viernes, 29 de octubre de 2010

Letranías: Pequeña América

Cuando miro la forma
de América en el mapa,
amor, a ti te veo:
las alturas del cobre en tu cabeza,
tus pechos, trigo y nieve,
tu cintura delgada,
veloces ríos que palpitan, dulces
colinas y praderas
y en el frío del sur tus pies terminan
su geografía de oro duplicado.


Fragmento...

Pablo Neruda

De "Los versos del Capitán".



















Letranías: Pequeña América

lunes, 25 de octubre de 2010

Los Petroglifos de Villa de Cura y culturas indígenas

En los predios adyacentes a Villa de Cura se han encontrado varios sitios con petroglifos, llamados comúnmente “piedras pintadas”. Los indios Tamanaco los llamaban “tepu-mereme” ; los caribe “timerí” y los baniba “ippaianata”. Datos registrados por el primer cronista de Villa de Cura, doctor Luis José Acosta Rodríguez (1917-1986) y por el profesor Oldman Botello, ex cronista de esta misma ciudad, indican que estos hallazgos están situados en los sectores de El Chino, El Carmen, Tucutunemo, El Cortijo, Múcura y en un sitio llamado La Vega, al sur de la ciudad por un camino vecinal que conduce al río Guárico, Tierra Blanca. Puesto que el nombre Cura es de ancestro aborigen, se cree que los petroglifos fueron ejecutados por tribus Caribe- cumanagoto y Arahuacos. El testimonio fotográfico de estas piedras se lo debemos a Giuseppe  Girlando, cronista gráfico de Villa de Cura.
Los petroglifos son piedras sobre las que se han tallado motivos figurativos y simbólicos. Son característicos de las culturas ágrafas y, en general, parece que desempeñaban un cometido conmemorativo, indicativo y, en ocasiones, ritual. Su difusión por todo el mundo es enorme y sus temas muy variados que oscilaban entre los esquemas geométricos (círculos, espirales) y los figurativos (animales, figuras humanas). En América también alcanzaron un gran desarrollo, que se extendió desde los motivos sencillos que se han hallado en cuevas y abrigos rocosos hasta los enormes y complejos dibujos totémicos grabados en las llanuras de Nazca, en la costa sur del Perú. Su significado sigue siendo tema de debate entre los investigadores. 
Venezuela es un país relativamente rico en petroglifos. Se cree que hay alrededor de 1.000 piedras grabadas y 5.000 glifos distribuidos en 200 estaciones (Delgado Rafael, 1976), los expertos dividen el territorio en dos grandes zonas: Norte y Sur. En la vertiente sur, la zona más densa en glifos es la comprendida entre Barquisimeto y La Victoria, incluidos los de Vigirima, Montalbán y Chirgua. Todos los glifos (dibujos) representan animales, plantas, cosas o marcas simbólicas de algunos grupos indígenas.
El objetivo de los petroglifos era muy variado. Algunos, se cree, fueron utilizados como marca de propiedad de personas o grupos, como límite de comarca de un grupo lingüístico de varias tribus, como monumentos funerarios o religiosos, como relato de hechos históricos o hechos sexuales (tema muy generalizado, según Delgado). La edad más confiable de estos glifos es de 2.000 años, aunque otros asocian los petroglifos a una supuesta edad de piedra. Algunos evolucionistas asignan edades arbitrarias a las herramientas e instrumentos de piedra, basándose en el llamado reloj de Carbono 14, edades que han sido seriamente cuestionadas por los científicos debido a la variabilidad del contenido de carbono 14 en las rocas.
Los petroglifos son prueba de la existencia de culturas indígenas antes de la llegada de los europeos al continente americano. La prueba histórica indica que las creencias religiosas y sociales de los indígenas fueron sistemáticamente destruidas bajo la premisa de que “todo lo indio era malo”. Algunos de los petroglifos fueron destruidos por miedo o superstición de los colonizadores. También es curiosa la existencia de cruces precolombinas entre los dibujos encontrados en las piedras, lo que indica un origen más antiguo del signo de la cruz “cristiana”. Sin embargo, el rito de la “cruz verde” fue impuesta por los frailes a los indígenas, así como sus costumbres: “Mandaban clavar en un otero (cerro) una cruz de madera, y establecían que esa cruz debía estar verde, es decir, envuelta en plantas recién cortadas” (Delgado, 1976).
La existencia de petroglifos demuestra el deseo del ser humano de expresarse utilizando las herramientas que podían construir con materiales a su alcance, fueran piedras o metales. Es interesante que existan grabados y pinturas rupestres en por lo menos 120 países, de África, América, Asia, Europa y Oceanía.
Finalmente, la existencia de petroglifos en los predios adyacentes a Villa de Cura revela la existencia de habitantes indígenas en el valle de Cura antes de la instauración del núcleo poblador que dio origen al proceso fundacional que inició don Juan de Bolívar y Villegas en 1717 y que estos grupos humanos (no míticos seres prehistóricos) fueron desplazados por los colonizadores en época muy temprana. 

Argenis Díaz
Petroglifo







viernes, 15 de octubre de 2010

El libro como instrumento de cultura

El libro como instrumento de cultura
El acto de leer casi siempre lo asociamos con un libro, aunque hay muchos objetos de lectura: una revista, el periódico, las paredes, las vallas, la pantalla del computador, todo ello está condicionado, claro está, a la escritura. Milenios atrás, los humanos usaron plantas como el papiro para fabricar un papel sobre el cual plasmar sus ideas, conceptos del mundo que los rodeaba. También utilizaron la piel de algunos animales para elaborar el pergamino, mucho más duradero que el papiro. Las piedras sirvieron a algunas civilizaciones para conservar algún tipo de escritura representativa, tales como los petroglifos. Pero ya sabe lo difícil que es poder llevarlos a casa o a cualquier otro lugar.
El libro de hojas es más práctico, incluso que los rollos usados antes de nuestra era. En el siglo I comenzó un largo proceso tendente a sustituir los incómodos rollos por los llamados códices, antecedentes directos de los actuales libros. Para el siglo IV, no solo los rollos sino también el papiro habían desaparecido como soporte de la escritura. Aquello tal vez fue providencial, los cristianos de aquel tiempo utilizaron el códice como medio eficaz de difundir su fe y de estudiar los santos escritos.
Otro dato interesante es que la palabra códice proviene del latín caudex y originalmente quería decir “tronco de árbol”. Luego se aplicó a las tablillas de madera que se usaban para escribir después de haber sido untadas con cera. Con el tiempo los romanos empezaron a usar pergamino en vez de madera y lo llamaron membranae. Con el cambio de material para escribir, progresó rápidamente el desarrollo del códice. De hecho, la palabra códice forma parte del título de muchos manuscritos antiguos, en especial de muchas copias de libros de la Biblia.
Hace varios siglos, los libros no abundaban tanto como hoy en día y eran muy costosos; se realizaban, por lo general, por encargo de una pequeñísima parte de la población que sabía leer y que, además, podía sufragar sus gastos de producción. Hoy debemos apreciar los libros y considerarlos un verdadero instrumento de cultura. La lectura de los buenos libros puede ser una ventana al conocimiento de nuestra historia, nuestra literatura y del entorno social donde vivimos.
Argenis Díaz, 23 de abril de 2010.