefina Rojas, Fermín Quintana, Teobaldo Parra, Vinicio Jaén Landa, Germán Cordero, entre otros. En ese mismo periodo, nace el interés por la poesía, por el tango y empieza a crear a Loco Lindo, luego en el año 1949, estudia contabilidad y mecanografía con Froilán Guzmán.
En el año 1955 contrae matrimonio con Agustina Palma Santana de esa unión nacieron seis hijos; en total Juan Bautista tiene diez hijos. En el año 1965, realiza curso de Supervisión y Administración de Personal en el INCE de Maracay. Desde muy joven realiza trabajos como agente viajero y transportista con: Narciso Pérez Acosta, Ramón Vásquez, Andrés Mora, Martín Hernández y Manuel Melo, hasta el año 1961. A la  muerte de su tío  Juan Pancho  Rodríguez, en el año  1988regentla Panadería Comercio, hasta el año 2000. En el año 1989, en unión de un grupo de amantes del tango crean la Peña Tanguera Loco Lindo, con sede en la Panadería Comercio, y en el año 1995, conjuntamente con un grupo de personas ligadas al mundo literario participa con la Fundación La Villa Literaria.  
JuaBautista  Alayón,  fue un  escritor  de  poemas costumbristas, de los cuales podemos mencionar: Yo soy Loco Lindo, Yo quisiera un Velorio Así, relacionado con el  velorio de la cruz de mayoNostalgia  Araeña”, relacionado con eJoropo Araeño; Milagro Cañero, dedicado a su tío Juan Pancho Rodríguez; Blanco Vive en Negritud”, entre otros. Dejó en proceso de edición un libro de su autoría de nombre El Eco de un Loco”; fun La Asociación Civil Cultural Educativa Locos de Zamora ASOLOZA, la cual describiera como: Legión Organizada Caracteres Oráticos La Imitación Natural del Otro. Cr el periódico EcopuebloDe Loco Lindo escribieron muchos y creo, sin temor a equivocarme, creo que todos: el poeta Morgado, Laurentzy Santos, Víctor Parra, Chenco Adames Aponte, Aly Pérez, Rosana Hernández Pasquier, Ingrid Chicote, Eas Álvarez, Alberto Hernández, José Seijas, Ana Belén Aular En fin, todos los poetas y escritores de estos últimos 50 años, ya que sin lugar a dudas es y será el personaje más famosos de Villa de Cura. "Loco Lindo se fue a los adentros a juntar su perolera”. Yo  me asomo por la ventana para ver si vuelve a pasar la Nena. La brisa parece cantar: Pasaste ayer, como brisa fugaz y me que con tu dulce mirar, tralala, tralalala, tratalalai Juan Bautista Alayón deja de existir físicamente, en Villa de Cura, el 06 de Julio 2011.
Peña Literaria
En el mes de febrero de 1946, nace en Villa de Cura la “Peña Literaria”, bajo los auspicios de una gran figura que engalanó las galerías artísticas venezolanas: Teresa Carreño; formaron el mencionado grupo personas  conocidas  dentro de esta población  preocupadas del movimiento intelectual venezolano, y entre ellos podemos mencionar: al señor Alberto Padre, Ortuño Suarez, Aníbal Castillo, Carolina Sanz López,  Secretaria general de la Peña Literaria, entre otros.
Este grupo de intelectuales, resueltos a construir un hogar común   para el pensamiento en donde no faltaba la voz agresiva de la negra critica, ni los balbuceos  tímidos  de  infantes  en las letras. La “Peña Literaria” un gran titulo; pero también muchas aspiraciones que convertir en el medio cobijante de manifestaciones culturales, y en donde como en todo aquel que anime superarse   dentro del vasto campo del espíritu: ambiente prolífico   que los divinos llaman alma; pero que ellos llamaron razón aplicada al sentimiento.
Fundación Villa Literaria  La Fundación Villa Literaria surgió originalmente como Asociación sin fines de lucro el 30 de octubre de 1995,  cuando  un  grupo  de  escritores  y  educadores  decidieron  organizarse  para  alcanzar  unos objetivos específicos: Proyectar y desarrollar los nuevos valores literarios, inéditos, del municipio Zamora. Impulsar la realización de talleres de formación permanente, en el ámbito literario. Editar una revista literaria en el municipio Zamora.
Miembros fundadores: José Argenis Díaz, Fernando Olivo, Radamés Guzmán, Haideé Rodríguez, Pablo Cabrera y Ana Belén Aular. Posteriormente se incorporaron como  directivos: Ingrid Chicote, Henry Hernández, Marco  Antonio Torrealba, y Justo Blanco (1997). Más recientemente (2008), la directiva quedó  integrada por: José Argenis Díaz, Henry Hernández, Fernando Olivo, Pablo Cabrera, Jorge Alberto Hernández y Rómer Pérez. Actualmente, La Fundación Villa Literaria produce el programa “Tu Café Literario” por Zamoranos 94.7 FM.
José Argenis Díaz. Escritor, ensayista, articulista y poeta villacurano (junio de 1954). Es miembro activo y directivo del Grupo Senderos Literarios, La Victoria, estado Aragua,  y fundador de la Fundación Villa Literaria de su ciudad natal. Integra la Red de Escritores de Aragua, desde sus inicios (2004). Se ha desempeñado como redactor cultural en los diarios regionales La Antena de San Juan de los Morros, estado Guárico, donde por más de tres años coordinó la página cultural Raíces (octubre, 1993 - diciembre, 1996); y Hoy, diario del Sur, Aragua, en el cual mantuvo la Hoja Cultural Laberinto (junio, 1997 – noviembre, 1998). Fue director de Cultura de la Alcaldía de Zamora (2002) y promovió la aprobación de la Ordenanza de Cultura del Municipio Zamora (2001). Ha publicado trabajos poéticos, ensayos y artículos de opinión en diversos diarios y revistas regionales. En el año 2004, coordinó el proyecto “Clubes de Lectura en Institutos Educativos” financiado por el CONAC, el cual incluyó la publicación de la revista Laberinto, primera edición, desde la Fundación Villa Literaria, también forma parte del equipo editorial de la revista Huellas del Sendero  (cuatro ediciones), publicación del grupo Senderos Literarios (2007).
Desde enero de 2007, forma parte del equipo de producción del programa “Café  Literario” que se transmite por la emisora comunitaria Zamoranos 94.7 FM de Villa de Cura, municipio Zamora del estado Aragua, los sábados de 7:00 a 8:30 AM. A través del fondo editorial Senderos Literarios ha publicado varios poemarios.
Aly Pérez. Poeta, artista plástico y conferencista de reconocida trayectoria nacional e internacional. Nació en Villa de Cura, Municipio Zamora del estado Aragua, el 23 de agosto de 1955. Hasta la fecha de su fallecimiento, 30 de enero de 2005, fue miembro del Departamento de Cultura de la Universidad de Carabobo, núcleo Aragua. De una larga trayectoria en el ámbito artístico-cultural, participó en la creación de grupos culturales como “Gente Común” y  “Movimiento Cultural Zamora”, de Villa de Cura. Formó parte del Comité de redacción de las revistas: Palestra e Hipocampo del municipio  Zamora y de la revista El Toro Constelado de la ciudad de Maracay. Adicionalmente, fue colaborador de la revista literaria Códice de la Coordinación de Cultura de la Universidad de Carabobo, núcleo  Aragua (2001), donde además dirigió  el Taller  de Poesía  de  la mencionada Casa de estudios. En este mismo campo, fue asiduo colaborador de la revista Expresión de Villa de Cura. Durante los años 1990-1991, fue integrante del Taller Literario de Villa de Cura. Publicó varios poemarios: Pasión según la casa (1993), Rumor de alameda (1998) y Nochevieja (2003).También aparece en Lapidario (1991): Poesía de Aragua (1997) y el diccionario abreviado de escritores venezolanos (1900-2003), publicado por el CONAC bajo el título: Quienes escriben en Venezuela. Obtuvo los siguientes reconocimientos: Premio de Poesía Jesús Bandres (1995) del municipio Juan Germán Roscio del estado Guárico; Premio Bienal de Poesía Augusto Padrón (2002) de la Alcaldía de Girardot, Maracay.
Aly Pérez nos deja presencia espiritual en sus poemas impregnados de la visión contemplativa del paisaje interior, el canto de la imagen, la memoria de la aldea y el amor por la provincia aragüeña, con una voz interior sólida que lo convirtió en un poeta de reconocida calidad literaria.
Ingrid Chicote. Caracas (1965).  Terapeuta en Medicina Tradicional China (Universidad de Carabobo, Fundación Neijing) Docente de Lengua (UNESR). Trabaja en la Unidad Educativa Bella Vista como especialista de Teatro. Es facilitadora de talleres de poesía y crónica de la Casa Nacional de las Letras “Andrés Bello”. Ha recibido numerosos reconocimientos por su trabajo comunitario y docente. Se ha desempañado en diversos escenarios que van desde la jefatura de redacción en un periódico guariqueño hasta  representar a la República Bolivariana de Venezuela en el V Encuentro Universal de Escritores en Bucaramanga - Colombia. Es la ganadora de la I Bienal de Poesía “Cruz Salmerón Acosta” Ha participado en  actividades literarias a nivel nacional e internacional. Libros publicados: Piedras Concentradas. Fondo Editorial Senderos Literarios. La Victoria  – Edo. Aragua Venezuela. Ediciones de Bolsillo.1997. La Ruta de los Ancestros.  Fundación Editorial el Perro y la Rana. Libro fuera de Colección. Caracas –Venezuela. 2011 Caída  Libre. Monte  Ávila  Editores  Latinoamericana. Compilación.  Aprobado  y en  la  cola  de  la Imprenta. 2012. Huelga de Palabras, libro ganador de la Bienal Nacional Cruz Salmerón Acosta. Editorial Casa Nacional de las Letras Andrés Bello. Colección “Voces de la Casa” 2012 Obra inédita. La autora tiene más de veinte libros de poesía inéditos, siete libros de crónica, un libro de ensayo y una novela. Gran parte de su obra ha sido publicada en revistas impresas y páginas web de España, México, Argentina, Chile, Colombia, Perú, República Dominicana y Nicaragua.

Kristel Guirado. Nació en Villa de Cura el 2 de diciembre de 1968, hija de Rosa Zapata (f) y Pedro Guirado Cortés. Es narradora, dramaturga; licenciada en Letras, egresada de la Universidad Central de Venezuela. Sus estudios de secundaria los realizó en el liceo Alberto Smith de Villa de Cura. Ha participado en los talleres de narrativa de la Secretaría Sectorial de Cultura del estado Aragua.
Esta destacada escritora villacurana ha colaborado en distintas publicaciones regionales, como el suplemento Contenido del diario El Periodiquito de la ciudad de Maracay. En 1990 obtuvo el primer premio en el I Festival de Monólogos Armando Urbina, auspiciado por la Casa de la Cultura de Los Teques y el premio mención narrativa Pedro R. Buznego Martínez de la Casa de la Cultura de El Consejo, estado Aragua. En 1993 publicó Quebrantos (dramaturgia), ediciones de la Secretaría de Cultura del estado Aragua; en 1995, Editorial La Liebre Libre le publica Tacones lejanos (cuentos). En 1999 escribe y publica la obra San Ignacio es un lugar común (dramaturgia). Con la obra narrativa Los juguetes más grandes resultó ganadora de la II Bienal de Literatura Infantil en homenaje a Pablo Neruda, el libro fue publicado por el Instituto  de  AltoEstudios  de Control Fiscal y Auditoria de Estado Gumersindo Torre(Cofae), Caracas. Snombre    y produccióapareceen Narrativa de Aragua (1970-1996), Maracay, 1997 y en  la Publicación del CONAC, Quienes escriben en Venezuela. Diccionario abreviado de escritores venezolanos (1900-2003), Caracas, 2004. 
Colabora en distintas publicaciones literarias y de investigación lingüística del país. Ha recibido y dictado diversos talleres, especialmente en el género dramático. Su trabajo creador ha sido reconocido en bienales y concursos literarios con los premios: Dramaturgia Festival de Monólogos Armando Urbina 1990; Narrativa Pedro R. Buznego 1994; Dramaturgia Bienal de Literatura Augusto Padrón 1995; Dramaturgia Bienal de Literatura Semana de la Juventud 1998; Narrativa Infantil Bienal de Literatura Infantil de COFAE, 2004. Egresada de la Universidad Central de Venezuela como Lcda. en Letras y MSc. en Lingüística. Forma parte del equipo de investigadores del Instituto de Filología Andrés Bello, es docente en las escuelas de Letras y de Idiomas Modernos y en el Postgrado en Lingüística de esta Casa de estudios. En el área de lenguaje, se ocupa del estudio de la Gramática y sus usos en el español de Venezuela. Directora ejecutiva en Fundación Editorial El perro y la rana, Investigadora Vinculación Comunitaria en UNES (Universidad Nacional Experimental de la Seguridad) y Coordinadora Estratégica en Fundación Casa del Artista.

Claro que faltan muchos nombres de escritores y poetas: Adolfo Tosta, Oswaldo González, Angélica Llovera, Orlando Ascanio, Radamés Guzmán, Rafael Petit,  Belkis Petit, Elías Álvarez, Víctor Parra, Ana Belén Aular, Rosana Hernández Pasquier, Luis Enrique Torres, Romano Matute, Cesar Acosta, José Sánchez Arévalo, Félix Capote, Oscar Carrasquel, Pedro Ezequiel González, Luis Acosta Rodríguez, José Pulido, Elías Rodríguez Arguello, Pedro Ruiz, Uribe Bueno, Felipe Aular, Juan Colmenares, Antonio Cabanillas, José Girlando, Adolfo Rodríguez, Víctor Martínez, Maribel Ovalles, José Manuel Valera. Orlando Villamizar, Emilio Pérez, Arístides Villamizar, Johnny Hernández Calvo, Jorge Hernández, Hildemaro Flores, Aura Petit y el colectivo Cultura Neruda, y todos los poetas escritores del colectivo Aly Primera, Héctor Lombano (Casunga), Manzano, Chupette, Bernardo González, Jesús Lapenta, José Ramón Nadal, La maestra Melita, Lea, Cira, entre otras y  otros...

Ahora bien, ¿cómo hacemos para preservar la identidad y la memoria histórica de nuestro pueblo, de su gente, costumbres y tradiciones?
Análisis profundo sobre la situación cultural actual:
Carencia de las políticas culturales.
Leyes, ordenanzas, decretos.
Situación del cultor y su obra.
Sitios históricos, monumentos , patrimonios.
Políticas educativas que rijan la preservación de nuestra identidad.
Casa de la Cultura, (Eventismo) Compañía Municipal de Teatro, Coral Carlos Bonet, Escuela de Artes Visuales, Fondo Editorial  Rafael Bolívar Coronado.

Funciones del Cronista.
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA CONCEJO DEL MUNICIPIO ZAMORA VILLA DE CURA – ESTADO ARAGUA.
El concejo del Municipio Zamora del Estado Aragua, en uso de las atribuciones legales que le confieren el ordinal 1, del Artículo 95 y el Artículo 122, ambos de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal, sanciona la siguiente:
ORDENANZA SOBRE EL CRONISTA DEL MUNICIPIO ZAMORA, SUS FUNCIONES Y DEBERES.
CAPÍTULO I
Del Cronista de la Ciudad.
Artículo Primero: El Cronista de la Ciudad será designado por el Concejo Municipal, debiendo recaer dicho oficio en persona de reconocida trayectoria moral y cultural, avalada por la experiencia en investigación científica, socioeconómica e histórica, geográfica y cultural, además de reunir los requisitos que establece esta Ordenanza.
Artículo Cuarto: Son atribuciones y facultades del Cronista de la Ciudad.
 a) Investigar y divulgar desde todas perspectivas, y por todos los medios a su alcance, el pasado histórico de la Ciudad y su ámbito social.
b) Dirigir, divulgar y publicar las investigaciones en torno al Patrimonio Histórico, ambiental y cultural del término o jurisdicción municipal.
c) Recomendar al Alcalde y a la Cámara Municipal la edición o reedición de aquellas obras que se consideren de interés local o regional.
d) Custodiar, preservar y proteger el Patrimonio Histórico y los anales de la ciudad.
e) Implantar las políticas administrativas necesarias para que la Oficina del Cronista reciba material hemerográfico, iconográfico y otros, a fin de crear el Archivo de la Crónica Municipal.
f) Promover actividades relacionadas con los valores históricos, geográficos y de toda índole conjuntamente con las oficinas y/o direcciones que tienen a su cargo las relaciones públicas, servicios culturales, deportivos, etc
g) Vigilar y supervisar la conservación de los Monumentos Históricos, Obras de Arte, Museos Municipales y otros bienes culturales muebles que formen parte del Patrimonio Histórico de la Ciudad.
h) Promover la conservación y reconstrucción de toda clase de reliquias y monumentos, requiriendo la cooperación de los gremios o asociaciones civiles y religiosas, instituciones u organismos públicos o privados ya sean locales, regionales, nacionales e internacionales.
i)  Orientar la acción municipal en lo que toca a la preservación de los valores típicos, el fomento del folklore y el rescate del sentimiento de pertenencia a lo local, regional y nacional.
j)  Dirigir y supervisar, con apoyo de personal especializado, la Biblioteca Municipal, en atención a lo cual quedará adscrita a la Oficina del Cronista por efecto de la presente Ordenanza.
k) Evacuar las consultas que en las materias de su competencia le soliciten el Alcalde, la Cámara Municipal o sus Comisiones Permanentes, cualquier funcionario municipal, cualquier organización municipal, estadal, nacional e internacional o cualquier ciudadano interesado.
l) Ejecutar en general, dentro del espíritu de la presente Ordenanza, todas las actividades que requiera la defensa del Patrimonio Cultural de la ciudad.
m) Asesorar al Alcalde y a la Cámara Municipal en materia de aplicación de medidas estrictas de protección a las viviendas que en el área urbana o rural ostentan rango de significado histórico o de valor arquitectónico local, a fin de evitar la modificación de su arquitectura original y/o demolición inconsulta en aras de intereses particulares apoyados en argumentos de modernización.
n) Levantar inventario de todo aquello que en la localidad posea valor histórico o artístico y elevarlo a consideración del Alcalde y la Cámara Municipal como elemento de orientación para que tal patrimonio sea mantenido y preservado de todo intento destructor.
Artículo Octavo: Ésta Ordenanza entrará en vigencia, a partir de la fecha de su promulgación.
Dado, firmado y sellado en el salón de sesiones del Concejo del Municipio Zamora del Estado Aragua. En Villa de Cura a los veintidós (22) días del mes de mayo de 2006. Año 196º de la Independencia y 147º de la Federación.

Reflexiones…
Ordenanza de Cultura
Ordenanza para la protección y preservación del, patrimonio material tangible, e intangible  así como el Intelectual.
Chávez y las tres R al Cuadrado.
Chávez  Eficiencia o Nada. Eficiencia o la Noche
Situación de las infraestructuras culturales Teatro Estable, Danzas Caribai, Turpiales de Aragua.
Nuestra Cultura Americana, hija de nuestra contradictoria fusión histórica había de ser nuestra cultura. Original, vale decir única y novedosa en sus valores y soluciones. Viviente, como proceso continuo surgido de la totalidad del pueblo y de su cotidiana experiencia. Crítica, nacida de la incesante destrucción de lo caduco. Liberadora, instrumento de ruptura del orden de la dependencia impuesto en lo internacional y de la estratificación clasista implantada en el orden interno.  Así debe de ser nuestra cultura.
La cultura es el ser de una sociedad. El ser es ante todo conciencia, y conciencia de sí. Las sociedades existen desde que adquieren conciencia de sí mismas. La cultura es a la vez la inmortalidad personal y la del colectivo. El hombre y las comunidades siguen existiendo en las obras y las ideas perdurables. La cultura, como el trabajo, surge del esfuerzo conjunto de la colectividad. Pero el trabajo, como la cultura, puede ser apropiado por la clase dominante. Decía Marx que las ideas dominantes han sido en todos los tiempos las de las clases  dominantes, porque así como éstas poseen los medios de producción material, son propietarias de los medios de producción intelectual: imprentas, periódicos, academias. Del mismo modo que la producción capitalista se manufactura en empresas y fábricas, la ideología del capital se factura en aparatos ideológicos. De la misma forma en que todo modo de producción lleva en sus entrañas el que ha de sucederle, la cultura hegemónica no puede impedir el surgimiento de la que la seguirá. Inevitablemente, a la cultura colonial hegemónica se contrapuso una cultura venezolana revolucionaria.  Sin aparatos ideológicos, sin instituciones, más bien a contrapelo de las del sistema y en lucha contra éstas y a veces contra la policía política y académica, la insurgencia cultural logró, sin embargo, una indiscutible hegemonía. Durante la última mitad del siglo pasado casi no hay obra, tendencia, ensayo o manifiesto relevante que no revista una inspiración progresista.

El pensamiento de Hugo Chávez Frías es río caudaloso del cual apenas comenzamos a cursar las etapas y vertientes. Pocos mandatarios han pensado, hablado, dispuesto y ordenado tanto sobre cultura. Mucho antes de llegar al poder, Chávez comprende que un proyecto político es un proyecto cultural. Ya en el Libro Azul, primer esbozo de su programa de gobierno, sitúa las raíces de su pensamiento en el de Simón Rodríguez, el de Simón Bolívar y el de Ezequiel Zamora. Y al proponer una nueva Carta Magna, afirma que la Constitución Nacional del modelo de sociedad original debe ser pertinente y perfectamente compatible con los demás componentes de la estructura estatal y social, especialmente en el orden económico, social, cultural y geopolítico. Sin el conocimiento de un pasado común carecerían de sentido un presente compartido y un futuro en proyecto. Sin una conciencia de nacionalidad no tendrían base los movimientos de defensa de nuestros recursos.  Sin un sentimiento de pertenencia regional no funcionarían los planes de integración. Sin una tabla igualitaria de valores no sería posible el igualitarismo socialista.
Confiere el pueblo el poder a Hugo Chávez Frías para que el pueblo lo ejerza. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 es una de las pocas del mundo sancionada por referendo popular. Hace 15 años, el pueblo elector y soberano de Venezuela decidió poner fin a la llamada democracia representativa, con su marco jurídico excluyente, que fue la impronta de los gobiernos del Pacto de Punto Fijo, en una inédita votación popular que reflejó el sentimiento de victoria al dar nacimiento a una nueva Carta Magna. Aprobada por mandato del pueblo en ejercicio de su Poder Constituyente, la Constitución Bolivariana de Venezuela obtuvo 3 millones 301 mil 475 votos a favor del “SÍ”, equivalente al 71,78% del electorado.
Amplitud e inclusión
La nueva Carta Magna planteó la creación de un Estado democrático y social de derecho, basado en la corresponsabilidad del pueblo, con pluralismo, en la gestión de gobierno; lo que se conoce como Poder Popular y le da músculo a la democracia participativa y protagónica.
La Constitución Bolivariana ofrece una importante ponderación a los derechos humanos, a los que considera superiores y anteriores al Estado, por lo cual lo obliga a garantizar el respeto de estos y además investigar, sancionar e indemnizar a quienes hayan sido víctimas de la violación de sus derechos.
Nosotros el pueblo hemos adoptado nuestra Carta Magna como herramienta para ejercer el Poder Popular y hacer valer sus derechos; con la Constitución, el pueblo hemos defendido nuestra soberanía y rescatamos a Hugo Chávez de su secuestro el 11 de abril de 2002; con el mismo instrumento legal, se cohesionó para hacerle frente al sabotaje petrolero de 2002 y 2003.
En 2013 es sancionado el Plan de la Patria, Programa de Gobierno Bolivariano 2013-2019 y Testamento Político de Hugo Chávez Frías. Monumental legado que toca el tema de la cultura en decenas de sus disposiciones. Citemos apenas algunas a título de muestra:
Objetivo Nacional
5.3. Defender y proteger el patrimonio histórico y cultural venezolano y nuestroamericano .
Objetivos Estratégicos y Generales
5.3.1. Contrarrestar la producción y valorización de elementos culturales y relatos históricos generados desde la óptica neocolonial dominante, que  circulan a través de los medios de comunicación e instituciones educativas y culturales, entre otras.
5.3.1.1. Involucrar a las instituciones públicas y al Poder Popular en la producción de críticas contundentes a las formas culturales y a las reconstrucciones históricas dominantes.
5.3.1.2. Promover la producción de contenido educativo, tales como textos escolares, para generar consciencia histórica y formar críticamente las nuevas generaciones.
5.3.2. Fortalecer y visibilizar los espacios de expresión y fomentar mecanismos de registro e interpretación de las culturas populares y de la memoria histórica venezolana y nuestroamericana.
5.3.2.1. Fortalecer los procesos que visibilicen la identidad histórico comunitaria, identificando los espacios de expresión y formas populares de reproducción de la memoria histórica, y fomentando la expresión de las diversas manifestaciones culturales tradicionales.
5.3.2.2. Promover la organización del Poder Popular para el registro e interpretación de la memoria histórica y la difusión y expresión de las culturas populares .
5.3.2.3. Garantizar la protección del patrimonio cultural popular y de la memoria histórica, a través de la formación integral permanente y continua de los promotores culturales del Poder Popular.
5.3.2.4. Involucrar a los museos y otras instituciones de interés histórico y cultural, en el plan de conservación y valorización del Patrimonio cultural e histórico popular.
5.3.2.5. Impulsar la creación de espacios históricos culturales comunitarios en toda la geografía nacional.
5.3.3. Promover una cultura ecosocialista, que revalorice el patrimonio histórico cultural venezolano y nuestroamericano .
5.3.3.1. Impulsar debates dentro de las organizaciones del Poder Popular sobre la vivencia cultural y las identidades, para el análisis de la situación actual y los cambios que se necesitan en la construcción del ecosocialismo.
5.3.3.2. Incorporar a las organizaciones populares en el diseño de las políticas culturales, impulsando iniciativas como los comités de cultura de los consejos comunales, entre otras.
5.3.3.3. Desarrollar estrategias de liberación y emancipación cultural, poniendo especial énfasis en grupos sociales especialmente vulnerables, tales como los grupos sexodiversos, mujeres, estudiantes, niños y niñas, afrodescendientes, entre otros, con la finalidad de garantizar el respeto de sus derechos e identidades.
5.3.4. Elaborar estrategias de mantenimiento y difusión de las características culturales y de la memoria histórica del pueblo venezolano.
5.3.4.1. Producir y difundir materiales sobre la historia de los grupos históricamente invisibilizados y la memoria histórica y cultural de Nuestra América, especialmente en las bibliotecas públicas y escolares, así como en los medios masivos de comunicación.
5.3.4.2. Ejecutar un plan nacional e internacional de difusión de la cultura tradicional y de la memoria histórica y contemporánea.
5.3.4.3. Fomentar y garantizar la producción independiente y comunitaria de las artes.

Excedería de los límites de la presente exposición apenas esbozar el conjunto de instituciones, organizaciones, obras y eventos desarrollados para materializar estos principios en escasos catorce años de poder. Citemos una vez más indicadores de esta acción cultural. Desaparece el analfabetismo. Venezuela se convierte en el tercer país lector de América Latina. Uno de cada tres venezolanos estudia. Uno de cada diez lo hace en educación superior. Más de las tres cuartas partes lo hacen en instituciones gratuitas. Se crean 16 nuevas universidades. Los medios de servicio público pasan, de una radio y una televisora, a seis televisoras, una decena de radios y más de tres centenares de emisoras comunitarias y alternativas. Se crean Telesur, nuevas y poderosas editoriales del Estado, una Villa del Cine, una Universidad de las Artes. Se crean sistemas de protección para artistas y creadores y para el patrimonio cultural. Apenas son el marco adecuado para el desarrollo de las tareas que hasta hace poco los venezolanos cumplíamos en forma no institucional, subversiva, desamparada y casi salvaje: conocernos, comprendernos, criticarnos y sin embargo transformarnos  y celebrarnos por las vías poderosas de la invención, la creación y el amor. Todo lo que hoy se busca  eliminar  mediante el terrorismo que invoca para Venezuela el Golpe de Estado, la secesión territorial y la intervención extranjera.

Volviendo al  Alma Llanera…
Uno de los fines del proyecto político de Gómez fue el de instaurar un nacionalismo por medio de un discurso y estética del criollista y un sentido de patria a través de la educación, la artes, los medios de comunicación, el poder militar etc., por lo que constituyó así la figura del llanero como un símbolo de identidad nacional
Los intelectuales que apoyaban este proyecto político de los sectores dominantes durante el gomecismo se centraron en fomentar una ideología aglutinadora que ofreciera una determinada visión de la sociedad criolla, equivalente a toda la población llanera y a su espacio geográfico, a sus costumbres y tradiciones, a sus modos de trabajar, su culinaria, música, tradiciones orales, etc., debido a que constituían la región y los agentes sociales que garantizaban la producción agropecuaria. La enseñanza de la historia se orientó a destacar los elementos culturales consecutivos del ser criollo, concebidos como aquellos de la “llaneridad” (Vargas, 2005). Pedro Elías Gutiérrez no se escapa de este cuadro de intelectuales que forjarían esta ideología gomecista. Como militar, compositor y director de la Banda Marcial de Caracas tenía el poder para llevar a toda clase de público, tanto la que asistía al teatro como la que presenciaba a las retretas de jueves a domingo en la Plaza Bolívar. Este personaje como el público que escuchaba y aclamaba el Alma Llanera en cada presentación se convierten en los primeros legitimadores de este icono nacional. Estos actos se fueron reproduciendo por más de 40 años en las principales manifestaciones públicas de Caracas, convirtiéndose en un símbolo identitario.

Como hemos mencionado anteriormente, los universos simbólicos legitiman las prácticas y sentidos que se desarrollan en la vida cotidiana. Los caraqueños al adquirir antecedentes criollistas en su educación, sus medios de comunicación y espacios públicos de esparcimiento como los espectáculos musicales, fueron apropiándose y legitimando más y más el criollismo impuesto por el proyecto político de Gómez, generando símbolos como su espacio geográfico (el llano), sus costumbres, tradiciones, su comida, su música y tradiciones orales. El joropo del Alma Llanera ya no sería visto como una zarzuela; se convierte en el icono musical identificativo del ser nacional, por lo que se reproduce en el cierre de los conciertos y retretas por más de 40 años en las plazas públicas cobrando un efecto impactante en la población. Hasta hoy en día, sin saberlo, cerramos las fiestas con el Alma Llanera. Entonces nuestra realidad cotidiana se estructura en coherencia con los universos simbólicos reproducidos por nuestra sociedad que lo hace como parte de una gran cantidad de símbolos identitarios construidos apenas a inicios del siglo XX dentro del proyecto político del gomecismo. En la construcción de un sentido simbólico nacionalista asociado al joropo ha intervenido de forma contundente una malla de discursos que, presionados por las transformaciones culturales en las que emergieron, fueron cambiando también el significado cultural de ciertas connotaciones que habían sido establecidas como características de esta forma musical.
El criollismo fue aprovechado por los posteriores proyectos políticos, medios de comunicación y por los sectores letrados para atraer adeptos y público y estos símbolos generados fueron reescritos subordinando parte del pasado a los intereses presentes de los individuos y de los grupos sociales, quedando así relatos históricos (como el de Caremis) dentro de nuestra vida cotidiana, que van pasando inconscientemente de generación, en generación, como lo explica Bourdieu. La invención de la tradición se expresa y reitera en prácticas repetitivas dotadas de una naturaleza simbólica para inculcar determinados valores dentro de la identidad nacional. Esta invención se puede apreciar, y no es extraño para nadie que los cierres de cualquier espectáculo musical, fiestas privadas y concurridas, ferias, cierres de campaña, entre otros, se den con el Alma Llanera. Queda para futuras investigaciones el análisis de otras fuentes de comunicación como la audiovisual para ver este símbolo como ha sido utilizado políticamente y ha creado una herencia cultural a través del siglo XX que ha construido y reconstruido dentro de la identidad venezolana.

Retomando Nuestro personaje central y para finalizar puedo decir que, Rafael Bolívar Coronado fue un escritor con un innegable talento, no obstante su vida ladeada hacia el desparpajo y la trampa lo ha fichado para la posteridad como un zángano de las letras, especie de autor de segunda mano que utilizó más de seiscientos nombres diferentes para firmar sus escritos. Fue un indiscutible truhán que sin escrúpulo alguno se valió de los nombres de algunos autores consagrados para presentar textos suyos. Jamás se detuvo en consideraciones éticas al momento de engañar y timar en su buena fe a lectores y editores.
La vida de Rafael Bolívar Coronado estuvo estrechamente unida a la literatura y quizás este hecho le salva de toda su irresponsabilidad intelectual, le convierte en un autor idóneo para la postmodernidad debido a que no respetó ni a escritores y mucho menos sus obras, despojó al quehacer literario de toda su pompa circunspecta, de todo ese boato de clasicismo formal. Coronado fue una personalidad artística, psicológicamente no del todo equilibrada, que invirtió sus mejores esfuerzos en ser un escritor a tiempo completo. Jamás dudó en ejercer otro oficio que no fuese el de escribir.  Que todas sus trampas, triquiñuelas y estafas estaban justificada por el hambre.
Si se puede esgrimir un alegato a su favor sería su proverbial destreza para elegir nombres y su especial caradurismo para asumir el trabajo literario: a destajo y sin tiempo. Como alegatos en contra se podría esgrimir la forma despiadada para atacar a sus adversarios y enemigos a través de su escritura. Su sentido amoral para usurpar los nombres de otros escritores y endosarles sin empacho sus propios escritos por el simple hecho de ganar algunas monedas. Esta actitud pesetera nada tiene que envidiarle a muchos de sus contemporáneos quienes como prostitutas aceptaban embajadas o altos cargos en el gobierno. Por lo menos Coronado iba a sus aires y escribía aquello que más le resultaba y lo que le provocaba en ese momento.
A Coronado puede que lo salve su humor. Se burló a placer de sí mismo y de todo un medio intelectual acartonado y con ínfulas de gloria, premios y plazoletas. Él bajó de su pedestal bostezante la profesión literaria y nunca estuvo interesado en ser un escritor de oficio con una obra elaborada para llenar anaqueles. Estuvo preocupado por convertir la profesión de escribir en una temeridad desgarrada y risueña. Ese sentido de anonimato que imprimió a su trabajo (oculta con tantos nombres posibles) dice mucho de un escritor cuya necesidad parece ser sacar a luz lo escrito. No quiso escribir para la gaveta, sino para los lectores en el ardiente presente.
Rafael Bolívar Coronado estaba loco y su locura fue escribir en un tiempo en el cual los escritores estaban interesados en formar parte del decorado del poder como funcionarios o asesores. Con su vida ha escrito la página literaria más fantástica, estrafalaria y vigorosa de nuestro país. Arrojó por el desagüe de la trampa y el heterónimo el prestigio de ser escritor. Quizá dilapidó su talento literario tratando de convertir el hecho de escribir en una actividad perdida en el tumulto de lo común. Coronado como ningún otro descubrió que el escritor es sólo un ídolo con pies de barros y cuando la literatura se torna un eco insoportable de nadería ególatra pensemos en su peripecia intelectual, en sus trampas y en su aventajado lirismo de tener la literatura como un medio y no como un fin en sí misma.
Rafael Bolívar Coronado, es entonces un nombre para recordar en estos tiempos en que la red de redes ha puesto en peligro las vanidades egocéntricas propias de la autoría individual y el celo indiscutible y desbocado de muchos autores para que sus nombres se vuelvan famosos y brillen. Un auténtico y genial escritor de ficción que bien merece ser tomado en cuenta a la hora de estudiar la relación entre literatura y vida pública.  La sustitución de múltiples identidades, la tendencia casi natural a “fabricarse” sus propias máscaras a expensas de otros, hacen percibirlo como un autor identificado plenamente con  lo que hoy es posible a través de la Internet: aparecer ante los demás mediante el diseño de una personalidad fingida, elaborada únicamente con un propósito de supervivencia discursiva. Sin embargo, jugar al juego de las múltiples identidades a través de la red es, si se quiere, una estratagema mucho más sencilla que la que él asumiera como conducta de vida. A fin de cuentas, el universo virtual es un entorno en el que todos  tenemos acceso a la misma estrategia de disfrazarnos sin demasiados riesgos.  Por el contrario, los riesgos de Bolívar Coronado llegaron a implicar incluso la posibilidad de la pérdida de su vida. No es aventurado creer que un engañado Rufino Blanco Fombona, más que conocido por sus arrebatos emocionales y enfrentamientos, quisiera en algún momento cobrar las afrentas a que públicamente lo sometiera aquel simpático farsante profesional.

Además de la zarzuela Alma Llanera, fue autor de María del Rosario (1915), Letras españolas (primera mitad del siglo XIX) (1918), La gran Florida (1918), Los Chapas (Río de la Plata y Paraguay) (1918), Los desiertos de Achaguas, Llanos de Venezuela (1918), Los caciques heroicos: Paramaiboa, Guaicaipuro, Yaracuy, Nicaroguán (1918), El Llanero: estudio de sociología venezolana (1919), Memorias de un semibárbaro (1919), Nueva Umbría: conquista y colonización de este reino en 1518, Misiones de Rosa Blanca y San Juan de las Galdonas en 1656 (1919), Parnaso boliviano (1919) y Parnaso costarricense (1921), entre otras muchas.
No podemos negar que en la actualidad estos símbolos identitarios se siguen reconstruyendo y a la vez se siguen generando nuevos símbolos. Quizás de aquí a sesenta años, el mambo de West Side History de Leonard Bernstein tocado en todas las giras por todo el mundo de la Orquesta de la Juventud Venezolana Simón Bolívar sea incorporado dentro de nuestra lista de símbolos de identidad nacional como una iniciativa de su director, Dudamel, para darle un toque tropicalizador a sus presentaciones siguiendo el estereotipo de la sensualidad caribeña. Hoy en día la globalización es un factor del que no escapa ninguna cultura. Queda de parte de nuestra sociedad, nuestros entes políticos, educativos y agentes sociales reexaminar nuestra historia y rescatar del pasado olvidado por muchos años, aquellas raíces indígenas y afrodescendientes subordinadas por nuestros sistemas políticos y por los intelectuales escritores de historia. Mientras seguiremos cantando Alma Llanera.

Esa Alma Llanera de Venezuela pasó a América y del continente al mundo, como pasó de la pianola y el organillo a los primeros discos ortofónicos y hoy anda de lo más orondo –vivo y alegre como nunca– en antologías de “long play” y cds nacionales y extranjeros, interpretado por las mejores orquestas del mundo. Las andanzas universales de este joropo han hecho que se conozca bajo los más diversos cielos. Así, esta música alegre y hermosa que emociona y ahonda ha originado nostálgicas o eufóricas emociones a venezolanos que la han encontrado entre Estocolmo y Buenos Aires, entre San Francisco y Damasco. Porque Alma Llanera tiene además esa virtud: brota de repente, cuando menos se espera. A ello se debe su carta de universalidad. En otros casos a delicadezas de anfitriones, “maitres” o “barmen” que para nosotros los venezolanos tan viajeros como el mismo joropo- tienen un disco a mano, un pianista a la orden o una insinuación a la orquesta: Por favor: para los señores que son venezolanos: ¡Alma Llanera!

Como Bolívar Coronado se trasladó a España, los derechos de autor le eran cancelados en su totalidad a Pedro Elías Gutiérrez y sus herederos; pero a partir de 1967, después de una intensa campaña publicitaria, la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela (SACVEN) contactó en Caracas a la señora Zoila Victoria Bolívar Coronado de García, hermana del autor, y comenzó a cancelarle el 50% de los derechos que le correspondían. Según reseña de la revista Venezuela Gráfica, del 15 de marzo de 1970, la canción había generado, desde su estreno hasta la fecha, más de un millón de dólares por derechos de autor, que Bolívar Coronado no percibió nunca.

Hoy, en estos tiempos en que poco nos asombra ya, nos detendremos un instante apenas, para intentar comprender y a la vez comparar a Bolívar Coronado con algunos otros escritores de reputación, que le sobrevivieron y que le sucedieron hasta nuestros días. Es entonces que al cotejarlo no sale tan mal parado nuestro personaje, sino que sobresale legítimamente enaltecido por su bagaje intelectual y retórico y por sobre todo por su desinterés por la notoriedad y la fama… 

A pesar de su impresionante talento, su forma misma de trabajar lo fue llevando a la miseria y murió tuberculoso en 1924, lejos de su tierra. Hoy se desconoce donde reposan sus restos.
Buenas tardes, muchas gracias…

Villa de Cura, 11 de Diciembre del 2014.
José  Ángel Meléndez Peña.

José Ángel Meléndez. 2014.

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